Chavez en la campaöa "7O". Foto Prensa Miraflores |
Comprendemos el enorme significado
que Hugo Rafael encarna para el pueblo venezolano y su proceso, para los
pueblos de Latinoamérica, el Caribe, África y Asia.
Gabriel Ángel, FARC-EP |
A veces la política obliga a guardar silencio, a no pronunciar las
palabras que se sienten madurar al interior de nosotros, porque intereses más
altos y probables repercusiones en contra obligan a la prudencia. Sobre todo
cuando se roza con la agresividad de enemigos tan poderosos, capaces de desatar
todo el poder de su intolerancia y ocasionar mucho daño.
Pero también hay momentos en los que cualquier consideración de ese
tipo debe quedar a un lado. Que hablen, que digan lo que les venga en gana, que
se agarren de una frase, de un verbo, de una palabra de afecto para alborotar
cuanto quieran. Momentos en los que la decencia, la higiene moral, la
solidaridad, el afecto y la sinceridad tienen derecho a expresarse.
Por eso abro paso a mi alma para que fluya el intenso dolor, su honda
preocupación, la más sentida esperanza por la salud y vitalidad del compañero,
camarada y Presidente de República Bolivariana de Venezuela, Coronel Hugo
Rafael Chávez Frías. Mi condición de revolucionario, de latinoamericano, de
colombiano, de guerrillero de las FARC-EP me mueve a hacerlo.
Hugo Chávez es un hombre de dimensión mundial, un referente inequívoco
para los pobladores de cualquier continente, pero sobre todo un paradigma, un
símbolo, un ejemplo, una voz de aliento para todos los pobres y explotados del
planeta. Su grandeza no estriba en la fuerza militar o la riqueza del país que
dirige, sino en el amor a su pueblo y a la causa de la justicia.
En haber sacado adelante un proyecto de dignificación de su patria,
que la puso a caminar por senderos distintos a los fijados por los poderes
dominantes de gran capital transnacional, en haberse atrevido a apostar a la
causa de la construcción del socialismo, en momentos en que la unipolaridad
devastadora y criminal del Imperio se creía la única verdad posible.
El imperialismo y las oligarquías que dominan las diferentes naciones,
particularmente a Colombia, no ocultan su felicidad por la tragedia que padece
el Presidente venezolano. Todos a uno permanecen a la expectativa del soñado
desenlace final que saque de en medio a un rival tan formidable. Cómo se frotan
las manos y preparan sus hipócritas notas fúnebres.
Cuentan con sus periódicos, sus revistas, sus grandes cadenas radiales
y televisivas, sus múltiples sitios en el ciberespacio, para entorpecer y anular
el entendimiento de los pueblos. Pocos hombres públicos han despertado tal coro
de infamias y calumnias en su contra como el Presidente Chávez. Todas resbalan
miserables al asfalto sin manchar su silueta impermeable.
Se cansaron de hablar del supuesto eje La Habana, Caracas, FARC,
porque sencillamente la limpieza de cada una de esas causas hacía imposible la
misión de aplastar a las tres juntas. Nosotros no podemos negar la admiración y
el afecto que sentimos por Hugo Chávez, como no podemos negar los mismos
sentimientos hacia Fidel Castro, Che Guevara, Jorge Eliécer Gaitán o Simón
Bolívar.
Como no podemos dejar de llamarnos hijos de Manuel Marulanda Vélez y
Jacobo Arenas. Hay seres capaces de iluminar de tal manera su entorno, de
inspirar a generaciones enteras a actuar contra toda adversidad a fin de
materializar sus sueños. Seres de talla monumental, auténticos titanes frente a
los cuales los más soberbios entre los amos solo parecen gusanos.
Y Chávez es indudablemente uno de ellos. Un guerrero de la talla de
Espartaco, de Viriato, de Jesucristo, del inmortal Guaicaipuro, de los negros
Miguel o Biojó, de Miranda, Bolívar o Sucre. Un coloso que como todos los
nombres mencionados, deriva su fuerza del apoyo cerrado de enormes multitudes
que lo eligieron líder. Humanamente, civilizadamente, es de lejos un héroe
real.
Sé que la canalla saldrá de inmediato a afirmar que lloramos por
Chávez porque sabemos que su ausencia significará la pérdida de sus apoyos de
toda índole a nuestro proyecto. Pobres imbéciles. Sus juicios derivan de su
pérfida condición moral. Piensan de verdad que sólo puede sentirse amor por
quien suministra dinero. Que sólo se quiere a lo que proporciona ganancias. Así
ven ellos todo.
Somos revolucionarios, de la más pura estirpe. Creemos en la
solidaridad y el internacionalismo proletarios. Comprendemos el enorme
significado que encarna Hugo Chávez para el pueblo venezolano y su proceso,
para los pueblos de Latinoamérica, el Caribe, África y Asia. Reconocemos la
importancia de su voz en todos los escenarios globales.
Sabemos que todos los seres humanos pobres y explotados de cualquier
rincón del tercer mundo, se sienten bien representados por él, que su discurso
antiimperialista, socialista y democrático reproduce los sueños del ochenta por
ciento de la humanidad, que mira horrorizada como el otro veinte por ciento se
adueña del ochenta por ciento de la riqueza que todos ellos crean.
No hemos conocido ningún gesto, por mínimo que sea, de la vida pública
del Presidente de Venezuela, que pueda interpretarse como una traición a su
pueblo o a los demás pueblos del mundo. Supimos de él cuando encabezó el golpe
del 4 de febrero contra los planes de ajuste del Fondo Monetario Internacional
que hundían a sus conciudadanos en el hambre y el desespero.
Reconocemos su sensatez y firmeza a la hora de la derrota, como
aprendimos con curiosidad a desentrañar su discurso patriótico y bolivariano al
salir de la prisión. Lo vimos elegido Presidente en contra de todos los poderes
económicos. Aplaudimos cuando su pueblo se lanzó a la calle a reclamar su
regreso tras el golpe de abril y cuando venció el sabotaje petrolero.
Sabemos que ninguno de los Presidentes, de ninguno de los países
dominados por la burguesía, puede igualar el número de elecciones populares
convocadas por Chávez, en las que limpiamente su pueblo le ha dado respaldo.
Gozando la oposición de derechas, apoyada por el imperialismo, de todos los
derechos que ninguna burguesía concede a los movimientos populares en sus
países.
No estoy escribiendo aquí para hacer un obituario. Desde lo más
profundo del corazón deseo una pronta y exitosa recuperación de Chávez. Lo que
no disminuye mi alarma ante la franca declaración de la Vicepresidencia
venezolana. En realidad deseaba expresar mi solidaridad con Venezuela, mi
devoción por su Presidente, mi fe en su victoria, enviar mi abrazo hermano
desde estas montañas.
¡Viviremos y venceremos, Chávez! Todos te queremos, y desde ya podemos
decir que triunfamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario