jueves, 26 de julio de 2012

Respuesta de Timochenko a la carta de la organización indígena ACIN dirigida al jefe de las FARC


Respuesta de Timoleón Jiménez, Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia Ejército del Pueblo, a la carta enviada por la ASOCIACIÓN DE CABILDOS INDÍGENAS CXHABWA LA KIWE (DEL NORTE DEL CAUCA)
Compañeros: 

ASOCIACIÓN DE CABILDOS INDÍGENAS CXHABWA LA KIWE (DEL NORTE DEL CAUCA)

Montañas del departamento del Cauca.

Apreciados compatriotas: 
Timoleón Jiménez.
He tenido conocimiento de la comunicación recientemente dirigida por Ustedes, la cual cuidé de leer con sumo respeto y atención. Con la misma claridad y franqueza con que su Asociación expresa su pensamiento y propósitos, procedo a responder sus inquietudes en mi condición de Comandante del Estado Mayor Central de las FARC-EP, organización que como ustedes conocen, nació en 1964 a la vida política colombiana como expresión de la resistencia popular a la guerra de agresión contra el pueblo, y se acerca a cumplir cincuenta años de lucha indeclinable por la paz.
Que ustedes expresen con tanto fervor su anhelo por la paz, confirma nuestra convicción de que las grandes mayorías colombianas claman en las cuatro esquinas del país por ese preciado bien. La guerra civil colombiana no ha sido una decisión del pueblo de este país, sino una imposición de sus clases pudientes dominantes. Es natural que el pueblo que la sufre la rechace con ahínco. Nosotros somos los primeros. Por eso la combatimos en todas las formas posibles.
Es un hecho reconocido por numerosos estudiosos de la realidad colombiana, que la guerra en nuestro país responde a un modelo de acumulación de capital. El despojo de la propiedad rural y su concentración en cada vez más pocas manos, ha coincidido de manera asombrosa con las sucesivas agresiones contra las zonas agrarias por parte de las fuerzas oficiales y paraoficiales. Pretextos para ellas nunca han faltado. Las FARC no estamos integradas por soldados pagos ni conscriptos, sino por gente sencilla del pueblo de Colombia que se ha levantado a la resistencia. Campesinos, indígenas, negros y mestizos que decidimos enfrentar con las armas la agresión.
Helicópteros desembarcando tropas en el Cauca.
Es absolutamente cierto que el despojo contra los indígenas americanos lleva más de cinco siglos. Razón de más para luchar por su justa reivindicación. Compartimos completamente todas las aspiraciones de las comunidades indígenas y de hecho las estamos apoyando al riesgo de nuestra propia vida. Pero la fuerza de los hechos históricos impone también que los indígenas no son las únicas comunidades violentadas y perseguidas en Colombia.
A veces parece desprenderse de sus sinceras alegaciones, que las comunidades indígenas sólo miran por ellas mismas, desconociendo la suerte de los demás desposeídos y perseguidos de Colombia, que suman por lo menos treinta millones de compatriotas. El grave conflicto colombiano no puede ser solucionado sólo para las comunidades indígenas, simplemente porque ustedes hacen parte de Colombia, habitan en territorios codiciados por los mismos terratenientes e inversionistas que despojan a colonos, mineros, trabajadores y demás sectores explotados.
Con todo el respeto y la consideración que merecen, me permito expresarles que no es aislándose del resto de colombianos que claman fervientemente por la paz y la justicia social, como van a lograr conquistar sus viejos anhelos. El Ejército colombiano no sólo ocupa resguardos indígenas, sino que cumple su labor predadora por todo el territorio nacional. Su misión es prestar seguridad a inversionistas, empresarios y terratenientes nacionales o del extranjero, al precio de aplastar cualquier oposición al modelo de saqueo y empobrecimiento que defienden.
Nosotros no sólo creemos que el Ejército debe salir de las comunidades indígenas, sino de todo el campo colombiano. Su misión natural es guarnecer las fronteras en defensa de la soberanía nacional, pero las clases dominantes lo han convertido en una máquina al servicio de poderosos intereses extranjeros, dirigida directamente por generales norteamericanos.

La guerra del Estado se sostiene en todo territorio nacional.
El reconocimiento de la autonomía y la autoridad de las comunidades indígenas no nos hacen ciegos ante la suma de intereses que llegan a ellas. Si los conquistadores españoles se valieron de la Iglesia, los halagos personales y hasta de la corrupción de muchos caciques como mecanismos de avanzada para su presencia expoliadora, sabemos que igual sucede hoy con diversas organizaciones de rostro humanitario, benefactor o clientelista. Fenómenos así minan la credibilidad de muchos liderazgos en la propia base indígena y descomponen su organización.
Sentimos sincero respeto por su oposición al empleo de la violencia como mecanismo de lucha. En una humanidad civilizada, ajena a los intereses de clase, seguramente que tal pretensión será generalizada. Por eso luchamos. Pero no es menos cierto que las realidades de Colombia, gobernada secularmente por una casta violenta y agresora, terminaron por producir la respuesta digna de los de abajo. Y esa también es una forma respetable de lucha, que no puede ser condenada por principio sin borrar de un plumazo la historia y rozar los límites de la utopía.
Como se infiere de su aspiración de poder desarrollar un proyecto de vida, sin que cambien las condiciones económicas, políticas, sociales y culturales que dominan el resto del país. El problema de ustedes no puede ser examinado a la simple luz de la no presencia del Ejército o la guerrilla en los resguardos, porque como dice Santos, el Ejército jamás va a abandonar sus bases. Porque su presencia encarna un modelo de dominación nacional, continental, de aspiraciones mundiales. Lo que hay que derrotar es ese modelo, y para ello hay que comenzar por el cambio del régimen.
Esa es nuestra lucha y la de millones de colombianos que estamos seguros los apoyan en este momento, los cuales verían fortalecidas sus aspiraciones si ustedes también apoyaran sus reivindicaciones. El asunto en la hora es unir fuerzas, no separarlas. 

Las guerras son cruentas, más las que enfrentan a los pueblos con regímenes terroristas al servicio de potencias imperiales. Toda la maquinaria militar, económica, ideológica y política es puesta en juego por estos últimos en aras de su victoria. Ella incluye la propaganda negra, los infundios y provocaciones más groseras. Nosotros más que nadie somos víctimas de todo eso junto.

Si a nuestra gente llegan muchachos indígenas sanos, desesperados por la miseria en que crecieron, ansiosos por luchar para mejorar la suerte de su pueblo, no los rechazamos. No podemos, así es la lucha. Igual sucede con campesinos, mineros, obreros, estudiantes y toda la juventud colombiana que decide unirse a la lucha. Las normas del Derecho Humanitario que ustedes citan prohíben ubicar bases y cuarteles de guerra en medio de la población. Nosotros jamás lo hacemos, ustedes saben que la tropa sí, y de manera permanente y dolosa.
Una parte del pueblo alzado en armas contra la guerra declarada por el Estado

Ustedes exigen que no empleemos nuestras armas con riesgo para la población civil. Nosotros somos población civil a la que la violencia estatal y paramilitar obligó a alzarse. Jamás podríamos tener en la mente la idea de afectar gente inocente. En eso compartimos por completo su reclamo con plena disposición a evitar que ocurra. ¿Pero qué hacer con las fuerzas terroristas de ocupación? Consideramos válidos y legítimos los heroicos esfuerzos que ustedes cumplen hoy.
Si en Colombia cesan las operaciones militares, los bombardeos y ametrallamientos, los desplazamientos forzados, el despojo de la tierra, los crímenes contra el pueblo y la impunidad, con toda seguridad que no tendrá sentido la existencia de las guerrillas. Si el Ejército, la Policía y los paramilitares salen del Cauca, si termina su guerra contra indígenas, campesinos, mineros y pueblo en general, nosotros no tendremos problemas para salir también.
En toda Colombia crece un ruidoso clamor por la paz. Por una salida política a la confrontación. Esa ha sido entre todas la más vieja de nuestras banderas. Es el régimen el que jamás se ha aprestado a poner fin a su predilección por la violencia. Es a él al que hay que obligar a abrir un diálogo. Ustedes, que hoy más que nunca sufren el estilo característico de responder en Colombia a las aspiraciones de paz, son bienvenidos sin duda al trabajo por ella. Con su presencia combativa estaremos mucho más cerca de ella.
Reciban todo mi afectuoso abrazo, que es el de todas las FARC-EP, el de todo el pueblo colombiano que los admira, aplaude y respalda.
Timoleón Jiménez, 

Comandante del Estado Mayor Central de las FARC-EP 

Montañas de Colombia, 20 de Julio de 2012.

NOTA: ACIN: Carta a las FARC, Miranda, julio 15 de 2012:


Más sobre el tema:
Video:
http://youtu.be/VZey5hInQRk



FARC-EP: Comunicado y recomendaciones a la poblacion civil del Bloque Occidente Comandante Alfonso Cano FARC-EP
La ofensiva militar del gobierno en campos y ciudades está llevando el conflicto armado a todo el país. La permanente utilización de la población civil como escudo por parte de la Fuerza Pública, hace que ciudadanos inocentes sean afectados en esta confrontación. LEER MÁS.


OPINIÓN: El Cauca, síntoma del agotamiento de la Unidad Nacional y desafío para el movimiento popular. Por José Antonio Gutiérrez D.
No puede existir la llamada “neutralidad” ante un enemigo que actúa como el estado colombiano, sostiene el autor de este importante documento. LEER MÁS


Recomendaciones a la poblacion civil del Bloque Occidente Comandante Alfonso Cano FARC-EP


FUERZAS ARMADAS REVOLUCIONARIAS DE COLOMBIA - EJÉRCITO DEL PUEBLO

COMUNICADO
La población del departamento del Cauca históricamente ha sido víctima de injusticias, y su territorio escenario de confrontación. Nuestros ancestros, además del exterminio, sufrieron y resistieron los crueles métodos de trabajo impuestos por la corona española, y posterior a la independencia la población rural ha encarado la expropiación del territorio perpetrada por gamonales locales y terratenientes. En la mal llamada época de la violencia los latifundistas en el afán por apoderarse de las mejores tierras asesinaban los nativos y los expulsaban a lugares remotos de las cordilleras.
Guerrillero de la Columna Móvil Jacobo Arenas, junto
al avión Súper Tucano derribado. Julio 11 de 2012
Ya en la historia reciente de nuestro país, el Estado ha excluido a los sectores populares de la participación política y los ha mantenido al margen del disfrute de sus derechos económicos, sociales y culturales empleando la violencia sistemática y el terror de Estado. Frente a la respuesta del pueblo al organizarse en guerrillas, ha adelantado un sin número de estrategias de aniquilamiento: Plan Laso, Plan Colombia, Plan Patriota, Plan Victoria, Plan Consolidación y el actual Espada de Honor. No obstante todos han fracasado porque al tiempo que ha sido indiferente ante las peticiones populares, su único fin ha sido la derrota militar de las guerrillas, desconociendo que un pueblo con dignidad, cuando se le niegan las vías democráticas de participación, acude a la violencia revolucionaria como medio para hacer valer sus derechos.
El papel de las Fuerzas Armadas ha sido sostener un régimen ilegítimo, totalmente resquebrajado y en grave situación de ingobernabilidad, a fin de asegurar jugosas ganancias a los grandes empresarios criollos y a las transnacionales, a costa de los recursos naturales extraídos del suelo patrio. Los métodos empleados en su guerra total contra el pueblo no han variado en los últimos tiempos: recompensas y red de sapos, detenciones y judicializaciones arbitrarias de civiles, desapariciones, asesinatos selectivos y masacres cuya autoría es endilgada a supuestos paramilitares.
Para limpiar la imagen desacreditada por los desmanes propios de un ejército de ocupación, los militares intentan ganarse el apoyo de la población ejecutando insignificantes obras y proyectos de inversión social que le competen a otros ministerios y hacen parte de la obligación que tiene el Estado de garantizar bienestar a sus ciudadanos. Esto, además de constituir un reconocimiento de que en nuestro país la guerra tiene causas sociales, también se convierte en una forma sutil de involucrar civiles en la confrontación.
Entendemos el sufrimiento de la población caucana y en general del pueblo colombiano y lamentamos las víctimas producto del conflicto armado que venimos sufriendo desde la agresión a los campesinos de Marquetalia en 1964. Hoy más que nunca nos unimos al pueblo en su clamor de paz, de una paz democrática, en la que desaparezcan las muertes, la desolación y el sufrimiento que produce esta guerra entre hermanos.
Anhelamos una paz garante de que tampoco morirán mas pobres en las puertas de los hospitales por desatención médica; una paz que asegure techo digno para todos nuestros compatriotas; una paz que genere las condiciones para que nunca más perezcan en Colombia niños por desnutrición, para que se tenga empleo decente y se erradique el hambre. Una paz queengrandezca la patria, donde se trate con amor la madre tierra y el fruto de su vientre sea para alimentar a sus hijos, en vez de entregado a las multinacionales como hace el régimen apátrida de Santos. Es la paz con justicia social, la que estamos dispuestos a lograr junto al pueblo.
Condenamos al gobierno oligarca que encabeza Juan Manuel Santos y a la degradada Fuerza Pública que lo sustenta por su vil proceder al utilizar a los habitantes de los centros urbanos como escudos humanos para su protección, en clara violación al Protocolo Adicional a los Convenios de Ginebra, Articulo 58 que trata sobre las precauciones contra los efectos de los ataques en los conflictos armados.
En este contexto no deja de ser preocupante para la población del norte del Cauca el hecho que, como se da en Toribío, algunos habitantes se han manifestado a favor de la presencia de la fuerza pública en los cascos urbanos. Presencia que además de favorecer la entrada de las trasnacionales a los territorios indígenas y campesinos, constituye el blanco de las acciones guerrilleras, por lo que también a ellos les asiste responsabilidad sobre las consecuencias que en el futuro pueda ocasionar el desarrollo de la confrontación.
A los medios de comunicación los instamos a que den una versión objetiva de la realidad del conflicto en esta región sin alinearse ciegamente con las versiones oficiales.
RECOMENDACIONES A LA POBLACION CIVIL
La ofensiva militar del gobierno en campos y ciudades está llevando el conflicto armado a todo el país. La permanente utilización de la población civil como escudo por parte de la Fuerza Pública, hace que ciudadanos inocentes sean afectados en esta confrontación.

iPOR SOLUCION POLITICA AL CONFLICTO SOCIAL Y ARMADO!
BLOQUE OCCIDENTE COMANDANTE ALFONSO CANO

FARC-Ejército del Pueblo

Montañas del Cauca, julio 20 de 2012.

 -------------------------------------

Con el fin de impedir que esto continúe sucediendo, las FUERZAS ARMADAS REVOLUCIONARIAS DE COLOMBIA (FARC-EP), hacen las siguientes recomendaciones:
1.      La población civil debe evitar que los cuarteles militares y de policía sean ubicados cerca a sus casas de habitación o a lugares de concentración publica.
2.      La población civil debe evitar que militares y policías les utilicen sus vehículos particulares o vehículos de transporte público en servicio. Si los propietarios o conductores son obligados, es preferible bajarse y entregar las llaves del vehículo, dejarlo a responsabilidad de los militares y exigir la firma de un papel que así lo señale.
3.      La población civil debe abstenerse de abordar vehículos militares de cualquier tipo.
4.      Los vehículos civiles en las carreteras, deben conservar una distancia mínima de 500 metros respecto de vehículos y caravanas militares.
5.      La población civil debe abstenerse de servir de guía a las patrullas de la Fuerza Pública en las zonas rurales.
6.      La población civil debe abstenerse de ingresar a guarniciones militares o a cuarteles de policía. Tampoco debe dormir en ellos.
7.      En zonas de conflicto, los vehículos de prensa y de organismos humanitarios deben transitar con distintivos perfectamente visibles y a mínima velocidad.
ESTADO MAYOR CENTRAL FARC-EP
Montañas de Colombia, Agosto de 1.995

lunes, 23 de julio de 2012

Los más recientes comunicados de las FARC-EP con enlaces en AUDIO

Transmitiendo comunicados, noticias y otros mensajes por la CRB, Cadena
Radial Bolivariana
, la Voz de la Resistencia de las FARC-EP.

Vuelta cuña y los sueños deshojados. Por Pastor Alape.

Sin mentiras, Santos, sin mentiras, Por  Timoleón Jiménez

Nov. 2011; Por Timochenko; Asi­ no es, Santos, asi­ no es

1204 Sin más ases bajo la manga, Santos. Timoleón Jiménez



Prólogo a versos insurgentes. Iván Márquez, Integrante del Secretariado de las FARC

MARULANDA Y LAS FARC PARA PRINCIPIANTES. Por Iván Márquez. Integrante del Secretariado de las FARC-EP

Los Doce Apóstoles de Alvaro Uribe. Por Iván Márquez, Integrante del Secretariado de las FARC

La Marcha a Carabobo. Por Arturo Uslar Pietri

El verdadero show de las liberaciones

El burdel de los gringos

El año de los huracanes, Manuscrito de V. I. Lenin de 1907

Del Bolívar de Karl Marx al marxismo bolivariano del siglo XXI

Carta abierta de las FARC-EP a UNASUR

Carta a María Jimena. Por Iván Márquez, Integrante del Secretariado de las FARC-EP

Carta a Iván Márquez. Por María Jimena Duzán

Al Comandante Jorge. Por Ivan Márquez

120220 Diez años después del despeje de la zona de despeje

100715 / El grito de independencia. Un grito de batalla. Por Secretariado del Estado Mayor Central de las FARC-EP


2012-02 El Camarada Alfonso

2012; 8 de marzo 2012

2012 Pastor Alape; Ahí, en la tierra, está la vida que llega y se va

1202 Nuestra tierra el puño en alto contra el saqueo. Por Iván Márquez, Integrante del Secretariado de las FARC-EP

1201 Saludo de las FARC a los pueblos del mundo. Por el Secretariado del Estado Mayor Central de las FARC-EP

Memorando para un intercambio sobre el conflicto colombiano



Ahí, en la tierra, está la vida que llega y se va; Por Pastor Alape


Comandante Pastor Alape, integrante del Secretariado
del Estado Mayor Central de las FARC-EP.



Por Pastor Alape
Integrante del secretariado de las FARC-EP

 El pasado 8 de marzo se desarrollaron en muchas partes del mundo, jornadas de exaltación de la lucha de las mujeres por alcanzar el ejercicio pleno de sus derechos. En las filas guerrilleras de las FARC no pasó desapercibida la jornada.
Infinidad de mujeres han perdido la voz, la vida, a causa de luchar abiertamente o con sus silencios prácticos y efectivos, por el reconocimiento de su condición a plenitud sin encasillamientos a esferas políticas, culturales, sociales y económicas de marginalidad. Por su participación de la arquitectura y desarrollo de la sociedad.
En Colombia son muchas, infinidades, que pertrecha das de amor y convicciones han dedicado todas sus energías en la construcción de la utopía, vertiendo iniciativas y actividades en el desarrollo de sus comunidades y en las especificidades de su género, todas moldeadas de sencillez, feminidad, ternura y firmemente plantadas sobre la tierra, sin ambiciones de heroicidad o sucumbir como mártires, porque el hecho de mantenerse altivas ante el patriarca l modelo de in felicidad dominante ya es heroicidad, mujeres solo acompañadas por esa inconmensurable fuerza que se oculta en su condición.

 Y recuerdo a dos mujeres que se conocieron e hicieron amigas en actividades políticas en Puerto Berrío Antioquia, en la región del Magdalena Medio, Otilia Serna era activista y concejal por el Frente Democrático, fuerza que agrupaba varios sectores de izquierda en los años ochenta del siglo pasado y Doña Teresa, activista de la misma organización.
Otilia de mediana estatura, era una morena maciza de palabras amplias y abrazos sinceros, con toda la fuerzas de los remolino s del magdalena para caminar barrios y veredas, cantinas, prostíbulos, ventorrillos y sindicatos llevando la buena nueva de la unidad de los oprimidos. Quizá pasaba los cuarenta años, no estoy seguro, pero era una fiesta de palabrota s agrupando los extracto res de arena del río, a pescadores y campesinos que llegaban a pasar fines de semana al lado de sus familias, que por la escuela para sus hijos vivían en el barrio Puerto Colombia, donde también lo hacía ella en una humildad extrema y lidiando cada inundación del río. Doña Teresita era una campesina menuda floreciendo siempre una sonrisa de preguntas, afable, activa y amorosa. Vi vía su finca con pasión junto al compañero de toda su vida cerca al río San Juan, municipio de Cimitarra, en la región de Vuelta cuña. Cultivaba la tierra y criaba gallinas, vacas y cerdos. Las dos eran comunistas y se encontraban cada fin de semana. Otilia le entregaba el periódico del partido y comentaban los acontecimientos políticos de la región, las persecuciones de los militares, los retenes, el control de víveres, las amenazas y las fechas de revalidación de los salvoconductos que expedía el mando militar y que invalidaban la cédula de ciudadanía en toda la región. No había paramilitares, las ejecuciones, las torturas, violaciones sexuales y desapariciones las ejecutaba directamente el ejército y la policía.
A principios de los años ochenta se desató la matanza en la región. Latifundistas, trasnacionales del petróleo, mafiosos, políticos tradicionales y militares formaron los grupos paramilitares y Otilia Serna fue asesinada en las calles del Puerto como lo fueron otros líderes, militantes y miles de simpatizantes o simplemente amigos de integrantes de la izquierda desde la Dorada hasta Barrancabermeja. Ser amigo de un comunista costó la vida a muchos y el desplazamiento de todos, que no están incluidos en la diáspora de los más de 5 millones de colombianos que establecen las cifras.
Desde donde antaño fue el refinado Hotel Magdalena, símbolo elitista de la hospitalidad porteña, ahora sede de la XIV Brigada del ejército gubernamental, se orientó la barbarie que se desató en campos y poblados. El mensaje fue claro: la tierra no era para el campesino que la trabajaba, sino para latifundistas y multinacionales para la extracción petrolera, el comercio y la especulación capitalista. Así, Doña Teresita y su compañero, junto a otros campesinos, protegidos por la oscuridad y sin más bártulos que los indispensables que ocupara n poco espacio en las canoas, se deslizaron tremulantes de espanto dejando en popa ranchos y cementeras hechos pavesas, por acción de los victimarios, por el San Juan aguas abajo hasta el río Carare, bajaron al Magdalena, evadieron a patrullas conjuntas de fuerzas estatales y paramilitares a través de los diferentes brazos del río, tomaron el caño de La Sardinata hasta su ciénaga al occidente del Magdalena sobre el municipio de Yondó en Antioquia, como habían hecho en los años cincuenta, espantados del oriente antioqueño por otras violencias cuando colonizaron en el San Juan, de nuevo se internaron selva adentro y volvieron a fundar esperanzas en un pedazo de tierra que compraron con los pocos animales que pudieron mal vender. Las tierras del San Juan, de toda La Vuelta cuña quedaron a merced de la voracidad latifundista, pero tampoco están sumadas en las más de 7 millones de hectáreas despojadas en los últimos 25 años en Colombia, ni se incluyen en la ley de tierras del presidentes Santos. Doña Teresita entregó sus afectos y solidaridad a muchos huérfanos a quienes sus padres fueron víctimas de las matanzas y no olvido nunca su tierrita, ni a Otilia ni tantas otras compañeras y compañeros muertos, por los que decía: son tantos que no sé por cual estoy llorando, mijo.
El nuevo ciclo de la violencia, cuando el Uribismo publicitó la brutalidad hasta la saciedad, el enriquecimiento fraudulento y la corrupción como virtudes, Doña Teresita fue alcanzada por la depravación publicitada del modelo. La nueva tierra por más de 26 años trabajada entró en la mira de los mercader es de la agro industria y los agro - combustibles para garantizar el funcionamiento del complejo de bio- diesel que se está montando en Barrancabermeja. Los comisionistas de los terratenientes hicieron las ofertas y ella mantuvo su apego a " lo que siempre he sido, mijo, campesina, qué podré ser sin mis gallinas, mis vacas, mis perros, mi labranza, mi agua, mis rastrojos". Pero la voracidad latifundista no tiene límites, no conoce escrúpulos. Al hijo que adoptó y formó Teresita y su compañero, los comisionistas de la tierra lo ensalzaron hasta pervertir lo y enfermar de codicia, argumentados seguramente en la estructura moral del pensamiento dominante que, según Tomás de Aquino: Es un hecho que la mujer está destinada a vivir bajo la autoridad del hombre y que no tiene autoridad por sí misma. Predicas promocionadas en los sonsonetes de la cultura musical que ha impuesto el capitalismo criminal en el país. El hijo, como Orestes, asesinó a la madre, seguramente afirmado y exculpa do por un inconsciente en que según Pitágoras "hay un principio bueno que ha creado el orden, la luz y el hombre y un principio malo que ha creado el caos, las tinieblas y la mujer". La ambición fue hacerse a la herencia y obligar al viejo a vender.
Así murió Teresita, en su mundo campesino, aferrada a la tierra que la creció de amor y dignidad, a la tierra que se le entregó de colores y fragancias, A los amanecer es de infinitos alegros de guacharacas, chavarríes y guacamayas, Abraza da a la uterina fertilidad de la tierra que la colmó de gracia en la ingenuidad naciente de polluelos, terneros, cerdos y nuevas flores en su silvestre silencio, ahí, en la tierra, donde brota la vida y se regresa al final, Se fue con toda su dignidad.
En este mes, el de la mujer que siente que ser mujer no es exclusión, recuerdo a tantas muchas víctimas de esta violencia institucionalizada, encarcelada s, violadas, violentadas o asesinadas, pero también a las que han podido morir por otras causas con relativa calma, que es un decir entre tanta injusticia, Y también a las que hoy sonríe n hasta sus últimas alegrías, seguras de caminar hacia la construcción de una sociedad humanista. Y a medida que avanzaba la lectura de un texto sobre datos de la mujer y encontraba que desempeñan un papel clave "ya sea como productoras de alimentos, generadoras de ingresos, conocedor as de la biodiversidad local, procesador as de alimentos y como responsables del estado nutrición al familiar" o que "según datos de la FAO, las mujeres producen entre el 60 y 80% de los alimentos en los países en desarrollo, y la mitad de la producción mundial", que la desigualdad salarial y la desprotección laboral es apabullante "los hombres ganan entre un 20 y un 50% más que las mujeres", repasando estos datos me acompaña el recuerdo de la laboriosidad de Doña Teresita y esas miles de mujeres que al pasar la mirada en el terreno saben si pueden sembrar yuca, maíz, plátanos, pastos, o es tierra in fértil para campesinos. Esas que saben que la ley de tierras que pregona el actual gobierno, como la de las víctimas de la violencia son una maniobra, afeites del régimen para la imagen internacional, Que ellas, que sí saben el valor del mundo rural, no serán tenida s en cuenta sino hasta cuando el crecimiento del clamor de sus luchas deje de ser inadvertido. Esas mujeres que unidas caminan y danzan la coreografía por la verdadera reforma agraria como única forma para detener el aniquilamiento del mundo campesino que agoniza por la globalidad depredadora del capitalismo poniendo en peligro la producción de alimentos. A todas ellas les agradecemos permitir acompañarlas.

2012: 8 de marzo, Sencillo homenaje a la mujer en su día



Uno de los mayores crímenes imputados a Sonia, la legendaria comandante guerrillera de la Columna Teófilo Forero del Bloque Sur de las FARC, tras ser víctima algún tiempo atrás de un feroz bombardeo aéreo, fue el de haber comandado el derribamiento del avión de inteligencia y la posterior captura de los tres militares norteamericanos que permanecieron varios años en nuestro poder. La Pilosa, como la llamaban cariñosamente sus compañeros en honor a su audacia, pasará a la historia como la heroica mujer colombiana que defendió con su vida la soberanía y la dignidad nacionales, en oposición a un gobierno arrodillado ante el poder extranjero.
Diana Ballén y Xiomara Patascoy murieron al lado del Camarada Jorge Suárez Briceño, a quien se negaron abandonar la noche del brutal bombardeo. Las dos hacían parte de la compañía que prestaba seguridad inmediata al Mono, y lo habían acompañado durante los últimos años como integrantes del grupo de sus más cercanos asistentes. Cuatro años atrás, en medio de un feroz combate con la aviación que apareció de repente a lanzar bombas y ráfagas a varias compañías que marchaban río Guayabero arriba, las mismas muchachas, temerosas de que fuera a sucederle algo a su comandante, lo tumbaron al suelo y lo cubrieron con sus cuerpos, por encima de sus protestas. Mujeres del pueblo probando con sus vidas el tamaño de la lealtad revolucionaria.
Lucero Palmera logró traer del exterior a la hija que dieciocho años atrás tuvo con Simón Trinidad, en sus tiempos de la Serranía del Perijá. Se hallaba en el departamento del Putumayo, en el Bloque Sur de las FARC. No podía soportar la angustia de ver correr los años sin saber nada de la niña que se habían visto obligados a enviar fuera del país por el acoso enemigo. El implacable bombardeo de la fuerza aérea que despedazó su campamento aquella noche, segó la vida de madre e hija cuando dormían abrazadas de alegría por el reciente reencuentro. Las abuelas, que una y otra vez se habían hecho cargo del cuido de su nieta, refugiadas también por causa de las persecuciones, lloraron solitarias la tragedia. Amores y dolores de mujeres de Colombia.
A ellas, que como tantas otras mujeres de la patria asumen todos los riesgos y pesares que entraña la lucha por un futuro mejor para su pueblo, a las combatientes guerrilleras que diariamente se aprestan a enfrentar las hordas salvajes de soldados profesionales forjados en el más grotesco machismo, a todas esas mujeres colombianas que repletas de amor respaldan y contribuyen al adelanto de esta causa sin parar mientes a la algarabía de los poderosos, a todas las madres, hijas, tías, hermanas y compañeras que oran por nosotros en la intimidad de sus hogares, absolutamente a todas ellas ofrecemos nuestro más sincero homenaje con ocasión de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer.
Esta celebración no nació en los salones de las damas de la alta sociedad, ni en los espacios donde se mueven orondas las mujeres de las clases dominantes que ejercen el poder político en defensa de los intereses de capitalistas y terratenientes. Tuvo origen en las mujeres socialistas y comunistas de Europa, que desearon rendir culto al sacrificio de las ciento veintinueve mujeres en huelga, quemadas en el interior de una fábrica de Nueva York por sus patronos burgueses enfurecidos. Es por tanto un canto a la liberación de la explotación, un himno al repudio de la violencia y el terror con el que los dueños del poder sostienen sus privilegios. Un grito de mujer embravecida llamando a la lucha. Así lo sentimos y así lo aplaudimos.
Secretariado Nacional de las FARC-EP
Montañas de Colombia, 8 de marzo de 2012.

Diez años después (la zona de despeje)



AUDIO:


Diez años atrás llegaron a su fin las conversaciones de paz en el Caguán.  El gobierno de Andrés Pastrana decidió cerrar las puertas del diálogo y apostar por la guerra total contra nosotros. Fuimos acusados de todas las perversidades del mundo. Hordas inmensas de soldados mercenarios entrenados por asesores gringos fueron enviadas a aplastarnos. Helicópteros artillados y aviones de todos los tipos partieron con el fin de reducirnos a cenizas.
Las FARC-EP, a tres años de haberse inaugurado los diálogos, seguíamos insistiendo en la discusión de la Agenda Común acordada, en la remoción de las causas que originaban el conflicto armado. El Establecimiento en cambio tan sólo quería escuchar de rendición y entrega, ostentaba del enorme incremento de su gasto militar, y se esmeraba por hacernos entender lo que nos esperaba si rechazábamos la última oportunidad que nos concedía para someternos.
Millones de colombianos eran víctimas del terror estatal en campos y ciudades. Los mismos medios de comunicación que denigraban de la insurgencia revolucionaria, se obstinaban en presentar como salvadores de la patria a los principales cabecillas del paramilitarismo. El fascismo que se adueñaba del poder del Estado mediante la penetración descarada en todas sus oficinas, imponía como única salida el advenimiento del criminal uribismo.
El Pentágono promovía su guerra preventiva por el mundo calificando como terroristas a todos aquellos que se opusieran a las políticas del imperio. El Fondo Monetario Internacional y el Banco  Mundial se encargaban de generalizar sus políticas neoliberales de saqueo y sobreexplotación, imponiendo en cada país el gobierno que garantizara la libre penetración al gran capital transnacional. Colombia al parecer no podía aceptar otra cosa que la resignación y el silencio.
Como gentes del pueblo, los guerrilleros asumimos la responsabilidad que nos imponía la historia. Defender con las armas las ideas de vida, soberanía nacional, democracia, y justicia social que terminaron por ser prohibidas y ridiculizadas por completo en el lenguaje oficial. Sólo tenían derechos los que claudicaban, los que se vendían, los que traicionaban, los que callaban. Al precio de nuestra sangre y sufrimiento hemos defendido por diez años la libertad y la decencia.
Y estamos dispuestos a hacerlo por todo el tiempo que sea necesario. Hasta que el pueblo colombiano se levante imbatible a cambiar el régimen. O hasta que el Establecimiento comprenda la inutilidad de su guerra, y acepte sentarse a dialogar sobre la única salida política que excluye en definitiva la confrontación: la eliminación de las causas estructurales del conflicto. Sin garrotes ni zanahorias, con respeto por el pueblo de Colombia.
Todas las voces de la ultraderecha, apertrechadas en el militarismo santista y ahítas gracias a la hartura que obtienen de sus locomotoras corruptas, depredadoras y elitistas, se encuentran empeñadas en clamar porque se propine a las FARC el golpe de gracia o se las someta a la más humillante rendición. Se ve que no son ellos ni sus hijos quienes marchan a morir en combate. Como sea, ha sido muy larga nuestra firme resistencia como para asustarnos por eso.
Secretariado del Estado Mayor Central de las FARC-EP
Montañas de Colombia, 20 de febrero de 2012


Carta a María Jimena. Por Iván Márquez, Integrante del Secretariado de las FARC-EP


AUDIO:


Respondo su misiva de marzo en medio del clamor de paz que incesante se eleva desde abajo, grito ronco del común, sentimiento orgullosamente plebeyo, estrellándose contra el muro de la sordera del poder, contra la violencia y el terrorismo de un Estado que hoy ostenta sin sonrojo la indignante presea de habernos convertido en el tercer país más desigual del mundo.

Somos un sueño de paz en construcción, desde Marquetalia en el 64 y desde mucho antes. La búsqueda de la paz con justicia social es un principio rector, fundacional, el norte verdadero de una estrategia. No enfrenta ni divide a las FARC. Cuando algún analista estipendiado golpea el bombo mediático de la existencia de una línea pacifista y otra guerrerista no deja de arrancarnos una leve sonrisa. La histórica cohesión del Estado Mayor Central de las FARC, que es el gran legado de Manuel, no se deja anonadar por divagaciones taciturnas.

En la década de los 80 vi al viejo Jacobo Arenas abrazando como un niño, la ensoñación de verse en las plazas públicas como tribuno, comandando la alternativa política para Colombia y la marcha incontenible por la paz. No fue posible, María Jimena, usted lo sabe. Mataron la esperanza de la Unión Patriótica.

Con cierta tristeza ya lejana, debemos admitir que Caracas y Tlaxcala fueron una oportunidad perdida. Gaviria y Hommes, poseídos ya por el Mefistófeles neoliberal, no admitían otra discusión que no fuera la entrega de las armas y la desmovilización de la guerrilla. Aborrecían como sus sucesores siguen aborreciendo el cambio de las injustas estructuras, el sentimiento de soberanía y el fin de los privilegios, cimientos de la verdadera paz. Ni ellos mismos pueden enorgullecerse hoy de haber abierto las puertas a la desnacionalización de nuestra economía ni de su infame declaratoria de guerra integral contra el pueblo.

Pero debo confesarle, María Jimena, que nosotros, lectores asiduos de su columna y seguidores de sus debates radiales, casi no la reconocemos en su lectura un poco precaria de los motivos que determinaron el fracaso de los diálogos del Caguán.

¿Por qué no creerles al ex presidente Pastrana y al ex comisionado de paz Víctor G. Ricardo? Ellos han afirmado en todos los tonos, que buscaron el diálogo como una maniobra para ganar tiempo frente a problemas claramente identificados como la sequía de recursos para la guerra y la urgencia de una reingeniería del ejército y de la estrategia contrainsurgente. No importaba despejar cinco municipios si lo que se buscaba era salvar un régimen tambaleante. Y de hecho, cuando consideraron alcanzado este propósito, ya diseñado el Plan Colombia por los estrategas del Comando Sur del ejército de los Estados Unidos, declararon rotas las conversaciones. Y ni siquiera atendieron el protocolo de respetar el tiempo de espera convenido para el reinicio de las acciones bélicas. Teniendo en cuenta estas circunstancias podemos afirmar que los diálogos del Caguán nacieron muertos. ¿Quién burló entonces al país?

Pretender hoy en día la entrega de las armas y la desmovilización de la guerrilla, con el sometimiento a una justicia, que precisamente queremos destronar, es tan solo una ilusión seráfica. Diríamos que un irrespeto más a un país que está siendo despojado por las transnacionales y engañado por leyes de prestidigitadores. Debemos parar esa “locomotora del desarrollo” que todos los días se lleva el petróleo, el carbón, el oro y el ferroníquel, recursos que debieran emplearse en la solución de los graves problemas sociales del país. El impacto ambiental es un desastre. A la hora de hablar de paz, estos temas no deben desaparecer de la agenda, no se puede borrar la superación de las causas generadoras del conflicto, la reversión de la política neoliberal…, y el pueblo no puede quedar por fuera de la mesa.

Respetamos, María Jimena, su convicción contra la lucha armada, pero al mismo tiempo albergamos la esperanza de que la inteligencia entienda que estamos haciendo uso de un derecho universal. Bolívar nos dice que “aun cuando sean alarmantes las consecuencias de la resistencia al poder, no es menos cierto que existe en la naturaleza del hombre social un derecho inalienable que legitima la insurrección”. Sin embargo, estamos dispuestos a la firma de un tratado de regularización de la guerra, que recoja las especificidades del conflicto colombiano para hacer menos dolorosas sus consecuencias, al tiempo que propendemos por un acuerdo de paz, un nuevo contrato social que ponga fin a la confrontación bélica removiendo las causas que la generan.

Lamentablemente en Colombia el acto de la rebelión ha sido desfigurado en su carácter al privársele la conexidad con conductas que le son inherentes, todo en desarrollo de una estrategia para disuadir con penas severas la resistencia, que ni siquiera prevé que la oposición de hoy puede mañana acceder al poder, y que, siempre será necesario invocar un tratamiento más benévolo hacia el opositor. Algunos se escandalizan porque un prisionero de guerra pase 14 años confinado en la selva, pero se tornan ciegos y mudos cuando hay guerrilleros como Simón Trinidad condenados a 60 años de prisión en el destierro, y con cadenas físicas. Ninguno de los dos casos debiera ser.

Dice usted que no nos cree cuando anunciamos el fin de las retenciones económicas, y en cambio nos exige más y más gestos de paz, y ni uno solo al gobierno. Tal vez se ha desvanecido en su memoria que hemos liberado unilateralmente a unos 500 prisioneros de guerra capturados en combate, recibiendo del Estado reciprocidad cero. El establecimiento, ni siquiera permitió al grupo de mujeres gestoras de paz –que intercedieron para la liberación de sus prisioneros de guerra- la visita a las cárceles para verificar las condiciones de reclusión de los guerrilleros y de los miles de prisioneros políticos.

No debiera, María Jimena, colocarse esa venda subjetiva sobre sus ojos. Previamente al anuncio, Timoleón Jiménez, nuestro comandante, hizo una consulta a todos los Bloques, y la verdad es que ninguno de ellos tiene personas retenidas con ese propósito. País libre es una organización para-gubernamental de mentirosos que necesita justificar las ayudas internacionales e institucionales que recibe.

Ya que recuerda brumosamente mi paso fugaz por el Congreso de la República considero pertinente precisarle que con Alfonso Cano y Raúl Reyes, y muchos otros combatientes, fuimos obligados por el Estatuto de Seguridad de Turbay Ayala y el Estado de Sitio permanente, a abrazar la lucha armada. Y que muchos de los dirigentes de las movilizaciones populares de hoy, son los hijos y herederos de una generación de revolucionarios, descabezada por la intransigencia del Estado y el genocidio de la Unión Patriótica.

Esa intransigencia de las élites está atrincherada tras la máquina de guerra del Estado y tras esa arrogancia violenta que les viene del apoyo de Washington, pero no hay que desestimar que los negocios de esas élites están inmersos en la crisis sistémica del capital y que la entrega dolorosa de la soberanía es gasolina y carbón que puede encender la indignación.

Causa cierta perplejidad su desconocimiento de las motivaciones políticas e ideológicas que animan a las FARC, que la llevan dócilmente, sin mucha reflexión, a equipararnos con las Bacrim. Usted sabe que esa sigla fue inventada por el gobierno para intentar inútilmente deslindarse de los crímenes de lesa humanidad del paramilitarismo de Estado. En la Plataforma Bolivariana por la Nueva Colombia está pincelado un proyecto político de nueva sociedad. Dudo que alguna vez pueda ver a un comandante de las FARC hamaqueándose, libando los licores que usted imagina, desconectado de la pasión que lo empuja sin cesar a la tarea de la construcción de la Nueva Colombia, soberana, en democracia, justicia social y paz.

Es obvio que no estamos en la orilla de los que pillan nuestros recursos y causan la pobreza de 30 millones de compatriotas. Mirar las posibilidades de paz desde la orilla del empresario Luis Carlos Sarmiento Angulo, por ejemplo, que diariamente despoja a unas 10 familias de sus casas aduciendo no pago cuando la gente ha cancelado tres veces y más el valor de las mismas, es correr el riesgo de quedarnos atrapados eternamente en la noche de la guerra. ¿A estos tipos debemos rendirles pleitesía?

Después de andar todos estos años con un fusil en las manos y la flama de la paz en el corazón, recordando a los caídos, pensando en los humildes, creo tener más razones que nunca para luchar por el ideal de dignidad de un pueblo hasta las últimas consecuencias. Si la paz ha de venir por la vía de la solución política, bienvenida sea. Es lo que anhelamos todos. Tenemos fe ciega en la fuerza de la movilización y marcha del pueblo por la paz.

Iván Márquez
Integrante del Secretariado de las FARC-EP

Montañas de Colombia, abril 20 de 2012