Las
conclusiones más trascendentales de la Sexta Cumbre de las Américas no fueron
los insulsos papeles públicos firmados por los presidentes, sino las
conclusiones arrojadas por el escándalo sexual de la seguridad de Obama.
La
primera gran conclusión es que el verdadero burdel de los gringos no es el Bar
Tu candela de Cartagena, sino el Palacio de Nariño de Bogotá. Esa es la casa “number one” del lenocinio, donde la
casta gobernante ejerce la más despreciable prostitución mental para satisfacer
a Washington, su cliente principal.
La
segunda no tiene discusión; se cae de la mata: tiene más dignidad Dania Londoño,
la chica de Tu Candela, que Juan Manuel Santos, el chico del Palacio. Dania al
menos no se deja robar. Santos, en cambio, reparte todo gratis y permite que
las transnacionales se roben lo que quieran.
En
medio del bullicio carnavalesco de la Cumbre, el presidente Santos y el sector
financiero celebraron como locos de la antigua Sibaté, la brutal puñalada del
TLC que los gringos clavaron sobre la humanidad de Colombia.
Asumiendo
el papel de la Abuela Desalmada, Santos cree que puede tratar a Colombia, como a
la Cándida Eréndira de la novela de Gabo. Difícilmente podrá la oligarquía, subalterna
de la Casa Blanca, prolongar la explotación y el engaño a un pueblo por los
siglos de los siglos. El movimiento social en Colombia está en marcha por la
dignidad, la soberanía y la independencia. Se están juntando las rebeldías para
impedir el saqueo de nuestras riquezas por las transnacionales. Crece la
conciencia de que tenemos que poner fin a la desnacionalización de la economía,
y a la precarización del trabajo. Nuestro petróleo, nuestro oro y nuestro
carbón no serán más el botín de la prosperidad de las transnacionales, como
quiere Santos, sino los recursos para superar los graves problemas sociales que
abaten a los colombianos.
Terminó
sin pena ni gloria esa Cumbre de la opulencia escenificada a orillas de un mar
de miserias. Por orden de Míster Obama, nada se dijo de la solidaridad
continental que debe rodear a la Argentina en la reclamación de su soberanía
sobre las islas Malvinas. Nada sobre el derecho natural de Cuba a participar en
estos eventos. Nada sobre la legalización de las drogas como punto de partida
para la solución del problema del narcotráfico. Es que los Estados Unidos,
tambaleante en medio de la crisis sistémica del capital, necesitan los dólares
del narcotráfico para inyectarlos, como medida de choque, a su maltrecha y
moribunda economía.
Decenas
de millones de dólares con cuenta de cobro al erario, derrochó Santos en la
Cumbre para promocionar inútilmente sus ínfulas y vanidad de líder continental.
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