jueves, 30 de mayo de 2013

Organizan twitazo mundial para la libertad y asilo de Julián Conrado para el viernes 31 de mayo



Organizan twitazo mundial para la libertad y asilo de Julián Conrado para el viernes 31 de mayo


Por Tribuna Popular

Petición hecha al presidente Maduro


Caracas, 29 may. 2013, Tribuna Popular TP.
Organizaciones sociales y políticas de Venezuela llaman a los revolucionario del mundo entero a unirse a la campaña por la libertad y asilo del combatiente cantautor fariano, Julián Conrado, para este viernes 31 de mayo, desde las 4 PM (hora de Venezuela) 8:30 PM GMT.
El Hastag es #LibertadAsiloPaJulianConrado.


La petición está dirigida al Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, camarada Nicolás Maduro, cuyo texto es el siguiente:



Caracas, 29 de mayo de 2013
Nicolás Maduro Moros
Presidente Constitucional de la República Bolivariana de Venezuela.
Palacio de Miraflores.

De nuestra más alta consideración.

Reciba junto al reconocimiento por su gestión, nuestro saludo bolivariano y revolucionario.

Seguidamente y con la urgencia debida, le planteamos el tema que nos motiva:

¡Libertad y Asilo para Julián Conrado! al cumplirse dos años (730 días) de una detención arbitraria. Es una solicitud justa, que sin duda, pasa por su consideración y así, lo entendemos.

No se justifica, desde ningún punto de vista, que la República Bolivariana de Venezuela, país donde se lleva a cabo un proceso revolucionario, mantenga privado de su libertad a un perseguido político colombiano y latinoamericano, sobreviviente de acciones genocidas, como el exterminio de la Unión Patriótica, calificado así por el Derecho Internacional. Dos años sin que el sistema judicial venezolano, cumpla con sus responsabilidades, es, por decir lo menos, preocupante.

Julián Conrado fue capturado sin que se cumplieran los requisitos dispuestos por la legislación venezolana, configurándose, entonces, un acto de secuestro. Los captores no podían alegar flagrancia, pues fue capturado cuando descansaba después de cumplir las faenas campesinas del día.

Se intentó a la fuerza, trasladarlo a territorio colombiano, pero se frustró la acción por la concurrencia de circunstancias que han sido bien explicadas en cartas dirigidas a la Presidencia por Julián, quien además, sufrió aislamiento, incomunicación e interrogatorios sin sentido, entre otras violaciones a derechos fundamentales.

Al saberse de la desaparición de Julián, grupos religiosos como FUNDALATIN, creada por el Padre Juan Vives Suriá, y de artistas de Venezuela y el exterior, organizados en la Coordinadora QUE NO CALLE EL CANTOR, impulsaron ante los tribunales el mandato de Habeas Corpus, de reconocimiento internacional, y solicitaron refugio y/o asilo político legal ante ACNUR, sin que esto derivara en una medida de libertad como correspondía. Posteriormente pasó a la Sala Penal del Tribunal Supremo de Justicia, la cual convocó a la Audiencia Oral, y un día antes, la suspendió sin fijar nueva fecha, lo que constituye una falta a los procedimientos regulares.

Es importante subrayar que durante el proceso hubo un claro pronunciamiento de la Fiscal General de la República, Dr. Luisa Ortega Díaz, que declara la improcedencia de la medida de extradición, habida cuenta que el Estado colombiano, no cumplió con los extremos que, a estos efectos, son de exigencia obligatoria.

Conferencistas, abogados y otros expertos añadieron que, en el caso colombo-venezolano planteado, no había una Doble Incriminación, o de haberla sería Impropia, toda vez que no se establecían en Venezuela las recompensas o pagos en dinero o en especies por la persecución a perseguidos políticos, como si se sucede en el establecimiento legal de Colombia. De hecho, el General Naranjo, de Colombia, declaró en su momento que se pagará recompensa a quienes colaboraron en la captura y que Estados Unidos, ofrecía una recompensa de hasta dos millones y medio de dólares.

Importante es considerar que actualmente la mesa de diálogo entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-EP) y el gobierno colombiano, instalada en la Habana, comienza a dar sus frutos y se anuncian, probables conversaciones entre el Ejército de Liberación Nacional (ELN) con el gobierno colombiano. Constituye un contrasentido que mientras se da esta atmósfera entre estos actores del conflicto armado, se mantenga preso en Venezuela a Julián Conrado. Consideramos que podría ser por su experiencia acumulada, en el orden musical, cultural y espiritual, un factor contribuyente para la materialización de la paz.

Le solicitamos reciba a un grupo constituido por: Lilia Vera, La Chiche Manaure, Sandino Primera, la hermana Eugenia Russián y Freddy Gutiérrez Trejo, a los efectos de buscar la solución en justicia a este asunto. Todos juntos o cualquiera de ellos, particularmente, podrán esbozarle suficientes elementos de índole legal y humanitario que, seguramente, redundarán con su alto criterio y en la positiva adopción de la decisión que en definitiva y con respeto le solicitamos.

Señor Presidente:
Como Constituyente, Usted defendió un principio fundamental contenido en el Art. 2 de nuestra Carta magna:Venezuela se constituye en un Estado democrático y social de Derecho y de Justicia, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y, en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político”.

Con fundamento a estos postulados y sobre la base de los argumentos planteados, consideramos urgente la libertad y asilo, para Julián Conrado, por ahora, privado de los derechos que le son propios o inmanentes.

Reiterando nuestra consideración y respeto, y levantando el más anhelado sueño de justicia y de dignidad bolivariana, nos despedimos con Alí Primera diciendo:

“… A veces sucumbo ante la rabia con la misma fuerza que lo hago ante la ternura, pero siempre como una respuesta espiritual y no como una reacción endocrina ante la realidad.
Rabia y ternura estimulan mis ganas de combatir y en el tío-vivo de la vida, siempre me han gustado el caballito azul del amor y el blanco de la Libertad. Por ellos, siempre cabalgaré en el caballo rojo del combate.”

¡AMANDO VENCEREMOS!
Coordinadora “Que no Calle el Cantor”

FUNDALATIN


Informa la Delegación de Paz de las FARC en La Habana que su blog de ha sido recuperado

Pueblo Colombiano: ¡Pa´la mesa!_Diálogos de paz FARC-EP

EL BLOG HA SIDO RECUPERADO

El saboteo a este blog coincide con el cierre del noveno ciclo de los diálogos de paz y con el aniversario numero 49 de nuestra fundación. La manipulación mediática a la que estamos acostumbrados nuevamente se hace presente.

Lamentamos estos hechos tan deplorables e insistiremos en divulgar la verdad a pesar de la censura y la persecución del Estado colombiano.

Desde el mismo día 22 de mayo de 2013 cuando bloquearon el portal, hasta hoy 30 de mayo de 2013 alojamos los documentos en el portal web https://resistencia-colombia.org/. Actualizaremos este blog a partir de la fecha.

martes, 28 de mayo de 2013

La inamovible perseverancia de las FARC-EP. Por Gabriel Ángel, guerrillero de las FARC-EP

Guerrilleros de las FARC-EP en la trocha.

Tenemos todo el derecho a llamarnos revolucionarios y a ocupar el lugar que nos merecemos en la construcción del nuevo país

Por Gabriel Ángel


La ideología de las clases dominantes nunca bramó con tanta soberbia como tras la caída de la Unión Soviética. Lanza en ristre, políticos, académicos, intelectuales, militares y hasta comunistas arrepentidos se echaron encima del pensamiento revolucionario, alegando que carecía de lugar, pretendiendo ridiculizar a sus defensores y celebrando misas por su muerte intempestiva.

Absurdas elaboraciones sin el menor sustento histórico o científico pasaron a remplazar lo que llamaron con desprecio el metarelato. El fin de la historia, el choque de las civilizaciones, la ola democratizadora, sucesivamente emergieron novísimas interpretaciones de la realidad, bendecidas de inmediato por el gran capital y universalizadas con loas por los grandes medios.

Peor aún la avalancha desatada contra los revolucionarios en armas. Al tiempo que los marines norteamericanos pertrechados con el arsenal más moderno, amparados por sofisticada artillería, naves de guerra y aviones de alta tecnología destructiva, humillaban al Ejército iraquí en la Tormenta del Desierto, se nos hizo saber que nada justificaba ahora las rebeliones armadas.

Sin importar el lugar, las condiciones históricas,ni la naturaleza de las contradicciones económicas, sociales, políticas o culturales que particularizaban la situación de las distintas luchas de los oprimidos, un decreto expedido en las alturas imperiales, y aplicado de inmediato por sus cipayos en cada país, sentenciaba que sólo tenían algún sentido los medios pacíficos.

Dando por sentado, por supuesto, que en todas partes existían condiciones plenas para ejercicio de tal expresión de la lucha popular. Y partiendo de la premisa de que todas las manifestaciones, armadas y no armadas de inconformidad y rebeldía, habían tenido origen exclusivo en el interés soviético por ampliar su dominio en el mundo. Muerta la madre, había que sacrificar los hijos.

Si todas las formas de la lucha contra la explotación capitalista eran inyectadas por el comunismo ruso, si las presuntas injusticias y opresiones contra las que se alzaban los pueblos no eran más que invenciones de la propaganda subversiva promovida por Moscú, si el capitalismo era el escalón más alto e insuperable alcanzado por la humanidad, no había más remedio que rendirse.

Entre otras cosas, porque con el derrumbe del paradigma se pretendía probar la imposibilidad de una alternativa distinta. Todos los medios y discursos repitieron incesantemente que la salvación buscada no existía, como acababa de ser demostrado, pero sobre todo porque el peligro jamás había existido tampoco. El capitalismo nunca había sido un monstruo, sino una bendición bendita.

Canallas, miserables, dinosaurios despreciables y estúpidos, momias congeladas en las nieves del tiempo, piezas desechables de museo, ciegos sin lazarillo y sordos sin remedio, qué no se dijo de quienes perseveramos en la lucha contra las injusticias. La furia reunida de todos los huracanes era pequeña ante temible tsunami que se abalanzó sobre los revolucionarios y rebeldes.

Muchos cedieron, es verdad. Bebieron de la nueva fuente de la sabiduría y quedaron perplejos, anonadados por el descomunal gigantismo del poder omnímodo. Resignaron sus ideas y sus esfuerzos por transformarlo todo y construir su verdad. No merecen una palabra más que se refiera a ellos. Nosotros no, nosotros seguimos apostando a la causa y seguros de triunfar.

Desde entonces todas las iras imperiales y oligárquicas cayeron sobre nuestras humanidades, no hubo infamia que no se atribuyera a nuestra organización. Perseverar en la lucha se convirtió en estigma, patíbulos ejemplarizantes se irguieron para ejecutarnos con sevicia, los círculos del poder celebraron al unísono una y otra vez cada golpe que recibíamos. Nos volvieron malditos.

Aun así seguimos adelante. Inspirados entre otras cosas por la dignidad del pueblo de Cuba, esa nación de titanes que iluminados por las palabras del Fidel y El Che, se levantaba invencible en las narices del Imperio. Animados por la claridad diáfana del pensamiento de nuestros fundadores. Reivindicando la sangre y el honor de aquellos de los nuestros que caían en la embestida.

Pero sobre todo, conscientes de que no porque la repitieran millones de veces, la mentira institucionalizada iba a volverse cierta. Mientras el hambre y la injusticia afectaran a una inmensa mayoría de nuestros compatriotas, mientras la violencia sanguinaria del Estado continuara cercenando miles de vidas en nuestro suelo, nuestras razones al nacer se mantenían vivas.

No porque lograran imponerse por la fuerza de las armas y el miedo, se volvían válidos los argumentos del gran capital para saquear sin tregua las riquezas de nuestro país, para cortar de un tajo los derechos conquistados por los trabajadores en un siglo de luchas, para redistribuir la propiedad de la tierra a su favor mediante la generalización de la masacre y el destierro.

No porque nos llamaran de la peor manera, porque aseguraran que carecíamos de ideas y sólo nos alentaban motivaciones viles, porque sus cantos de sirena nos invitaran a la rendición al tiempo que nos arrojaban toneladas de explosivos y metralla encima, las FARC-EP íbamos a dejar de alentar a nuestro pueblo a la lucha y a arrojar la decencia a un lado del camino.

Somos revolucionarios, creemos en la posibilidad de que el pueblo colombiano reviente las cadenas con que ataron su soberanía nacional, apostamos sin dudar a que de abrirse los espacios para la expresión libre del pensamiento y el ejercicio de la actividad política, sin riesgo para la vida y la libertad, la gente honrada de nuestro país, esa gran mayoría, alcanzará los cambios necesarios.

Siempre hemos sabido que no es mediante la fuerza solitaria de las armas como vamos a conseguir el poder para nuestro pueblo. Pero sí sabemos que en las condiciones violentas y ventajistas en las que la oposición política es obligada a actuar en nuestro país, las solas vías pacíficas resultarán insuficientes. La sola historia de la UP lo demuestra.

En la particular situación que el pueblo de Colombia se ha visto obligado a vivir, el empleo revolucionario de las armas ha sido necesario para sostener la resistencia y mantener abierta la posibilidad de abrir el paso a una verdadera democracia. Ha sido la oligarquía de nuestro país, servil al imperialismo, la que ha hecho siempre la guerra. Nosotros le hacemos frente.

Que todo eso cambie es nuestra aspiración al dialogar con el gobierno en La Habana. Para alcanzar esa Mesa hemos tenido que soportar la más demencial arremetida que haya sufrido algún pueblo en toda la historia de nuestro continente. Durante 49 años continuos, miles de mujeres y de hombres hemos entregado lo mejor de nuestras vidas sin recibir un centavo a cambio.

Eso no nos confiere el derecho a considerarnos superiores a nadie. También somos conscientes de eso. Pero sin duda que tanto esfuerzo, tantas vidas regadas en el camino, tantos mártires sacrificados en la tortura y las mazmorras, nos otorga el derecho a llamarnos revolucionarios y a ocupar el lugar que nos merecemos en la construcción del nuevo país. Nadie puede negarlo.


Montañas de Colombia, 25 de mayo de 2013.

Cauca: “Ni el CRIC ni la ACIN”



  
A la situación de tensión, permanente militarización y violación de derechos fundamentales, que viven las comunidades campesinas e indígenas del suroccidente del país se suman ahora los señalamientos desde la dirigencia indígena del departamento.

Por Marcha Patriótica / Sábado 25 de mayo de 2013

El pasado 26 de abril la guardia indígena del norte del Cauca retuvo a siete indígenas, sindicándolos de pertenecer a la insurgencia de las FARC-EP y de darle muerte a uno de sus mayores, Benancio Taquines, así como a otros indígenas de la zona. Al día siguiente, y ante un gran despliegue mediático, la Asamblea de las Comunidades Indígenas del Norte del Cauca condenó, según sus leyes, a dos indígenas capturados a 40 años de “patio prestado”, es decir cárcel, que se cumplirá en jurisdicción ordinaria: en un centro de reclusión del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec).

De acuerdo con la jurisdicción especial indígena, este tipo de juicios y condenas hacen parte de sus derechos constitucionales. Lo que resalta en este caso no es el juicio en sí mismo ni la manipulación mediática que condenó a los capturados como miembros del sexto frente de las FARC-EP sin tener prueba alguna, sino el duro pronunciamiento firmado por el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (ACIN) y la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC) donde se señala a diversas organizaciones sociales de hacer parte de “un plan sistemático de exterminio físico y cultural del movimiento indígena colombiano” orquestada por las FARC-EP.

El hecho genero diversas reacciones. Entre otras la del máximo jefe de esa insurgencia, Timoleón Jiménez, quien señaló que tales actos no se corresponde para nada con la realidad y más parece el producto del envenenamiento por parte de terceros interesados a los indígenas que acusan a las FARC de tales planes. En el pronunciamiento fechado el 12 de mayo este grupo insurgente señala “los interés que intentan minar el movimiento indígena en la región del Cauca”.

Por su parte las asociaciones pro constitución de zonas de reserva campesina de los municipios de Corinto, Miranda y Caloto intercedieron en la discusión e hicieron pública su posición en comunicado del 22 de mayo, en el que dicen que este tipo de aseveraciones asombran e indigna lo que piensan y hacen unos pocos consejeros indígenas que utilizan el buen nombre de mucha gente de sus comunidades para aprovecharse de ella. La comunidades plantean que este tipo de pronunciamientos “tienen que ver directamente con la gran cercanía que por décadas el CRIC y la ACIN han tenido con agencias como la del gobierno norteamericano Usaid y programas de inversión del capital europeo”.

Por su parte la Convergencia de Asociaciones Indígenas del Cauca (CAIC), que agrupa a ocho asociaciones indígenas del Cauca, denuncia amenazas, calumnias y montajes contra algunos de sus dirigentes comunitarios; pone en tela de juicio la legitimidad algunas de las autoridades indígenas que firmaron el comunicado; y responsabiliza a las dirigencias del CRIC y ACIN por cualquier cosa que le pase a las asociaciones, líderes, indígenas y comunidades de la zona.

A la situación de tensión, permanente militarización y violación de derechos fundamentales, que viven las comunidades campesinas e indígenas del suroccidente del país se suman ahora estos señalamientos.

La Red de Derechos Humanos Francisco Isaías Cifuentes ha venido realizando una serie de denuncias que han venido recolectando al interior de las comunidades indígenas y que muestra un panorama enrarecido gracias a la intermediación en esas comunidades de programas internacionales de desarrollo. Aquí reproducimos la denuncia y las solicitudes del colectivo de derechos humanos:

1. Que se cumpla realmente con la función de inspección, vigilancia y control en la aplicación de la jurisdicción especial indígena de manera tal que se garanticen los derechos fundamentales de nacionales que, independiente de su pertenencia étnica, son ciudadanos colombianos y están viendo afectados sus derechos.

2. Que se adelante un proceso de reglamentación normativa que ponga al centro la garantía de pilares fundamentales tales como el de legalidad, debido proceso, libertad, dignidad, igualdad y presunción de inocencia, los cuales están siendo afectados en aplicación de la jurisdicción especial indígena. Y de paso que se pongan límites y controle el ejercicio del poder jurisdiccional sobre las autoridades indígenas.

3. Que se adelante un proceso exhaustivo de revisión de las sentencias dictadas por los tribunales indígenas en el departamento del Cauca.

4. Que se la jurisdicción ordinaria asuma la investigación de la muerte del señor Alfredo Ríos, dirigente campesino asesinado el día 23 de julio de 2011, cuando era candidato al Consejo Municipal de Toribío. Y que en dicho proceso investigativo se llame a rendir testimonio al señor Civilino Ul.

5. Que se reglamente todo lo relacionado con los recursos de las transferencias que, de los impuestos de todos los colombianos, se hacen a entidades indígenas de derecho público especial.

Tomado de Agencia Prensa Rural

“Vemos al general Naranjo y al general Mora como dos adversarios dentro de una confrontación política en la que ellos esán en un bando y nosotros en el otro.”



Habla Pablo Catatumbo

Uno de los hombres fuertes de las Farc habla con María Jimena Duzán sobre las posibilidades de un acuerdo

Revista Semana / Martes 28 de mayo de 2013

MARÍA JIMENA DUZÁN: ¿Hace cuánto no salía del monte?

PABLO CATATUMBO: A la civilización no vengo desde las negociaciones de Tlaxcala. Es decir, desde hace casi 25 años. Y hace 12 no veía a Iván Márquez.

M. J. D.: Usted fue el primer miembro del secretariado que dio el paso que inició este proceso de paz. ¿Qué lo motivó a darlo?

P. C.: Es cierto. Las exploraciones comenzaron con el gobierno de Uribe cuando nos envió una carta, firmada por el entonces comisionado Frank Pearl. En ese momento, sin embargo, consideramos que no era viable insistir en un proceso de paz cuando su mandato estaba acabando.

M. J. D.: ¿Y por qué decidieron iniciar los diálogos exploratorios con el gobierno Santos?

P. C.: Porque las cartas que él nos mandó y los mensajes que nos hizo llegar tenían otro contenido. Además, estaba comenzado un gobierno y desde el día de su posesión el presidente dijo que no tenía cerradas las puertas de la paz y que las llaves las tenía él. Con Alfonso Cano y el secretariado analizamos esa alocución y nos pareció que ahí había un mensaje. Sentimos que había la posibilidad de llegar a encontrar una solución política, que nunca ha estado ausente de nuestro planteamiento estratégico. El resto no se lo puedo decir porque tenemos compromisos de confidencialidad con el presidente, que ambos hemos respetado.

M. J. D.: ¿Qué impacto puede tener en el proceso de paz la posible reelección del presidente Santos?

P. C.: Me parece positivo. Si el presidente es reelegido se le da continuidad al proceso. De otro lado, le da la oportunidad para que lo defienda, cosa que no ha hecho hasta ahora con suficiente fuerza y convicción.

M. J. D.: ¿Por qué lo dice?

P. C.: Siempre tiene un doble mensaje. Por un lado está la mesa de La Habana, pero por el otro nos vive hablando de plazos. Primero nos dio uno y luego lo alargó hasta noviembre. Y en varias ocasiones ha dado a entender que si esto no funciona, nada se pierde porque volvemos a la guerra de siempre.

M. J. D.: En el documento escrito por el alto consejero para la paz, Sergio Jaramillo, se defiende el proceso y se plantea la importancia del fin del conflicto. ¿No lo entendió así?

P. C.: ¿Qué hizo Sergio Jaramillo? Exponer de manera clara y coherente el pensamiento que tiene el gobierno de lo que debe ser este diálogo de paz. Desde ese punto, me parece interesante porque antes no lo habían hecho. Pero le aclaro, esa es la opinión del gobierno, no la nuestra.

M. J. D.: ¿Y qué es lo que no comparte del documento del alto comisionado?

P. C.: Para empezar, diferimos en los tiempos. No queremos un proceso exprés. A una confrontación que ha causado tanta tragedia en el país y que se ha prolongado durante casi 50 años es muy complicado ponerle plazos.

M. J. D.: ¿Significa eso que este año no habrá humo blanco?

P. C.: Yo no quisiera caer en esos escenarios. Nosotros queremos más bien recordarle al gobierno que hay temas muy gruesos en los que todavía no hay acuerdo, como sucede con la propiedad terrateniente en Colombia. El latifundismo es lo que históricamente nos ha llevado a la guerra. Si usted revisa, este conflicto comenzó cuando López Pumarejo dijo que los campesinos tenían derecho a su tierra e inmediatamente el poder terrateniente se le vino encima. Ahí empezó la guerra.

M. J. D.: Le pide al gobierno que defienda el proceso, pero ustedes se han tomado seis meses discutiendo el primer punto. A ese ritmo no van a terminar nunca.

P. C.: Estoy de acuerdo con que el proceso tiene que avanzar. Pero para eso hay que poner voluntad de lado y lado. El gobierno ha dicho que tiene unas líneas rojas y que sabe hasta dónde llegar. Eso, si no lo explican bien, se presta para conjeturas. Se parece mucho a lo que Uribe llamaba los inamovibles.

M. J. D.: En el Congreso se está moviendo una propuesta de suspender el proceso de paz, mientras se llevan a cabo las elecciones. ¿Le parece viable?

P. C.: Puede estar bien intencionada, pero faltó sustentarla más y podría hacer inviable el proceso. Insisto: ha habido avances, pero no los suficientes. El gobierno ha ofrecido devolverles las tierras a quienes se las han arrebatado, pero eso no es ninguna reforma agraria, ni mucho menos una revolución. Tan solo un acto de elemental justicia y hasta incompleto, pues el despojo según la Contraloría suma 8 millones de hectáreas y solo ofrecen restituir 2 millones. Para que haya una revolución en el campo, mínimo tendríamos que cambiar la injusta concentración de la propiedad de la tierra. Por eso, cuando nos dicen que la propiedad privada no se va a afectar, pensamos que esas son las líneas rojas de las que habla el presidente Santos.

M. J. D.: Nadie cuestiona que haya concentración de la tierra. Pero también hay derecho a la propiedad privada y el gobierno ha sido muy claro en que no se va a tocar ese tema en la mesa. ¿No será que ustedes también tienen sus líneas rojas que tampoco los están dejando avanzar?

P. C.: Le aclaro, nosotros no estamos hablando de expropiar toda la propiedad latifundista. Solo que se apliquen los instrumentos administrativos y las leyes que hay para ponerle límites a esa concentración. Por eso proponemos que si hay 40 millones de hectáreas en ganadería extensiva que por lo menos se incorpore la mitad a la producción de alimentos. Además en el tema de las Zonas de Reserva Campesina hemos pedido que se legalicen los 9 millones y medio de hectáreas de tierra que están en proceso de construcción, pero el gobierno se niega argumentando que solo hay 3 millones y medio.

Cuando yo entré a la guerrilla, San Vicente del Caguán no existía, la zona de La Uribe y de El Pato eran una selva. El general Rojas había implementado una reforma agraria para darle a los campesinos tierras, pero en la selva, y estos habían llegado con sus hachas a derribar montaña. Esos son los campesinos que hoy están clamando por que les titulen sus tierras. Eso pasó hasta en los Estados Unidos, cuando se pobló el oeste, pero Colombia es el único país donde hay que armar una guerra para conseguir que les titulen una tierra que ya es suya de hecho.

M. J. D.: Si este proceso de paz llega a feliz término, ¿usted quisiera llegar al Congreso?

P. C.: María Jimena... Si mi objetivo fuera llegar al Congreso, no habría necesitado pasar 40 años en el monte. Si he luchado tantos años no es para llegar a ser simplemente un parlamentario. Para eso, me habría metido a un partido tradicional y me hubiera vuelto un clientelista más. Nosotros tenemos una inmensa voluntad de paz, pero sería injusto con el país que una guerra que ha costado tanto se termine sin que haya un cambio mínimo en las condiciones sociales de la gente. Y sería un acto irresponsable de parte de las guerrillas colombianas que solamente se buscaran beneficios personales.

M. J. D.: ¿Y entre esos beneficios personales, el de no ir a la cárcel después de todos los crímenes que han cometido es uno que les interesa?

P. C.: Lo que creemos es que la propuesta de Santos no es generosa en ese sentido. El M-19 obtuvo amnistía, constituyente, circunscripción electoral especial, ministerios y hasta noticieros. Todo eso se lo dieron acabando de hacer la toma del Palacio de Justicia. A las Farc-EP, que es una guerrilla mucho más importante, nos ofrecen un marco jurídico en el que nos toca ir a la cárcel. ¿Cuántos años?, pregunta uno. Poquitos, por ahí de cuatro a ocho, le dicen. Eso no tiene lógica.

M. J. D.: Tampoco tiene lógica que pidan esos beneficios judiciales sin que hayan aclarado cómo es que van a enfrentar el tema de las víctimas.

P. C.: Eso no es cierto. Nosotros ya dijimos que vamos a ponerles la cara a las víctimas. Lo que pasa es que cuando nosotros decimos que también somos víctimas, muchos lo interpretan como una manera cínica de decir que nosotros no tenemos ninguna responsabilidad. No hay tal. Lo que ocurre, así muchos no quieran aceptarlo, es que nosotros también somos víctimas. Cada uno de los representantes de las Farc-EP en La Habana, fuera de los que hay en el monte, tiene una tragedia para contar.

M. J. D.: En su caso, tengo entendido que una hermana suya fue secuestrada por Carlos Castaño en 1998.

P. C.: Mi hermana no era ni siquiera de izquierda, era una muchacha normal. Esta es la historia que ella me escribió antes de que la desaparecieran: Castaño había diseñado una estrategia para humillarnos a los comandantes y tomar retaliaciones contra nosotros y decidió secuestrar a varios de nuestros familiares.

En mi caso, intentó secuestrar primero a mi madre, a otra hermana y a la mamá del hijo mío. Cuando no pudo, la emprendió contra mi hermana Yanette. Ella tenía una relación con un señor que era casado y que estaba en trámites de divorcio. Él le dijo que iba a vender un apartamento y que esa plata se la iba a dar a ella. Eran 28 millones de pesos

Los Castaño, que la tenían infiltrada, supieron de esos millones en la cuenta de mi hermana y asumieron que eran “los dineros malditos de las Farc”, como me lo escribió ella en su carta. Cuando se la llevaron a Castaño, mi hermana fue acusada de ser testaferro de los dineros de Pablo Catatumbo, cuando yo no tengo sino una carpa para hacer mi cambuche.

M. J. D.: ¿Es cierto que su hermana y Carlos Castaño se enamoraron?

P. C.: ¡Eso qué va a ser cierto! ¿Cómo es que la van a secuestrar y luego se enamoran de ella? Lo que sucedió después es que Castaño nos presionó para que negociáramos. Me mandó razones, pero le dije que no iba a hablar con él, que no le tenía miedo. Fue una decisión que tomamos todos en el secretariado, porque no era solo mi hermana sino la mamá y la hermana de Iván, el hermano de Alfonso, la hermana de Simón Trinidad.

Después de un tiempo los Castaño decidieron liberarlos a todos, pero a ella le tocó exiliarse en Costa Rica. Allá se estableció, pero siempre con el sueño de volver a Cali, que era donde estaban su hijo y su novio. Un día recibió una llamada de los Castaño en la que le decían que si quería volver, arreglara con ellos. A pesar de que la familia le dijo que no fuera, ella insistió con el argumento de que quería volver a ver a sus hijos y que no debía nada. Se vino y cuando llego a Panamá, se bajó del avión y hasta ahí supimos de ella.

M. J. D.: ¿Ustedes aceptan haber secuestrado y asesinado al papá de Carlos Castaño?

P. C.: Aunque yo no era comandante en ese momento, ni estaba en esa zona, sí fue cierto que al padre lo retuvieron las Farc, pero no lo ejecutaron. Su padre murió al parecer en un intento de rescate cuando se estaba procediendo a su liberación. Pero, ¿sabe? No guardo rencores. Yo entiendo que este es un conflicto que nos ha afectado a todos. Y por eso hablamos de las víctimas del conflicto, que incluyen a los familiares de los soldados, de los guerrilleros…

M. J. D.: …a las de los diputados del Valle, asesinados por las Farc o a las de los Turbay Cote que corrieron con la misma suerte.

P. C.: Sí, las de los políticos. En realidad yo no tuve participación directa en ninguno de esos dos operativos, pero entiendo que debe ser un drama inmenso y terrible que no podemos negar y que en su momento debemos abordar como organización.

M. J. D.: En el caso dramático del asesinato de los 11 diputados del Valle, ¿están dispuestos a asumir su responsabilidad?

P. C.: Le estoy diciendo que ahí hay una responsabilidad que debemos abordar como organización.

M. J. D.: La hermana de los Turbay Cote, en una entrevista en El Tiempo, dice que los perdona solo si dicen la verdad. ¿Qué le contestan?

P. C.: Me parece un gesto de tolerancia y de nobleza por parte de ella. Pero le repito: en este tema de las víctimas hay que poner sobre la mesa todo el rompecabezas. ¡Armémoslo, pero completo!

M. J. D.: Una pareja de españoles acaba de ser secuestrada en La Guajira. Ustedes han negado tenerlos. ¿Por qué es tan difícil creerles que ustedes no siguen secuestrando?

P. C.: Vuelvo y le repito: las Farc les hemos dado órdenes a todos nuestros frentes de que no detengan a personas. Y definitivamente, la retención de esa pareja de ciudadanos españoles no fue obra de las Farc.

M. J. D.: Hoy está en La Habana, pero mañana puede volver al monte a librar una guerra que van perdiendo. ¿No teme terminar como Alfonso Cano?

P. C.: Lo de que vamos perdiendo la guerra es relativo. Lo que sí es cierto es que ni el Ejército nos ha podido derrotar, ni nosotros hemos podido ganar la guerra. Extender este conflicto no puede ser bueno para el país. Me pregunta que si le tengo miedo a la muerte y le respondo: cuando uno asume un compromiso revolucionario tiene que asumir las consecuencias. A los revolucionarios no nos mueve el afán de conservar la vida, sino el de defender nuestros ideales. Por eso el Che Guevara decía que somos unas especies raras. Y en cuanto a la muerte de Alfonso, yo creo que haberlo mandado matar fue el peor error de Santos. Él era el gran hombre de la paz.

M. J. D.: Esa imagen altruista de los alzados en armas contrasta con la que se han hecho ustedes a través de tantos años de guerra. Son una guerrilla cada vez más aliada con el narcotráfico y que somete a la población civil a la extorsión y el secuestro, al reclutamiento de menores y a las minas antipersona.

P. C.: Mire, un Ejército que ha luchado, que ha soportado un tren de guerra como el que hemos soportado, si fuera integrado por narcotraficantes, se habría quebrado hace rato. Hemos soportado ocho años de Plan Patriota, más dos años de combate con este Ejército de Santos. Y le digo una cosa: no es cierto que en este gobierno se haya aminorado el combate. La intensidad del enfrentamiento es igual o mayor que con Uribe. Yo vengo del frente de esa guerra.

M. J. D.: ¿Cómo se siente sentado enfrente del general Mora y el general Naranjo?

P. C.: Nos saludamos de manera cordial. Nosotros nunca hemos entendido esto como una pelea personal. Los vemos como adversarios dentro de una confrontación política en la que ellos están en un bando y nosotros en el otro. En estos días le escuché decir al general Naranjo que cuando el enemigo se respeta, uno mismo se hace respetable. Me parece una muy buena frase.

M. J. D.: Si es cierto que no están secuestrando y que no tienen que ver con el narcotráfico, cosa difícil de creer, ¿cómo están entonces financiando la guerra?

P. C.: Definitivamente el tema de las retenciones con fines económicos está cancelado. Lo que sí le quiero decir es que nosotros no somos narcotraficantes.

M. J. D.: ¿Por qué se metió a la guerrilla?

P. C.: Me hice guerrillero después de una conversación con Jaime Bateman, que en ese momento era de la red urbana de las Farc. Era un pelao. De esa conversación salí convencido de que el camino era la lucha armada. Ingresé a la guerrilla, me encontré con que mi hermano ya pertenecía a ella y luego con Carlos Pizarro y Álvaro Fayad. A pesar de que estos dos desertaron y se fueron a fundar el M-19, yo no lo hice porque siempre he seguido la política de las Farc. Sin embargo, respeté mucho a Pizarro. Otra cosa es Navarro y compañía. Ellos abandonaron los ideales de Pizarro y Bateman. Navarro nunca fue un revolucionario y Petro creo que ni siquiera fue guerrillero.

M. J. D.: Ustedes dicen que siempre han tenido voluntad de paz pero Pastrana se quedó esperando con una silla vacía a Marulanda, que nunca llegó.

P. C.: Pastrana se comprometió a acabar con los grupos paramilitares. Pero no lo hizo. Y Marulanda, que era desconfiado, se levantó dos veces de la mesa por el tema de las masacres paramilitares. Marulanda le fue perdiendo confianza. Esa fue la verdad. Marulanda sí quería la paz. Si hasta mandó a hacer una casa en el Caguán con piscina y eso que creo que no sabía ni nadar.

M. J. D.: ¿Y sí piensa que esta vez se va firmar el fin del conflicto?

P. C.: Hay que construir una sólida convicción de que este proceso es posible en ambas partes. Nosotros nos la vamos a jugar toda en ese propósito. Pero desde el comienzo dijimos muy claramente que lo nuestro no es una reinserción, ni es un proceso similar al del M-19. Estamos hablando de un fin del conflicto, pero que nos conduzca a la justicia social. ¡Nosotros no estamos mamando gallo! El presidente lo sabe y eso quedó claro en las primeras cartas que nos cruzamos. Le voy a decir una perogrullada: los procesos de paz no han funcionado en el país por una razón muy simple.

M. J. D.: ¿Y cuál es esa razón?

P. C.: La de que no nos entendemos. Cuando hablamos de paz, el establecimiento entiende desmovilización. Y para nosotros, paz significa justicia social y algunas reformas y garantías de participación política. Ese desencuentro es lo que tenemos que superar. Por eso le digo: hay avances y hay que ser optimistas, pero sobre todo no hay que levantarse de la mesa.

M. J. D: Pero es que ustedes son expertos en no levantarse de la mesa. Les conviene el estatus político que les da la negociación.

P. C.: Podemos ir avanzando en el tema de la participación política sin cerrar el primer punto agrario. Ahí puede haber varios temas en que estemos de acuerdo, aunque hay uno en el que no lo estamos: el gobierno habla de referendo para refrendar lo acordado y nosotros de una constituyente. Pero para eso estamos aquí, no para imponer condicionamientos sino para acordar vías que nos permitan buscar un acuerdo.

Conversaciones de paz sobre Colombia en Cuba: seis meses y un logro





Las delegaciones de la insurgencia colombiana y el gobierno de Santos llegaron a un primer acuerdo en Cuba. De los cinco puntos de la agenda, preacordaron el primero, sobre la cuestión agraria. Es un gran paso adelante, con límites.


Por Emilio Marin

El conflicto armado en Colombia lleva más de cincuenta años, con 3,7 millones de desplazados y 300.000 muertos, y es un poco temerario poner las manos al fuego por un primer preacuerdo en las conversaciones de paz en La Habana.

Ya hubo a partir de los 80 tres intentos por poner fin al conflicto armado y se terminó a los tiros por culpa del Estado, azuzado por los latifundistas, las multinacionales y la Casa Blanca. ¿Por qué esta vez el resultado sería diferente?, se preguntan los escépticos.

Lo positivo es que se vienen cumpliendo las diferentes fases. Hubo negociaciones secretas entre las partes en la capital de Cuba y luego se radicaron en Oslo, en octubre de 2012. Acordada la agenda, los equipos se vieron otra vez las caras, desde el 19 de noviembre en La Habana, discutiendo el tópico más trascendente en lo económico-social: la cuestión agraria.

Al cabo de seis meses ambas delegaciones anunciaron el 26 de mayo que tenían un acuerdo general sobre aquella cuestión. Hubo un documento en común, leído por representantes de los gobiernos garantes, Carlos Fernández de Cossío, de Cuba, y Dag Mylander, de Noruega, con agradecimientos para los acompañantes, Chile y Venezuela.

Ese anuncio tan positivo, con repercusiones favorables en Colombia y en toda la región -con plácemes y aplausos de los presidentes de Venezuela y Bolivia- cerró la novena ronda de conversaciones, tomando de jalón la iniciada en noviembre pasado.

Buen documento, con reservas

Las FARC nacieron hace 49 años -ayer 27 de mayo se cumplió ese aniversario- como una autodefensa campesina, con Manuel Marulanda y otros labriegos de Marquetalia, en el centro sur del país, defendiéndose de operativos de exterminio del Ejército.

Y en ese tiempo, con avances y reveses, con varios líderes asesinados en los últimos años (Raúl Reyes, Alfonso Cano y Mono Jojoy), siempre reconoció un fuerte vínculo con los pobres del campo. Una reforma agraria integral fue su histórica reivindicación y por eso no extrañó que desde Oslo ese tópico estuviera al tope de la agenda. A tal hicieron 100 propuestas mínimas.
  
El documento firmado por Iván Márquez, por la insurgencia, y el ex vicepresidente Humberto de la Calle, llevó por título “Hacia un nuevo campo colombiano: reforma rural integral”. Presentó las coincidencias como enfocadas “en la gente, en el pequeño productor, en garantizar acceso y distribución de tierras, en la lucha contra la pobreza y la reactivación de la economía en el campo”.

Entre las seis proposiciones, de movida planteó mejorar “el acceso y uso de la tierra, lo que incluye los terrenos improductivos, la formalización de la propiedad, la frontera agrícola y la protección de las zonas de reserva”. Prometió crear “un Fondo de tierras para la paz”, aunque falta saber si ese Fondo dará créditos blandos para acceder a tierras o si éste adquirirá tierras y luego las irá adjudicando.

Además de esos aspectos no resueltos, hay diferencias políticas entre la guerrilla y el gobierno de Santos sobre este asunto agrario. El documento de las FARC lo aludió con diplomacia pero sin ocultamientos. “Hemos avanzado en la construcción de un acuerdo con salvedades puntuales que necesariamente deberán ser retomadas antes de la concreción de un acuerdo final”, consignó. ¿Cuáles son esas “salvedades puntuales”, léase objeciones o reclamos guerrilleros no contemplados en el preacuerdo agrario, que podrían comprometer un “acuerdo final”?

Posibles diferendos

Puesto a especular sobre cuáles pueden ser esos motivos de reservas aludidas por Márquez y sus compañeros en este primer preacuerdo, se podrían descartar algunas hipótesis y arriesgar otras. Habría que descartar que los rebeldes hubieran querido incluir una negativa a la propiedad privada de la tierra. No figura en su programa tal eliminación de dicha propiedad.

Sí se puede pensar en que lo firmado en La Habana no le pone límites explícitos a los latifundios. No propone una reforma agraria en base a eliminar al menos parte de las propiedades de terratenientes que excedan tantos miles de hectáreas, por ejemplo. Alude a tierras improductivas, la formalización de la propiedad -de quienes ya poseen-, a la frontera agrícola y las zonas de reserva. No contempla, en consecuencia, la afectación del latifundio.
  
Y tampoco toma nota de las proposiciones de la insurgencia en poner coto al saqueo de petroleras y mineras, la contaminación ambiental y en defender el medio ambiente afectado por esos grandes capitales extranjeros.

Quiere decir que por esos motivos u otros que ya se irán develando, el primer acuerdo no ha sido pleno. Restan aspectos que “necesariamente” -según Márquez- deberán ser tenidos en cuenta antes de un acuerdo definitivo.

Desde el ángulo gubernamental, De la Calle también condicionó el anuncio del domingo. Cada uno de los puntos, dijo, no empezará a tener vigencia hasta que no estén los cinco tópicos acordados. El vocero del gobierno insistió en que si se llega a ese feliz término tendría que convocarse a un referendo para saber si la población lo acepta. Y frente a esta última iniciativa gubernamental, la guerrilla tiene otra idea, según se desprende de su comunicado del 27 de mayo.

Los cuatro puntos que restan
  
El acuerdo inicial debe ser valorado como un gran logro, sin omitir los asuntos pendientes del mismo. Ahora siguen otras cuatro “finales”, para decirlo en términos futbolísticos y restarle un poco de dramatismo a lo que sigue siendo una guerra, dentro de Colombia. El 11 de junio próximo está previsto que se reanuden las conversaciones habaneras sobre el segundo tema, el de la participación política en el sistema político colombiano, en particular cómo intervendrá de aquí en más la guerrilla, con vistas al fin del conflicto armado.

Esa discusión luce tanto o más compleja que la referida a la tierra, porque las FARC tienen una amarga y sangrienta experiencia de cuando trataron de dejar las armas y participar electoralmente mediante la creada Unión Patriótica, en 1985. Les asesinaron a 5.000 militantes y muchos dirigentes, incluso los que habían resultado electos para legisladores, concejales, etc.

Además, se sabe que en Colombia no sólo asesinan las Fuerzas Armadas que responden institucionalmente al presidente Santos, quien irá por su reelección en mayo de 2014. También lo hacen las fuerzas paramilitares, aunque no ya bajo las clásicas siglas del pasado, como Autodefensas Unidas de Colombia, desmovilizadas, sino con otras formaciones, igualmente criminales y delincuenciales, con paraguas del establecimiento colombiano.
  
Luego, si todo marcha bien, se abordarán las temáticas de las drogas ilícitas, los derechos de las víctimas y los mecanismos de verificación y refrendación de lo pactado en la mesa de La Habana.

¿Referendo o constituyente?

Esa verificación y refrendación de lo pactado parece contener divergencias importantes, aunque no se haya reparado mucho porque había y hay otros asuntos prioritarios. Pero llegará el momento, ojalá, en que haya que pulsear también por ese punto 5. Es que el jefe negociador que representa a Santos, declaró en el Palacio de las Convenciones que, mediante una consulta ciudadana, “serán los colombianos en última instancia los que digan si quieren o no este Acuerdo”.

En cambio el comunicado de los insurgentes planteó: “el esfuerzo colectivo por la paz tendrá que ser compensado con un tratado justo y vinculante rubricado por una Asamblea Nacional Constituyente que funde nuestra reconciliación a perpetuidad”.

A simple vista se detecta una coincidencia: que haya una consulta a la sociedad. La diferencia -que puede llegar a ser abismal- es que el gobierno desea que una consulta o referendo sea rubricado por el Ejecutivo o el Congreso, actual. Las FARC, en cambio, proponen que sea una Asamblea Nacional Constituyente el que selle el tratado y la reconciliación.

Esa es una diferencia de fondo. Santos supone que al sano y actual sistema político se le añadiría un nuevo actor político, el que pueda formar la guerrilla. Las FARC piensan en un cambio cualitativo del podrido sistema político, para que una Asamblea Constituyente ponga a parir una democracia participativa y social, avanzada.
  
Con esa perspectiva, parece un asunto menor la discrepancia sobre los tiempos de la negociación, polémica que también existe. La Casa de Nariño quiere apurarla bajo amenaza de dar un puñetazo sobre la mesa de diálogos; la guerrilla no tiene apuro porque cree que una mala paz puede ser hasta peor que la guerra.

El ministro del Interior, Fernando Carrillo, dio un ultimátum a los rebeldes, para que antes de Navidad de este año firmen la paz. Le contestó el 25 de mayo la comandante Laura Villa, desde La Habana, diciendo que las formulaciones de los guerrilleros recogen las reivindicaciones populares y no son una “lista de regalos” navideños. Villa podría haber agregado que ellos no creen en Papá Noel y podrán hacer concesiones pero no regalos a un Estado que consideran represor, dependiente del Comando Sur estadounidense y comisionista de mineras y petroleras extranjeras.

lunes, 27 de mayo de 2013

Gobierno y las FARC suscribe acuerdo “Hacia un nuevo campo colombiano: Reforma rural integral”



Comunicado Conjunto No. 16

Hemos llegado a un acuerdo sobre el primer punto de la Agenda contenida en el “Acuerdo General para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera”.

Acordamos denominarlo “Hacia un nuevo campo colombiano: Reforma rural integral”.

En el próximo ciclo de conversaciones, presentaremos el primer informe periódico de la Mesa.

Hemos construido acuerdos sobre los siguientes temas:

·         Acceso y uso de la tierra. Tierras improductivas. Formalización de la propiedad. Frontera agrícola y protección de zonas de reserva.

·         Programas de desarrollo con enfoque territorial.

·         Infraestructura y adecuación de tierras.

·         Desarrollo social: salud, educación, vivienda,erradicación de la pobreza.

·         Estímulo a la producción agropecuaria y a la economía solidaria y cooperativa. Asistencia técnica. Subsidios. Créditos. Generación de ingresos. Mercadeo. Formalización laboral.

·         Políticas alimentarias y nutricionales.

Lo que hemos convenido en este acuerdo será el inicio de trasformaciones radicales de la realidad rural y agraria de Colombia con equidad y democracia. Está centrado en la gente,el pequeño productor, el acceso ydistribución de tierras, la lucha contra la pobreza, el estímulo a la producción agropecuaria y la reactivación de la economía del campo.

Busca que el mayor número de habitantes del campo sin tierra o con tierra insuficiente, puedan acceder a ella, mediante la creación de un Fondo de Tierras para la Paz.

El Gobierno Nacional formalizará progresivamente, con sujeción al ordenamiento constitucional y legal, todos los predios que ocupan o poseen los campesinos en Colombia.

Se crean mecanismos para solucionar conflictos de uso y una jurisdicción agraria para la protección de los derechos de propiedad con prevalencia del bien común.

Está acompañado de planes en vivienda, agua potable, asistenciatécnica, capacitación, educación, adecuación de tierras, infraestructura y recuperación de suelos.

El acuerdo busca que se reviertan los efectos del conflicto y que se restituyan las víctimas del despojo y del desplazamiento forzado.

Incluye la formación y actualización de la información rural para la actualización del respectivo catastro, buscando seguridad jurídica y mejor y más eficiente información.

Pensando en las futuras generaciones de colombianos, el acuerdo delimita la frontera agrícola, protegiendo las áreas de especial interés ambiental.

Buscando un campo con protección social, erradicar el hambre a través de un sistema de alimentación y nutrición.

Lo convenido hasta ahora forma parte de un acuerdo más amplio que esperamos lograr en los próximos meses el cual contiene seis puntos. A partir del siguiente ciclo de conversaciones que se inicia el 11 de junio, comenzaremos la discusióndel segundo punto de la Agenda incluido en el “Acuerdo General” de La Habana, denominado Participación Política.

Uno de los principios que guían estas conversaciones es que “nada está acordado hasta que todo esté acordado”. Esto quiere decir que los acuerdos que hemos ido construyendo,están condicionados a que lleguemos a un acuerdo sobre la totalidad de la Agenda y, también, que en la medida en que se avance en la discusión se puedan ajustar y complementar los acuerdos sobre cada uno de los sub puntos.

Queremos destacar que en estos 6 meses de conversaciones no solamente hemos discutido el tema agrario. En este lapso se dio vida al proceso de conversaciones,se convino la manera de trabajar en plenaria, comisiones o por separado y se pusieron en marcha distintos mecanismos de participación y consulta ciudadana para recibir propuestas y opiniones de ciudadanos y organizaciones sociales. Estos mecanismos y procedimientos de trabajo y participación ya están en marcha, por lo que esperamos que hacia adelante avancemos con mayor celeridad en la búsqueda de acuerdos.

Resaltamos el aporte de la Oficina de Naciones Unidas en Colombia y el Centro de Pensamiento Para la paz de la Universidad Nacional en la organización de los foros que se han realizado en Bogotá sobre los temas Agrario y de ParticipaciónPolítica. También incorporamos los aportes de las mesas regionales organizadas por las Comisiones de Paz del Senado y la Cámara de Representantes de Colombia.

Agradecemos a los miles de colombianos y colombianas, y organizaciones sociales que nos han hecho llegar sus propuestas y opiniones sobre lospuntos de la Agenda a través de los foros, la Página Web o los formularios que están disponibles en alcaldías y gobernaciones. Todas y cada una de estas propuestas han sido recibidas por las delegaciones en La Habana. En la Mesa de Conversaciones se acordó y puso en marcha un procedimiento para recibirlas ordenadamente, clasificarlas y tenerlas disponibles en medio electrónico.

Queremos agradecer de manera especial a Cuba y Noruega, países garantes de este proceso, por su permanente apoyo y por el ambiente de confianza que propician. La presencia de sus representantes en La Mesa de conversaciones es factor fundamental para el desarrollo de las mismas.Igualmente agradecemos a Chile y Venezuela,países acompañantes, a quienes las delegaciones informan periódicamente sobre la marcha de los diálogos.

Estos cuatro países conforman un grupo de naciones amigas del proceso que valoramos de manera especial,al igual queagradecemos las expresiones de apoyo de otras naciones,organismos y líderes internacionales que fortalecen la confianza en el camino que estamos transitando.

La Habana, mayo 26 de 2013

Las FARC cumplen hoy 49 años, celebrando con el primer acuerdo de Paz con el gobierno sobre la tierra



De Marquetalia a La Habana: 49 años luchando por la paz

 

Las FARC-EP, con ocasión de cumplirse este 27 de mayo el 49 aniversario de nuestra fundación en Marquetalia, enviamos un saludo patriótico, revolucionario y fraternal al conjunto de las masas populares que luchan por la justicia en Colombia, Nuestra América y el mundo.


N
acimos como un puñado de mujeres y hombres del pueblo de Colombia, obligados por la brutal violencia ejercida en beneficio de minorías privilegiadas por el poder del Estado, a alzarse en armas en defensa de su vida, su dignidad y sus sueños. Manuel Marulanda Vélez, Jacobo Arenas, Hernando González Acosta y el resto de los 46 campesinos y 2 campesinas que suscribieron el Programa Agrario de los Guerrilleros en 1964, encarnaron con legendaria bravura la erupción de un sentimiento nacional de resistencia y denuncia contra el crimen, la impunidad y la intolerancia.

Las FARC-EP somos producto del crisol en que al calor del fuego y el filo de otras armas, la oligarquía colombiana pretendió entronizarse hasta la eternidad en la dirección del Estado. Viejos partidos compuestos por terratenientes y burgueses de distintas esferas, inspirados en la doctrina fascista de seguridad nacional, ensoberbecidos por el apoyo incondicional del gobierno de los Estados Unidos en su afán de dominio continental, se encargaron de hundir a Colombia en la horrible noche de muerte, persecución y terror que por desgracia aún no termina.

La guerra, la violencia y el miedo generalizado han sido siempre, a lo largo de la historia universal, instrumentos favoritos de los poderosos. Colombia no es una excepción. Para demostrarlo basta una mirada desapasionada sobre los acontecimientos que han bañado de sangre y dolor la vida de los más débiles y humildes desde los lejanos días de la conquista. O los sucesos que precipitaron en nuestra nación el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán y la furia violenta del Estado que aún no cesa. En nuestro país, en los últimos 65 años, las víctimas no se cuentan por miles, sino por centenares de miles y por millones. Y toda la responsabilidad recae sin duda en las clases dominantes y sus ambiciosos partidos políticos, aunque se vistan de etiqueta y se laven con pulcritud las manos.

La tranquilidad del hogar, la concordia, los sentimientos de paz, han sido en cambio el más valioso patrimonio de las mujeres y los hombres que viven con sencillez del trabajo de sus manos.  La guerra, toda guerra, consiste en un enfrentamiento desatado por los ricos en contra de los pobres. Las mejores tierras, los grandes proyectos de explotación de hidrocarburos, las concesiones mineras, las áreas urbanizables, todo cuanto representa un importante negocio, desata de inmediato las fieras hambrientas, con disimulo o sin él, contra los más pacíficos habitantes condenados a vender, marcharse o morir. La guerra incluye entonces el silencio y la mentira.

L
as FARC-EP somos pueblo que enfrenta con armas las armas del poder y la riqueza. Sentimos por tanto el más inmenso aprecio por la paz que nos robaron, la paz que le robaron a Colombia los negociantes y politiqueros. Nunca hemos querido la guerra. Desde antes del ataque a Marquetalia, nuestros fundadores reclamaron ante el Estado, la Iglesia y la comunidad internacional por un diálogo. Nada detuvo la obsesión de los azuzadores enquistados en el parlamento y el gobierno. Durante estos 49 años siempre hemos luchado por una solución política al conflicto. Nuestro sueño más querido es que termine definitivamente esta guerra que desangra la patria.

Lo cual no equivale a arrojar los fierros al suelo y volver sumisos al redil, hay que atacar las causas del conflicto. Las clases dominantes en Colombia, los dueños tradicionales del poder y la fortuna, deben cesar para siempre sus conductas violentas, poner fin a sus prácticas intolerantes, desmontar sus aparatos de muerte y terror, permitir que en Colombia se instaure la democracia verdadera, que se proscriban la estigmatización y la amenaza, la persecución y el destierro, el crimen que garantiza con su impunidad la dominación por el miedo.

El pueblo colombiano, la gente trabajadora y humilde que soporta los rigores de la pobreza y es acosada por sicarios de diversa índole, la enorme masa a la que sólo se le ofrecen migajas a cambio de inclinar con mansedumbre la cerviz, tiene todo el derecho a organizarse políticamente, a expresar sus sentimientos de inconformidad y sus propuestas de cambio, a hacer política sin riesgo de ser asesinados. Las víctimas y opositores a la salvaje locomotora minera, los afectados de todo orden con los TLCs y las políticas neoliberales de despojo, deben contar con plenas garantías para el trabajo pacífico en torno a la abolición de esas atroces políticas contra la humanidad.

La guerra tiene que ser terminada. Lo está exigiendo en las calles la inmensa mayoría de colombianos. Para materializar en verdad ese objetivo, esos esfuerzos tienen que armonizarse y coordinarse, unirse de manera sólida y pronunciarse de manera enérgica. Será imposible poner fin definitivo a la guerra en nuestro país, si el bloque dominante de poder desconoce que la consecución de la paz implica profundas reformas, de carácter estructural, en las instituciones y en la vida nacional, sin las cuales no desaparecerán jamás las causas de la guerra. Lo comprendimos perfectamente las FARC-EP desde el primer intento de reconciliación en Casa Verde y nos mantenemos fieles a esa posición, la única que beneficia sin ningún interés a Colombia.

Si la oligarquía se niega a hacer los cambios, la enorme multitud del pueblo movilizado se encargará de imponerlos. Nuestro país atraviesa por un momento histórico y crucial. La nación colombiana no puede permanecer más en silencio, como simple espectadora de unos diálogos en el exterior y a la expectativa de sus resultados. Los foros celebrados en Bogotá en torno a la Política Agraria Integral y a la Participación Política, pusieron de presente el enorme caudal de posiciones coincidentes y la potencialidad de los anhelos por transformar nuestro país hacia una democracia verdadera, en paz y con justicia social. Pero no basta con ello.

L
a ponencia y el discurso no conmueven un ápice la conciencia de los personeros del régimen. Hace falta mucho más. Que se repitan una y otra vez movilizaciones como las del 9 de abril. Que el pueblo hable y se haga respetar. El no a la guerra tiene que ser un sí a la reforma agraria integral, un sí rotundo al freno de la locomotora minera, un sí rotundo a una Asamblea Nacional Constituyente que consagre efectivas garantías democráticas, un sí a la desmilitarización del territorio nacional, un sí a la prohibición de los garrotes del ESMAD, un sí a la justicia contra los responsables ocultos y visibles de los grandes crímenes contra el pueblo colombiano.

Las FARC-EP no íbamos a desechar de ningún modo los ofrecimientos del Presidente Santos en el sentido de intentar la vía de una solución civilizada y dialogada al conflicto colombiano. Cuando comenzó este gobierno, llevábamos 46 años combatiendo por ello. Sabíamos y sabemos, como recién ratificó en la prensa el Alto Comisionado de Paz, que las intenciones del régimen no eran otras que las de conseguir nuestro humillante sometimiento al precio de un aplastante encarnizamiento mediático. Pero un Ejército del Pueblo como el nuestro, que conoce el auténtico sentir de los colombianos, sabía que no había razones para temer. Poco a poco, lenta pero firmemente, se iría levantando un clamor muy distinto por la paz.

Hoy ya comienza a sentirse la fuerza de ese poderoso eco por todos los rincones del país. Ya Colombia entera expresa que la paz es el nombre de la justicia social. Ya la nación comprende que la fórmula santista de oponer un no rotundo a cuanto se le plantea en la Mesa, es un cebo hábilmente concebido para validar su entrega definitiva a los intereses del capital extranjero. La Agenda pactada en La Habana no servirá jamás, por parte de las FARC-EP, para endosar el imperio del neoliberalismo y santificar la dictadura civil en nuestras instituciones. No existen ningún tipo de acuerdos secretos como afirman algunos politiqueros con perversos propósitos.

L
as FARC-EP creemos sincera y apasionadamente que la paz es posible, y que las circunstancias son abiertamente propicias para conseguirla. No tenemos la menor duda acerca de la importancia de la existencia de la Mesa de Conversaciones en Cuba. Se encarga de confirmárnoslo el plebiscito nacional e internacional de respaldo que recibimos a diario. Confiamos en que el pueblo colombiano avanzará sin parar hacia esa Mesa, para hacerse oír, y en que tanto él como la comunidad internacional se encargarán de blindar los diálogos para impedir que se rompan por parte del gobierno, una vez vea claro que las cosas no se van a dar como las planeó. Esta vez no podrán proceder como lo hicieron doblemente en Casa Verde, Tlaxcala o el Caguán.

Al tiempo que compartimos el regocijo de completar 49 años continuos de lucha por la paz, reconocemos el heroico esfuerzo de todas aquellas mujeres y hombres, ancianos y niños, que de una u otra manera han puesto su cuota de sacrificio en apoyo a nuestra lucha. Nuestros combatientes caídos en combate o encerrados en prisiones provinieron, al igual que todos los demás, de esa masa humana esperanzada y noble que con abnegación silenciosa lo ha arriesgado todo por nosotros. Nuestros muertos y heridos, nuestros prisioneros, nuestros guerrilleros y milicianos asediados por bombas y metralla, nuestros camaradas clandestinos, nuestros héroes extraditados, lo han entregado todo, sin ningún interés personal, por Colombia y su gente, por la paz y la justicia. A todos ellos, a todas ellas y a nuestro pueblo, un homenaje sincero en este nuevo aniversario.

¡Hemos jurado vencer!… ¡Y venceremos!
SECRETARIADO DEL ESTADO MAYOR CENTRAL DE LAS FARC-EP

Montañas de Colombia, 27 de mayo de 2013.