Entrevista con el Comandante Jesús Santrich,
integrante de la delegación de Paz de las FARC-EP (Parte 1)
La Cadena Radial Bolivariana - Voz de la Resistencia- realizó una
entrevista al comandante Jesús Santrich, integrante del EMC de las FARC-EP y
miembro de la delegación fariana en los diálogos por la Paz con Justicia
Social. Dialogamos fraternalmente con el camarada alrededor de los temas
centrales de la agenda, y de las posiciones de las FARC-EP para abordar la mesa
de diálogos con el gobierno colombiano.
CRB: Sin dudas esta es una agenda distinta tanto en su
forma como en su contenido. ¿Cómo definiría usted esta agenda a la que han denominado
Acuerdo General para la terminación del Conflicto…?
Jesús Santrich: Es una agenda sencilla
que trata de resumirse sin extenderse en demasiados conceptos, muchos de los
puntos que las FARC ha elevado como banderas, reivindicando los intereses más
sentidos del pueblo colombiano. Sobre todo en su preámbulo está recogido el
espíritu de lo que las Farc anhelan abordar junto al pueblo para salir de este
conflicto político-social-armado que desangra la patria. Hay mucha inspiración
en instrumentos como el programa Agrario de los guerrilleros y la Plataforma
Bolivariana por la nueva Colombia.
por otro lado, y
podríamos buscar muchos otros filones de interpretación, está en ese primer
punto que prosigue al preámbulo, el abordaje del aspecto agrario y de desarrollo
rural que es nodal como factor que ha generado la confrontación; con un detalle
muy relevante y es que para las FARC es punto de partida el enfoque territorial
del asunto.
En una formulación
sencilla partimos de la definición del problema de la tierra como intrínseco al
concepto de territorio, que implica la preocupación por la soberanía en asuntos
como el del reordenamiento territorial, la definición de la soberanía
alimentaria y el sentido de la patria. Fuera de ello es imposible abordar el
tema.
Finalmente diría que en
la suscripción de dicho acuerdo las FARC han dejado sentada su magnanimidad, su
compromiso irreductible con la paz de Colombia.
CRB: El primer punto de la
agenda es el difícil tema de la tierra y del territorio. Cómo abordará las FARC-EP
este tema al calor de los diálogos?
Jesús Santrich: Bueno, de alguna manera
ya lo he dicho al hacer la caracterización rápida del acuerdo, pero podríamos
indicar algunos aspectos que son de uso común, que el gobierno los maneja
plenamente y sabe que son punto de partida de las injusticias que mantienen
viva la confrontación.
Por ejemplo la espantosa
desigualdad que entraña la tenencia de la tierra. Para nadie es secreto que
desde las FARC, históricamente nuestros planteamientos abogan por la redistribución
de la tierra en un país donde en manos de unos pocos latifundistas está
concentrada la propiedad de los fundos productivos.
Esta situación de
desigualdad es inmensa, tanto como que el 41 % de la tierra está en manos de
por ahí 100 mil personas; y esto es lo que trae la miseria al campo, porque
esas tierras le han sido arrebatadas, despojadas a los campesinos mediante la
violencia institucional y para-institucional.
Otras cifras hablan de
que en manos de 2428 familias oligarcas está el 53.5 % de la tierra apta para
cultivar; en contraste, 2 millones 200 mil familias campesinas sobrevivían en
el área restante.
El Instituto Geográfico
Agustín Codazzi calcula que las fincas con más de 500 hectáreas
comprenden el 61% de la superficie predial y pertenecen al 0.4% de los
propietarios, y la concentración dela tierra crece vertiginosamente.
Según las cuentas de
este instituto IGAC y CORPOICA, del hectareaje apto para la agricultura que
puede estar en el orden de las 21.5 millones de hectáreas, solamente se dedican
para cultivos algo más de las 4 millones de hectáreas. Es muy superior el
número de hectáreas dedicadas por los latifundistas a la ganadería extensiva.
Eso puede estar por el orden de las 39 millones hectáreas en pastos destinados
a un hato que no sobrepasa las 25 millones de cabezas, lo cual significa que se
destina algo más de hectárea y media por animal.
A pesar de esta
espantosa concentración de la tierra en pocas manos, (que coloca el índice Gini
referido a la desigualdad en el plano de la distribución de la tierra, en
0.87), más del 60 % del sostenimiento alimentario del país depende de los
pequeños propietarios y los aparceros, personas a las que no se les garantiza
créditos, mercadeo ni condiciones laborables decentes.
Por esto el agro va en
decadencia, ya estamos importando alrededor de 10 millones de toneladas de
alimentos.
La injusta
estructuración latifundista de la tierra en Colombia no es consecuencia de la
presencia guerrillera, son las aristocracias en el poder las que diseñaron este
esquema que ahora profundizan para entregar el territorio a las trasnacionales
de la extracción minera y del negocio de los agro-combustibles. Y digo esto,
porque en nuestra visión el asunto no está planteado sólo en el plano de luchar
por la titulación de predios. No, no. La concentración de la tierra ha tomado
tanto vuelo que ahora hasta la titulación se utiliza para hacer despojo legal a
los campesinos, tal como ahora lo plantea la famosa ley de restitución del
presidente santos, que en el fondo busca una ulterior liberalización de
mercados para que sean las trasnacionales las que se aprovechen de la
legalización.
Nosotros tenemos una
preocupación por la manera como los gobiernos neoliberales han ido
sobreponiendo sus proyectos extractivos, agroindustriales, plantaciones para
biocombustibles y megaproyectos minero-energéticos o de grandes presas, etc.
sobre cualquier parte del territorio, destruyendo los suelos, arrasando el
medio ambiente y dejando en desastre las relaciones socioculturales de las
comunidades raizales.
Así entonces, este tema
hay que mirarlo a fondo, no podemos permitir que se siga atentando con el
suelo, el subsuelo y el sobre suelo, que es el conjunto del territorio con sus
relaciones comunitarias y el sentido de soberanía y patria que es lo que
interesa al pueblo colombiano antes que permitir que un gobierno cualquiera
cumpla sus metas macro económicas que lo que hacen es enriquecer a las
trasnacionales y a las entidades financieras.
Ley General Agraria y de
Desarrollo Rural que tiene el gobierno medio en marcha y medio engavetada, es
más que todo un proyecto de reordenamiento territorial que lo que busca es
disponer el territorio para facilitar la incursión de las trasnacionales en un
campo sin campesinos.
Eso es algo de enormes
implicaciones para la soberanía y la sostenibilidad alimentaria y ambiental que
no se puede pasar por alto. Incluso, se ha querido con este proyecto, en miras
a favorecer las transnacionales, aniquilar las Unidades Agrarias Familiares y el
tejido social de los pobladores del campo.
Tierra para la minería,
para la explotación forestal, para la generación de agro-combustibles y no para
resolver el asunto de la soberanía alimentaria, esto en el marco de la
definición del uso de la tierra. Se asegura para los intereses latifundistas el
monopolio de la definición del uso de la tierra, y este es otro asunto que
habría que revisar con detenimiento.
No pasemos por alto
tampoco que se encuentra esa figura problemática del llamado derecho de
superficie, que desde el gobierno se pretende implantar precisamente porque
coloca al campesino como un rentista de la tierra; que arrienda su pedacito de
tierra por un valor determinado dentro de un determinado tiempo que puede estar
en los 30 años, con la particularidad de que puede ser transferible; no la
propiedad como tal sino el derecho sobre el usufructo de la propiedad, dentro
de la lógica de la bancarización, solo comparable con los procesos de
aseguramiento de las cosechas que hoy se están haciendo con compañías
aseguradoras trasnacionales sobre las variables climáticas como: lluvias,
sequías, etc.
Es más, cuando los campesinos comienzan a cultivar ya están pagando un
seguro, es decir, ya los mismos costes de producción están relacionados con el
sistema. Pero de todo lo complicado y fétido, lo más grave es la manera como el
campesino es sacado de su terruño mediante estas argucias leguleyas. Por ahora
te diría esto solamente.
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