Carlos Aznárez entrevista a Ricardo Téllez. |
“Siempre es peligroso dialogar bajo
fuego. Intentar hablar bajo las balas y los bombardeos, es un riesgo muy
grande”
Por Carlos Aznárez, director
del periódico Resumen Latinoamericano, entrevista en la
Habana a Ricardo Téllez,
integrante de la delegación negociadora de las FARC-EP
La Habana / Septiembre
2012 / A muy pocos días de las conversaciones de paz entre el gobierno
colombiano y las FARC, el integrante de la dirección de esa
organización guerrillera, Comandante Ricardo Téllez (Rodrigo Granda),
señaló que “el convencimiento del gobierno de Juan Manuel Santos de que no
podían ganar la guerra en forma rápida los llevó a dialogar”. Téllez,
al que también se lo conoce como el “Canciller de las FARC”, lleva en la
insurgencia desde 1980, y mucho antes ya había pasado a la clandestinidad
por su militancia en el partido Comunista de su país. Confesó que un momento
muy difícil de las conversaciones exploratorias que comenzaron en
2010, se dio cuando primero fue asesinado el comandante Jorge Briceño (Mono
Jojoy), y luego lo mismo ocurrió cuando cayó en combate el máximo
referente de las FARC, Alfonso Cano. “Allí nos vimos obligados a evaluar
si tomábamos la decisión de seguir o pateábamos el tablero. Sin
embargo, nos dimos cuenta que el objetivo era la paz, como siempre lo
había definido nuestro Comandante Manuel Marulanda Vélez, y decidimos
seguir intentándolo”. Téllez, no tiene la menor duda, y así lo expresó en La
Habana, que si se dan avances en el diálogo, esta vez podrían
abrirse definitivamente las puertas de la pacificación.
Ricardo Téllez fue secuestrado en Caracas endiciembre 2004 y llevado en un baúl hasta lafrontera con Colombia. Ahí fue entregado
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-Fue muy difícil llegar a este momento actual? ¿Cómo fueron las primeras conversaciones exploratorias?
– Este camino no ha
sido sencillo, porque venimos de una guerra bastante dura, de ocho años
del señor Uribe y dos años de Juan Manuel Santos. Una vez que el
presidente Santos asumió el mandato, envió una carta al Secretariado de
las FARC, diciendo que lo que nosotros proponíamos en la agenda de la
Nueva Colombia bolivariana, podía ser discutido, pero que lo que le
hacía mal al país eran las formas de lucha que nosotros utilizábamos. De
todas maneras, él reconocía que en Colombia había un conflicto, que
era algo que no aceptaba Uribe.
– A partir de allí comenzó
un intercambio epistolar, que concluyó en una reunión que se hizo en
Colombia, al que le siguieron algunos encuentros en otros territorios
no colombianos, para después terminar en Cuba, en reuniones que
denominamos “discretas y secretas” durante seis meses, hasta llegar
al actual momento.
-Ustedes durante un largo
tiempo, insistieron, a diferencia del ELN, que las conversaciones tenían
que ser en Colombia. ¿Qué los hizo cambiar de opinión?
– Fíjese que desde
tiempo atrás, en el gobierno de Gaviria, dialogamos en Caracas, y luego en
México. Para nosotros el sitio nunca fue una cuestión de principios,
sino que lo importante es tener la fundamentación y la confianza para
encarar los diálogos.
-¿Cuánto tiempo deliberarán en
Oslo?
– Lo de Oslo es solamente
la instalación de la mesa, allá deliberaremos dos o tres días a lo sumo, y
luego lo importante se discutirá en La Habana. También acordamos que
también se podrán realizar reuniones en otros países (N.de R.:
No se descarta que una de esas sedes pueda ser Argentina o
Brasil) de acuerdo a cómo se vayan dando las discusiones.
-¿Cuáles son las razones que
los lleva a pensar que el establishment colombiano tiene necesidad de
encarar la paz precisamente en este momento?
– Ellos llevaron adelante
con todas sus fuerzas, el Plan Colombia. La idea era exterminarnos en
cuatro años, en forma física. Es decir, demostrarle al mundo que la
guerrilla podía ser derrotada por esa vía militar. Esos primeros cuatro
años del señor Uribe no fructificaron en lo que él pretendía. Logró otros
cuatro años con su reelección, y en ese período se invirtieron más de
12.000 millones de dólares en la guerra en Colombia. Está la presencia norteamericana,
hay personal israelí y del Reino Unido y de otras potencias, metidas
en la guerra contra el pueblo colombiano. Ellos habían hablado del post
conflicto y resulta que eso que pretendían, no se ve por ningún lado.
Tenemos una guerrilla fuerte, bien equipada, que obviamente ha
sufrido algunos golpes duros pero que supo adaptarse, con mucha
facilidad, a las nuevas formas que asume la guerra en Colombia.
De vuelta a la montaña de Colombia, libre después que el presidente Sarkozy presionara a Uribe a liberarlo. En la foto la guerrillera y los comandantes Jesús Santrich y Iván Márquez. |
– Ese aspecto, de no
poder ganar la guerra en forma rápida, llevó al convencimiento del señor
Santos y a sus patrocinadores, los EEUU, de que era mejor dialogar.
Nosotros somos abanderados de la paz y del diálogo. Y nos alzamos en armas
precisamente porque se nos habían cerrado esos caminos. Ahora bien,
el establecimiento colombiano piensa incrementar al máximo todas las
políticas neoliberales, ya que tienen 52 tratados de libre comercio
firmados con diferentes países del mundo, una buena cantidad de
proyectos agro-industriales y mineros, más proyectos
energéticos multimillonarios. No nos olvidemos que Colombia es uno de
los países más ricos del continente: nosotros tenemos oro, plata,
esmeraldas, a lo que hay que sumarle costas en los dos mares, y
la selva amazónica. Todos estos proyectos que las trasnacionales
impulsan se chocan contra una resistencia armada. A partir de allí,
nuestros enemigos deducen que es mejor solucionar este conflicto por
la vía dialogada. Además, en función de la crisis que vive el mundo, y
especialmente Europa, temen que sus consecuencias podrían generar
un caldo de cultivo, para que a partir de la experiencia que tienen las
FARC, surjan otras guerrillas en el continente.
-Sin embargo, Juan Manuel
Santos insiste en que las FARC están contra las cuerdas, que los últimos
golpes los han debilitado, y que precisamente por eso ustedes se
sientan a dialogar.
– De ninguna manera. Uno
de los principios de la guerra, es que con los derrotados nunca se
dialoga. Si yo gano la guerra y someto al enemigo, para qué me voy a
poner a dialogar. Eso no tiene ningún sentido. Esas suposiciones existen
en la mente de ellos mismos, pero la realidad les demuestra día a
día que están equivocados. La confrontación armada hoy, y esto lo
saben los altos mandos militares y lo han dicho en reuniones de Palacio,
puede durar otros 20 o 30 años más. De allí es que han tenido que
reflexionar sobre la necesidad de buscar otros caminos para terminar con
la guerra. En función de ello, nosotros nos hemos atrevido a insinuarle al
gobierno, que lo importante sería parar la mortandad que acarrea la
contienda, nuestro interés es construir la paz, pero una paz con
dignidad, con justicia social, que se encaren los problemas del pueblo
colombiano.
-¿Qué está pidiendo con
urgencia la guerrilla?
– La guerrilla no está
pidiendo nada para ella, no necesitamos nada del establecimiento. A
nosotros nos han movido cuestiones altruistas y que el país y
el continente puedan vivir en paz.
– Si estos 48 años de
lucha armada permanente logran que se canalice una apertura democrática,
que en Colombia se cambien las formas de hacer política y se respeten
los derechos humanos y la integridad de las personas, y que nuestro país
se inserte en la nueva realidad latinoamericana, y que aporte a la
paz nacional y del mundo, creo que ha cumplido una misión muy importante.
Hay que recordar que nosotros en un momento dado quisimos cambiar esta
forma de lucha. Ahora bien, si ahora se abren las compuertas que nos
cerraron en 1964 y se nos permite en pleno plan de igualdad con otras
fuerzas ir a la plaza pública, estaríamos dispuestos a hacer eso,
pero deben convencerse nuestros enemigos que no se va a dialogar con
una guerrilla vencida. Ese fue el error de los sucesivos gobiernos
colombianos, creer que cada vez que se abría la posibilidad de un diálogo,
era porque la insurgencia estaba derrotada. Esa es una estupidez, y
saben que en el momento actual es insostenible para ellos.
-No creen que pudiera haber
otra manera de ver esto. Le explico: el presidente Santos enfrenta la
posibilidad de una re-elección muy pronto, y él sabe que si estas conversaciones
fructifican, se puede convertir en un abanderado de la paz y de esta
manera revalida su idea de seguir gobernando.
– La paz tiene muchos amigos
y es indudable que en Colombia se ha despertado un fervor extraordinario
hacia ella. Se respira el fervor de un verdadero plebiscito
internacional que llevará adelante estos diálogos. Tengamos en cuenta que
este es el conflicto más largo del hemisferio occidental. Es
indudable que quien tenga las banderas de la paz en este momento,
puede aspirar no solamente a una reelección, sino a pasar a la historia
como un hombre que hizo todo lo que tenía en sus manos para que
su pueblo viviera mejor. Ese es un desafío que tiene el Presidente. Si él
quiere hacer historia, tiene la gran oportunidad, pero el establecimiento
en su conjunto tiene que estar preparado a hacer algunas de las
concesiones que siempre las FARC han buscado, porque se trata de dos
partes en la cual ninguna ha derrotado todavía a la otra.
-¿Qué diferencia hay entre
estas conversaciones que van a empezar y las anteriores que se dieron en
otros momentos de la confrontación?
– El Presidente tiene en
este momento un respaldo muy grande a nivel nacional, y un entorno
latinoamericano diferente al que había en los diálogos del Caguán. A
la vez, se ve que hay un apoyo mucho más grande por parte de los Estados
Unidos para evitar que continúe la guerra en Colombia. No
olvidemos que ellos han sido los promotores de esta guerra, y
si ellos paran de echar leña al fuego, seguramente se podrá avanzar también.
Otra de las situaciones que se puede ver, es que ya el señor
Presidente involucra al alto mando militar, incluyendo en las
conversaciones a algunos oficiales de alta categoría. Ahí hay también
representantes de los gremios económicos, que saben que con un esfuerzo
que se haga, y reconociendo toda la cantidad de factores que han originado
el conflicto y solucionando esas causas, se puede avanzar hacia un proceso
de paz. De allí que nosotros consideramos que hay algunas variaciones que
nos permiten que hagamos una experiencia mucho mayor que otras ocasiones.
– En ninguno de los
procesos anteriores había una real voluntad de paz por parte del gobierno
colombiano. Si el señor Santos va a utilizar esa bandera para
la politiquería, él deberá pagar ese costo histórico frente al país.
Hoy se da una oportunidad, nosotros como FARC tenemos la voluntad política
de avanzar, siempre y cuando se encare esto con seriedad, y que se
pueda ir demostrando que hay ganas de solucionar el conflicto.
– En estas conversaciones
de ahora, nosotros le hemos dicho al gobierno que venimos a la mesa
sin arrogancia, dispuestos a poner músculo, nervio, pensamiento,
ideas, pero también somos conscientes que, tratándose de arreglar un
problema tan grave, quien más tiene, más tiene que aportar.
– El gobierno, el
Estado, tienen mucho para darle al pueblo de Colombia. Las FARC, por
nuestro lado, tenemos ideas para arrimar a la construcción de
una Colombia digna, soberana y en paz, pero aquí quien tiene la plata
es el gobierno…
-¿Cuánta influencia puede tener
en este contexto el discurso que viene lanzando Alvaro Uribe, oponiéndose
a estas conversaciones?
– Este sector es
minoritario, en el momento actual, tiene alrededor de un 18 % de
representación. Es un discurso exageradamente retardatario, lleno de
odio, venganza y retaliación. Son fanáticos de la guerra, pero eso a
nosotros no nos preocupa demasiado, porque cada día que pasa , el pueblo
colombiano va tomando conciencia de quiénes han sido los promotores
de esta violencia. Con Uribe están reubicándose esos sectores que son
peligrosísimos. Los Estados Unidos, al apoyar los diálogos –por lo menos
eso es lo que ha dicho el Departamento de Estado-, significa que se
separan un poco del señor Uribe Vélez, y quien mejor que los gringos para
dar esa señal. Ellos tienen todos los expedientes de cuál ha sido el
prontuario de Uribe desde que se inició en la política colombiana. Él
figura en el puesto número 82 de una lista que tiene en su poder la DEA.
-Volviendo al tema del cese del
fuego: Si esto no se produjera, y se incrementan las acciones militares
por parte del gobierno Santos, ¿no creen ustedes que se ponen en
serio peligro estas conversaciones?
– Siempre es
peligroso dialogar bajo fuego. Intentar hablar bajo las balas y los
bombardeos, es un riesgo muy grande. Nosotros no estamos pidiendo en
estos momentos un cese del fuego, sólo hemos sugerido que deberíamos
evitarle más muertos al país. El gobierno respondió que no, que ellos van
a seguir con los bombardeos y las operaciones militares. Entonces,
es obligación de la guerrilla, defenderse. Nosotros insistimos en que
quisiéramos evitar más dolor, pero parece que el gobierno considera
que así vamos a tener una ventaja militar. Si no fuera por la tragedia que
representa para el pueblo colombiano, esto llamaría a risa. Pero es
indudable que al establecimiento parecen no importarle mucho la vida de
sus propios soldados, y de la gente del pueblo, que toda guerra
causa. Ellos consideran que el alto el fuego debe producirse al final, y
nosotros pensamos que la movilización permanente del pueblo y la
misma presión internacional pudiera ayudar a que las partes cesáramos
el enfrentamiento armado, sin ventajismos de carácter estratégico para
ninguna de las dos partes. -Otro tema difícil es el de los tiempos.
El Presidente Santos habla de que a más tardar, en junio o julio del 2013
el conflicto debería tener ya soluciones, mientras que Timochenko ha
planteado que esto va a ser un proceso largo.
– Timochenko lo dijo, y
no habría que ponerle a esto términos fatales. Solamente para llegar ahora
a conformar una agenda nos demoramos dos años. Esta guerra lleva 60
años, por eso nos parece que es muy precipitado lo dicho por el
Presidente, que considera que el conflicto se puede arreglar de la noche a
la mañana. La vida es mucho más rica que cualquier cuestión que se
proponga en la agenda. Los mejores planes, fallan. Entonces, vamos a ir
mirando cada uno de los puntos de la agenda, vamos a ir
construyéndola, sin pausas pero sin prisas, como dijo un ex presidente
de la República. Aquí lo importante no son las carreras de cien
metros, sino que se vayan llegando a acuerdos y que el país y el mundo
vean, que vale la pena seguir dialogando. Nosotros no
estamos dispuestos a trabajar contra reloj, no somos parte de las
Olimpiadas que acaban de terminar.
-¿Qué significado le dan a la
frase “dejación de armas”, que figura en el Acuerdo marco para empezar los
diálogo?
– La frase tiene
muchas interpretaciones. Nosotros hemos dicho que si se abren las puertas
a la paz, si se hacen un montón de cambios, si se respiran
nuevos aires, las armas, al fin y al cabo, son simples hierros, que
en un momento dado se pueden silenciar. Lo que no se pueden ocultar son
las ideas que cada combatiente tiene en la cabeza. Las armas,
mientras no haya hombres dispuestos a dispararlas, por sí sola, no cumplen
ningún papel. Ellas sirven para defender al pueblo, de la tiranía,
para evitar la esclavitud. Esas armas han posibilitado que ahora el país
vislumbre, por fin, la anhelada paz.
-Ustedes se alzaron en armas,
para denunciar un orden injusto (así lo expresaban sus comunicados
fundacionales). ¿Qué les hace pensar ahora que en esta mesa de
negociaciones podrán obtener lo que se les negó en tantos años de insurgencia
armada?
– Nosotros hemos dicho que
no vamos al diálogo para que nos hagan la Revolución por contrato. No se
trata de hacer la Revolución en una mesa de negociaciones. Sostenemos
que aquí hay dos partes enfrentadas, con criterios de carácter antagónico.
También decimos: ustedes nos obligaron a tomar las armas, buscaron
por todos los medios eliminarnos y no lo han logrado. La esencia de la
guerra es someter la voluntad de lucha del contrincante, y
eso tampoco lo ha podido hacer ni lo va a lograr el Estado colombiano.
Entonces le decimos al presidente Santos: si usted abre las compuertas y
da pie a un nuevo país, las armas pueden ser silenciadas y buscar por
otras vías que se cumplan nuestras reivindicaciones. En 1964 lo dijeron
nuestros fundadores, nosotros queríamos la vía pacífica para la
toma del poder, pero nos respondieron violentamente. Como somos
revolucionarios, que de una u otra manera tenemos que cumplir nuestro
papel, nos alzamos en armas hasta que haya cambios en el país.
– Si los cambios comienzan a producirse,
entonces nos insertamos en la política, porque las armas no van a cumplir
allí ningún papel. Es tan estrecho este sistema colombiano, que
da vergüenza, comparado con otros países del continente y del mundo. En
otras partes no se asesina a una persona porque esté en contra de tal
o cual posición del gobierno, o sencillamente por reclamar respeto a la
dignidad humana, o defender la soberanía del país. En otros países no
se asesina a la gente que hace una manifestación o una toma de
tierras. En Colombia, pensar diferente al establecimiento ha causado en la
primera etapa de la violencia, 300 mil muertos, y en esta parte que
llevamos, ya se pasa de 250 mil muertos. ¿Dónde se llevó una guerra más
cruel y más bárbara contra un pueblo desarmado? ¿Qué no se ha
empleado contra las FARC en este último tiempo? La más alta tecnología de
punta, los drones, aviones super Tucano, los globos, toda la inteligencia
militar del enemigo, los micro chips, bombas inteligentes, para quebrar la
voluntad de gente que pelea para que en el país haya justicia social,
libertad y una verdadera democracia.
-Uno de los puntos nodales del
acuerdo marco que será discutido en las conversaciones es el tema de la
tierra. ¿Cuáles son los planteos de las FARC para solucionar la situación
de los campesinos colombianos?
– Nosotros hicimos un pacto
de caballeros, hay unos puntos que se van a discutir en la mesa. Con el
tema de la tierra y el desarrollo agrario vamos a comenzar la
discusión. Por eso, por el momento no vamos a dar por micrófono lo que
debe ser discutido en la mesa de diálogo. Tenemos una visión muy concreta
y propuestas que hacer, además de recoger el sentir de las
organizaciones agrarias, campesinas, indígenas,
afro-descendientes. Igualmente tendrán que participar en las
discusiones y darnos orientación, las organizaciones vinculadas a los
problemas del campo, pero no solamente eso, sino que también hay que
ver la cuestión de la salud, de la educación, de la vivienda, de la
ecología y toda la cuestión de la tierra.
-Exigirán la reforma agraria?
– Colombia es el único país
de América Latina donde no se ha producido jamás una Reforma agraria. El
87% de las mejores tierras del país están en manos del 4% de los
poseedores. Las grandes haciendas de más de 500 hectáreas se han aumentado
a costa de los pequeños campesinos. El problema del latifundio en
Colombia dio origen a las primeras guerrillas. Ahora soportamos la
embestida de las trasnacionales que quieren apoderarse de las tierras,
con grandes proyectos mineros y agrario-industriales. Tengamos en
cuenta que la tierra, en estos momentos y a nivel mundial, ha adquirido
precios desorbitantes.
-¿Cómo puede participar la
sociedad colombiana actual en las conversaciones de paz?
– En la mesa se
acordaron algunos mecanismos. La gente que está en el país puede citar
foros, asambleas, encuentros, mingas, donde puedan estar discutiendo,
por ejemplo, el problema de la tierra. Igualmente se pueden hacer
encuentros nacionales para que allí se aporten y se recojan todas las ideas.
El problema de la tierra en Colombia ,no ha aparecido de ayer para
hoy, es un problema histórico, y las organizaciones campesinas, indígenas
y afro-descendientes, han venido teniendo una trayectoria de combate, lo
mismo ocurre con las FARC. El 20 de julio de 1974 las FARC expidieron el
programa agrario de los guerrilleros. Ahora actualizamos todo eso, y
lo llevamos a la mesa para discutirlo.
-Pero el gobierno Santos afirma
que ya está encarando el problema de la tierra.
– El gobierno está interesado en
hacer algunos cambios a nivel de la tierra, porque tienen el interés
de meter toda la cuestión del capitalismo en el campo. El problema es
que necesitan integrar esas dos terceras partes de Colombia que
representan al país olvidado. Allí, en ese territorio se encuentra la
guerrilla y no se registra presencia del Estado. Por lo cual todo
ello tendremos que discutirlo cuando toquemos el punto del
desarrollo agrario.
-Además, está el tema de las
áreas con plantaciones de coca, y lo que significa a nivel de monocultivo.
– Las plantaciones de coca
no sólo están en áreas de la guerrilla sino en casi todo el país. Dentro
del acuerdo marco, hay un punto para discutir el tema de
los monocultivos. Fíjese que ahora, en la Cumbre de Cartagena y en la
Iberoamericana que se va a hacer en España, uno de los problemas que
se discute es la lucha contra el narcotráfico. En marzo de 1999,
nuestro comandante Manuel Marulanda Vélez hizo un estudio sobre el
Municipio de Cartagena del Chairá. Ese estudio lo presentó a la
primera reunión que se hizo sobre cultivos ilícitos y defensa del medio
ambiente en el Caguán. Este es un plan totalizador y tiene plena
vigencia, para toda Latinoamérica, para que se discuta en la OEA y también en
la ONU. Es hora que el Departamento de Estado norteamericano vea que
hay una forma diferente de atacar el tema de la producción y
comercialización de narcóticos en el mundo. Para eso no se necesita
solamente la cuestión represiva, ya que este es un fenómeno económico,
político, militar y social. Millonarias fortunas se mueven allí. En este
momento lo que circula en el mundo por narcóticos son 670 mil
millones de dólares. Todo ese torrente de billetes está irrigando la
cuestión financiera de los EEUU. Para América Latina revierten 20 mil
millones, y Colombia, que se dice que exporta el 80 % de la cocaína,
recibe 4.500 millones de dólares. ¿Quién está haciendo el gran negocio? Pero
además de ello, la coca está ligada al tema de los precursores químicos,
producidos por el primer mundo. Está ligado al tema de los
armamentos. ¿Quién los fabrica? Ellos también, Occidente, el primer
mundo.
– Como se ve, son
temas demasiado serios, y el Estado se ha dado cuenta que esa guerra, ya
la perdió. Por eso, los otros países están viendo como atacan este fenómeno,
y en ese punto también las FARC tienen propuestas para encarar soluciones.
Es contradictorio, pero en ese aspecto podemos ser aliados de
los Estados Unidos. Y con Europa también, ya que ellos están
perjudicados en su juventud, y nosotros pagando los costos de una
guerra que no es la nuestra.
-Imaginemos que las
conversaciones de paz funcionan, a base de cambios y algunas concesiones.
¿Qué se hace con las bases norteamericanas?
– Ese es un problema
de soberanía nacional y nosotros nos hemos opuesto por principio a que
haya bases militares, con tropas extranjeras en Colombia. Allí se
metieron con el pretexto de la lucha contra el narcotráfico, haciendo
luego la guerra contrainsurgente más devastadora. Nosotros hemos recibido
las bombas. Ningún narcotraficante ha muerto por culpa de ellas,
cuando supuestamente eran el objetivo de estas bases. Todo lo que hay en
Colombia en función de las bases es para controlar el continente
sudamericano, sino que también apuntar hacia el África. Nosotros estamos
firmemente convencidos que esas bases, asesores y
tropas norteamericanas , le harían un gran favor a la paz, abandonando el
territorio colombiano.
-¿Cuánto puede influir en estas
negociaciones el resultado de las elecciones norteamericanas?
– Con eso se especula mucho,
a pesar que la política exterior norteamericana es compaginada por los
dos partidos. Sugieren que el candidato republicano es mucho más duro
que Obama, o que éste va a cambiar de posición, pero la realidad es que en
política exterior marchan como un solo hombre. Uno quisiera, pero son
deseos, que el señor Obama tuviera una diferente forma de observar América
Latina. Que viera que ese bloqueo sobre Cuba es obsoleto y que
él como un demócrata debería ayudar a levantar esto. O esa cárcel de
Guantánamo que aún mantienen, y que debería desaparecer. Lo real es que en
política exterior, los EEUU han venido apretando cada vez más el
cuello a América Latina, por eso se están quedando solos en el continente.
-Valoran los cambios que
se vienen produciendo en el continente a nivel de integración de los
países?
– Claro, ha surgido una
nueva forma de hacer diplomacia, de los países latinoamericanos. El hecho
de que la OEA esté tan desprestigiada, y que organismos como la CELAC
y Unasur, hayan tomado impulso y no estén allí representados ni gringos ni
canadienses, significa que su política exterior hacia Latinoamérica
ha fracasado. Para los pueblos ellos son un peligro, un monstruo sediento
de nuestros recursos naturales.
-¿Se imaginan participando de
alguna forma en las próximas elecciones colombianas?
– Ese es muy pronto
para hablarlo. No hemos instalado aún la mesa de conversaciones. Nosotros
estamos las 24 horas pensando en cómo vamos a asumir el reto de
tratar de llegar a un acuerdo final y comenzar la construcción de una paz
para Colombia. No somos politiqueros de oficio, hay mucha gente a la que
le gusta eso, nosotros tenemos otra manera de ver y entender la
política. No nos seduce el sistema electorero vulgar, y menos con esa
forma que se hace en Colombia, que para llegar al Parlamento, si usted
no tiene mil o dos mil millones de pesos no puede llegar. Por eso, fíjese
que quienes están allá, la mayoría están investigados ( o incluso
presos) porque la corruptela de ese Parlamento colombiano es asombrosa. Lo
mismo pasa con las gobernaciones y las alcaldías. Es que las clases
gobernantes de nuestro país son todas corruptas, y han abusado de un
pueblo que es bueno, sencillo y trabajador.
-Ustedes creen que hubiera sido
mejor contar en estas mesas que se están por abrir, con la presencia del
ELN?
– Nosotros ya hicimos
una experiencia con ellos en la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar.
En Tlaxcala, estuvo el ELN, el EPL y también
nosotros. Desafortunadamente, eso no prosperó. Con el ELN veníamos
teniendo algunas fricciones hace un tiempo atrás, esto por lo menos ya se
paró, y estamos en un proceso de unidad bastante avanzada. Nosotros
comenzamos este proceso con el gobierno de forma separada, pero de todas
formas siempre dijimos que las puertas están abiertas para sumarse,
pero el ELN es una organización soberana, y ellos pueden hacer su propia
experiencia. Si en un futuro podemos coincidir, sería muy
interesante compartir una mesa con ellos.
-¿Qué ha pasado con la idea que
ustedes manifestaron, de que se incorpore a la mesa, Simón Trinidad?
– Ese es un punto que
nosotros llevamos a la mesa de diálogo. Ya hay experiencias, Mandela
estaba en la cárcel 27 años, y desde allí logró incidir mucho
para derrotar el Apartheid. Simón está condenado por cosas de las que
lo acusan, pero todo el mundo sabe que se trata de un montaje y una
venganza por el solo hecho de pertenecer a las FARC. Nosotros
consideramos que él debe estar en la mesa y vamos a pelear por ello. Sugerimos
que los EEUU, para remediar en parte tanto mal causado, deben
facilitar las cosas, y esta sería una forma de hacerlo, permitiendo su
presencia en las negociaciones.
-Cuando se encaran este tipo de
negociaciones, siempre aparecen palabras claves como “reconciliación”,
“reparación”, “comisión de la verdad”. ¿Qué opinan de ello de cara al proceso
que van a comenzar?
– Nosotros creemos que
en Colombia puede haber un gobierno de reconstrucción y reconciliación
nacional. Eso puede llegar en un momento dado, sin embargo no nos
dejamos llevar por la palabrería vana ni tampoco necesitamos salir a
copiar de otras partes. Aquí ha habido una guerra, si el gobierno
tiene la disposición política de arreglarla, y nosotros la tenemos,
incluso podemos crear nuevos conceptos en muchas cosas. Cada conflicto
tiene sus particularidades, y el de Colombia ha sido extremadamente
específico. Todos estos temas que usted plantea se irán tratando en la
mesa de diálogo en su debido momento.
-En los últimos años, varios de
sus compañeros del Secretariado han resultado muertos en combate, producto
de la ofensiva del Ejército. ¿Cómo han repercutido estas muertes en
vuestra lucha?
– Los compañeros caídos
en combate están presentes en cada actividad de los hombres y mujeres de
las FARC. En cada uno de nuestros campamentos se tienen sus retratos,
sino que todas las noches se les evoca en las obras culturales. Fueron
nuestros guías, nuestros maestros, son hombres únicos que ofrendaron
todo por la paz en Colombia. Hombres indoblegables que han trascendido más
allá de lo que ahora vemos, y que con el tiempo su imagen
crecerá inmensamente. Son verdaderos héroes de la Patria. En algún
momento habrá que darles el reconocimiento que se merecen. En
muchos países del mundo ha pasado así, a la gente se le persigue, se
le encarcela, se le denigra, y después, cuando las situaciones cambian,
resulta que eran los hombres que portaban la verdad histórica, que
ofrecieron todo su esfuerzo para cambiar la realidad de humillaciones que
vivía nuestro país.
-¿Cómo cree que recibirán las
mujeres de Colombia estas conversaciones de paz, esas mujeres que son
madres, que son hijas de guerrilleros como ustedes, o esas otras
mujeres de la sociedad colombiana que han sufrido la violencia en todos
estos años?
– Las mujeres y todo
el pueblo, han recibido esta noticia con mucho alborozo. La primera
encuesta muestra que el 80% del pueblo colombiano está por la
paz. Cuando en febrero nos reunimos por primera vez con el gobierno,
estos prácticamente decían que el país quería una guerra , que nos
detestaban, y nosotros les decíamos, no señores, la paz es la que
predomina en Colombia y ustedes tienen una distorsión total de las cosas.
Ahora nos han tenido que dar la razón, y si las cosas funcionan esto
va a ir creciendo, y nuevos actores vendrán a integrarse, no solamente en
la sociedad colombiana sino también del exterior. Usted ve que el Papa ha
apoyado los diálogos de paz, igual que Naciones Unidas o la Unión Europea,
la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, y la de Brasil. Ojalá
que quienes tenemos la responsabilidad de sacar este proceso adelante,
podamos cumplir la misión que se nos ha dado.
-¿Siguen teniendo el socialismo
como meta?
– Claro, ese es el
único sistema que puede salvar al planeta Tierra. Nosotros hemos peleado
por el socialismo con las armas en la mano porque no nos han dejado
otra opción. Vamos, indefectiblemente, por la toma del poder para el
pueblo. Eso no lo hemos escondido jamás. O se nos permitía hacer política
para exponer nuestros ideales y alcanzar nuestros objetivos por la
vía legal, o nos cerraban el camino violentamente como hicieron todo este
tiempo. No negamos nuestras condición de socialistas. Las
revoluciones las hacen los pueblos y nosotros somos parte de ese pueblo.
Podemos tratar de organizar militarmente a nuestro pueblo, pero
también lo podemos organizar políticamente. En el momento en que se
respete la vida de esas personas que organizamos políticamente. Lo
que no podemos repetir es la historia de la Unión Patriótica, el genocidio
más grande de América Latina, con 5 mil muertos, cuando tratábamos de
abrir un espacio político. Fue un costo extremadamente alto para un país
como Colombia.
¿Y todos esos muertos que tienen encima ustedes, manada de hampones?
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