Una lectura del mismo con perspectiva de clase, desde la óptica de los de abajo
Cuando el Presidente considera entre los presupuestos para conversar el aprender de los errores y aciertos del pasado para no crear falsas expectativas, en realidad está forcejeando porque el proceso no vaya a agitar banderas económicas o sociales que puedan ser seguidas por otros sectores de la población. A su juicio, el diálogo debe ser discreto y lejano.
De igual modo, lograr efectivamente el fin del conflicto y no su prolongación, está expresando que de no lograrsealgún acuerdo definitivo, de todas formas el conflicto terminará aquí. Por las buenas o las malas. De lo dicho más adelante se colige su convicción de lograrlo a las malas. En la misma dirección apunta su tesis de no ceder un solo milímetro del territorio nacional. De lo que se trata es de intensificar los esfuerzos por cerrar todo espacio a la insurgencia armada y con ella a la inconformidad social o política de los colombianos.
Al expresar su propósito de llegar a un acuerdo final que termine, de una vez por todas, esta violencia entre hijos de una misma nación, parece que asume de modo imparcial el conflicto, cuando en realidad parte de la base de que la violencia es producto de una sola de las partes, la alzada en armas. En su parecer ni el Estado ni el régimen colombiano son violentos. De ese modo, cuando afirma tener la convicción de que estamos ante una oportunidad real de terminar de manera definitiva el conflicto armado interno, lo que de veras está diciendo que cree llegado el final de las FARC.
Pese a ello, se ve obligado a reconocer que no será fácil conseguirlo: un camino difícil, sin duda –muy difícil–, pero es un camino que debemos explorar.
Y se trae dos argumentos centrales para fundar su incierta esperanza.
a. Disputamos el tercer lugar en las economías del continente y estamos disminuyendo la pobreza: Lo último sólo es cierto con base en la manipulación de unas cifras absurdas sobre la línea divisoria entre pobreza y no pobreza, la cual además no desaparece la vergonzosa realidad de que en cuestión de desigualdad social competimos por el primer lugar en el continente y el mundo.
b. El uso de la violencia para alcanzar objetivos políticos es cosa del pasado: difícil aceptarlo cuando el Estado esgrime un gigante aparato de guerra en plena acción como argumento para imponer sus razones, cuando subsisten en el país variadas formas ilegales de terror en contra de la lucha popular y cuando incluso la amenaza y la persecución judicial se ciernen todo el tiempo sobre la oposición política.
c. Porque las fuerzas militares y de policía han logrado grandes éxitos y el Estado hace presencia en todo el territorio. Los relativos éxitos sólo se explican por el agigantamiento de las fuerzas armadas, la ayuda extranjera y la multimillonaria inversión de recursos. Frente al tamaño de tales esfuerzos, esos éxitos resultan más bien nimios. Por sobre la propaganda, los sonoros golpes no han conseguido quebrantar la voluntad de lucha de la insurgencia, ni su estructura organizativa, ni su capacidad militar, ni mucho menos su apoyo popular.
d. Porque el gobierno está construyendo paz al resarcir a las víctimas, restituir tierras y mejorar las condiciones de vida de los marginados. Es evidente que estas no pasan de ser expresiones de voluntad que no se ven materializadas en hechos. Al contrario, cada día de conflicto aumentan las víctimas y crece la concentración de la propiedad.
e. El gobierno ha avanzado mucho, de la mano del Congreso, en crear las condiciones para la reconciliación nacional: Ligera alusión al llamado marco legal para la paz que el propio Presidente sabe es absolutamente rechazado de plano por toda la insurgencia.
2. Que este proceso es distinto:
a. Porque es un acuerdo para terminar el conflicto: Sin embargo, a continuación, reconoce que el éxito no está garantizado.
b. Porque no contiene despejes de territorio ni cese de operaciones militares: Es decir que se dará en medio de la confrontación, error en que también se incurrió en el pasado y que todo el mundo consideró garrafal.
c. Porque las discusiones se darán fuera de Colombia para trabajar con discreción y seriedad: Es decir que está previsto que las discusiones se den lo más alejado posible de la población inconforme y sus clamores que juzga irrespetuosos.
d. Porque las conversaciones no tendrán término ilimitado, se medirán en meses y no en años: se deduce que su propósito es conseguir el acuerdo final antes de un año o poner fin al asunto. De tal modo, la disyuntiva entre continuar o no estará sujeta a las conveniencias reeleccionistas, lo cual le otorga al proceso una base deleznable y frívola.
e. Porque está concebido en tres fases: exploratoria, de formalización de acuerdos y de implementación de los mismos. En realidad, desde La Uribe se ha trabajado siempre con el mismo esquema. La única diferencia estriba en la aspiración a que la segunda fase se concrete de modo reservado y discreto.
f. Porque cuenta con una agenda realista de cinco puntos concretos.Si bien es cierto que no se trata de una relación tan ambiciosa como en el pasado, cuando el Estado se negó a abordar siquiera la discusión de uno de ellos, da la impresión de que para el Presidente la tierra, el régimen político, el narcotráfico y las víctimas y la verdad son cuestiones triviales. Asuntos para despachar en dos sesiones, a fin deproceder al único punto de su interés. Las cosas no son así. Además, debiera pensarque el punto sobre el fin del conflicto es duro.
Comienza con una sucinta dejación de armas. En ninguna parte dice que de las FARC. Se entiende que en el proceso hay dos partes. Y para que haya paz, las dos deben hacer dejación de armas. Entonces el proceso es serio, y no debiera ser tomado de modo tan alegre.
Comienza con una sucinta dejación de armas. En ninguna parte dice que de las FARC. Se entiende que en el proceso hay dos partes. Y para que haya paz, las dos deben hacer dejación de armas. Entonces el proceso es serio, y no debiera ser tomado de modo tan alegre.
Refiriéndose precisamente a la seriedad, Santos afirmó que ambas partes han obrado con ella. Sin embargo decidió añadir que las perspectivas son buenas si las FARC abordan con la misma seriedad la siguiente fase. Un buen entendedor comprende que está sentando las bases para en un futuro afirmar, si las cosas no resultan, que el fracaso obedece a la falta de seriedad de las FARC. Ni siquiera por diplomacia disimula la tradicional óptica de la oligarquía dominante en Colombia.
Desde luego no podía dejar de reiterar, para satisfacer su corte de extrema derecha, que no habrá ninguna concesión en el campo militar. De manera teatral, vuelve a expedir en público la orden de mantener la misma intensidad en la confrontación.Con sorprendente irresponsabilidad invita a los colombianos a tener paciencia frente a las acciones de la contraparte, las cuales, advierte, serán respondidas con toda contundencia. De semejante actitud sólo puede deducirse su afán de rendir por la fuerza la insurgencia en el campo de batalla, a fin de conducirla en breve plazo a la firma de su rendición y entrega en la Mesa. ¿Alguien duda de su voluntad de paz?
Y si embargo abriga temores que no oculta.Jugador confeso, juzga que está asumiendo un riesgo enorme y caña de antemano con adjudicarse la exclusiva responsabilidad si llegan a ser fallidos sus planes. Lo fundamental para él será que se reconozca que no hicimos concesiones ni cedimos un centímetro del territorio, ni tampoco desatendimos las tareas del gobierno.
Al decir esto último, intenta hacer pasar por tareas sus bellas promesas de gobierno: restituir tierras, reparar a las víctimas, garantizar justicia, disminuir la pobreza, crear empleo. Promesas que no sólo se halla supremamente lejos de cumplir, incluso forzando las cifras oficiales, sino que ocultan además sus verdaderos objetivos de gobierno: entrega total de la soberanía nacional y los recursos del país al capital extranjero, abandono y guerra abierta a las víctimas de sus políticas entreguistas, desmejoramiento acelerado del medio ambiente y de las condiciones de vida de los trabajadores, instauración del terror militarista en todo el territorio nacional.
Es con ese gobierno de Santos que las FARC-EP estamos iniciando conversaciones de paz. Algo que el conjunto del pueblo colombiano no debe perder de vista cuando se movilice por ella. Mejor leer con atención el discurso del Comandante Timoleón Jiménez ese mismo día. Se verá claro quién en Colombia lucha por una paz verdadera.
Montañas de Colombia, 7 de septiembre de 2012.
No hay comentarios:
Publicar un comentario