URIBE EN CÚCUTA
Por Rubén Zamora, FARC-EP
2012-08-08
Mala fortuna de los cucuteños,
venir, el expresidente Uribe, a buscar nuevos ruidos con las autoridades del
gobierno bolivariano. Este encomendero del diablo urdió conspiraciones y
ejecutó agresiones contra países vecinos alborde de impredecibles
consecuencias. Que no se olvide la causa de la gravísima caída de las
exportaciones colombianas a la República Bolivariana de Venezuela. Estas tenían
un techo superior a los 7 mil millones de dólares y descendieron
vertiginosamente hasta ubicarse por debajo de mil millones.
Aquellos días difíciles,
marcaron un hito en que parece haberse anclado la dinámica productiva y
comercial de algunos sectores de la economía regional con consecuencias que
trascendieron en la economía de decenas de miles de familias cucuteñas, que
como casi todas las del país, también se desencantaron de la llamada
prosperidad democrática.
La mayor parte de la
dirigencia política regional y local asumió complaciente actitud con esa hidra que
se revuelca presa de odios y venganzas. Monstruo que engendró las peores
criaturas con arsenales suficientes para sembrar terror, descuartizar seres
humanos indefensos, desplegar un modelo económico como el monocultivo de la
palma africana basado en el robo de tierras, desplazamiento, humillaciones,
extorsiones, robo de viviendas, vehículos, ganados, establecimientos
comerciales y otros bienes, como ocurrió en Norte de Santander.
Esa misma dirigencia
seguramente llame a respaldar iniciativas como la Constituyente promovida por
el uribismo, con el irrefutable propósito de blindarse de las investigaciones
en curso por los crímenes que se le imputan relacionados con íntimos vínculos con
el paramilitarismo, el narcotráfico, la corrupción, las chuzadas del DAS, el
cohecho para su reelección y tantas infamias que destilaron de la Casa de
Nariño, que por cierto,deshonra el nombredel primer defensor de los derechos
humanos en nuestra patria.
Uribe, también en Cúcuta,
vomitó lenguaradas de aversión fascista con el aplauso de unos y el silencio
cómplice de otros. Más les importan las nefastas aspiraciones de los exponentes
de la seguridad democrática, la confianza inversionista (multinacional) y la
cohesión social, que el sentir de una región profundamente deprimida económica
y socialmente. Ellos, institucionalizaron la influencia de las mafias del
narcotráficoapresurando la descomposición del Establecimiento. No tienen
autoridad moral para elevar una sola voz disonante. Claro que no, si los
encontramos en el sainete de espectacular actuación parlamentaria que firman
las leyes sin leer la letra gorda ni la menuda, como la del expresidente del
Congreso, senador Juan Manuel Corzo Román, uno de los deudospolíticos del
paramilitar Bloque Catatumbo al mando de Salvatore Mancuso.
SUFICIENTE, UN POCO de sentido común, para comprender las culpas de
esta corrompida clase política con la embarazosa situación de crisis regional.
Con la credencial que se presenten, no son más que una extensión de un fenómeno
anacrónico, enfermizo, de esa pandemia violenta del capitalismo salvaje que ha
degenerado en todas las miserias, conduciendo al país a ser uno de los
finalistas mundiales en desigualdad, pobreza y terrorismo de Estado.
La tozuda realidad, reafirma
que la orientación de la verdadera perspectiva política está en la más amplia
unidad hacia una opción democrática y popular que blinde a los colombianos de
los efectos de la crisis mundial, sobre la base de impulsar un desarrollo
económico, ambiental y socialmente sostenible y sustentable, como influjo de la
iniciativa creadora de las mayorías, que además, están llamadas a edificar la
nación política, social y culturalmente en los más preciados valores de humanidad.
Los odios, conducen a la
deshumanización y a la guerra como un instrumento ciego de dominación y
destrucción. Que la guerra no sea una condición insuperable como camino de
liberación. Nuestro pueblo, debe ganar los escenarios que rompan esa doctrina
corrupta, mafiosa, violenta y nefasta que ha inspirado al Estado, con graves
impactos en la sociedad. Es necesario entonces, construir una política sobre la
base del diálogo y el análisis colectivo y constructivo, que defina un proyecto
representativo e incluyente, con una clara orientación estratégica dela nueva
Colombia.
La llave de la paz debe girar
por el lado que se abren las puertas a la esperanza, de la solución política al
grave conflicto del país. Llegó la hora de los colombianos decentes, de
reivindicar el acervo patriótico y democrático que se quiso sepultar con el
crimen político, de decirles:¡no más! a los acólitos del neoliberalismo.
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