Jesús Santrich, FARC-EP. |
Investigación: El poder de la tierra en Colombia
ANNCOL ofrece abajo un trabajo investigativo crítico realizado por el comandante
e integrante del Estado Mayor Central de las FARC-EP, Jesús Santrich, que en
cuatro artículos, que incluye audio, analiza el tema de la tierra en Colombia.
Redacíon de ANNCOL
LA TIERRA EN COLOMBIA.
LOS VERDADEROS AUTORES DEL DESPOJO (I).
Por Jesús Santrich, integrante del Estado Mayor
Central de las FARC-EP
1. La tierra en
Colombia: LOS VERDADEROS AUTORES DEL DESPOJO (I-4)
http://farccom.blogspot.com/2012/08/la-tierra-en-colombia-los-verdaderos.html
http://farccom.blogspot.com/2012/08/la-tierra-en-colombia-los-verdaderos.html
2.
La tierra en Colombia: los verdaderos autores del despojo (2-4)
http://farccom.blogspot.com/2012/08/la-tierra-en-colombia-los-verdaderos_3.html
3.
La tierra en
Colombia (1): Los verdaderos autores del despojo (3-4) http://farccom.blogspot.com/2012/08/la-tierra-en-colombia-1-los-verdaderos.html
4.
La tierra en Colombia; los verdaderos autores del despojo
(4-4) http://farccom.blogspot.com/2012/08/la-tierra-en-colombia-los-verdaderos_1587.html
La “restitución de tierras”, dentro de la llamada “revolución
agraria” de Juan Manuel Santos, no es un acto humanitario y de reconciliación
social, sino el procedimiento engañoso para darle marco jurídico a la
desposesión violenta que se ha venido haciendo a lo largo de décadas y que se
acentuó especialmente durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, del que el
actual Presidente fue su Ministro de Defensa y jefe de los llamados “falsos
positivos”.
El gobierno conoce perfectamente
que al menos 2.428 familias de oligarcas controlan aproximadamente el 53.5 % de
la tierra apta para cultivar; esto en contraste con 2.2 millones de familias
campesinas que sobreviven de cualquier manera en el área restante. Y no es este
grueso problema el que pretende resolver; menos cuando está claro que en dos
décadas las pobrerías agrarias han sido despojadas de alrededor de 7 millones
de hectáreas por los agentes del Terrorismo de Estado.
Es inocultable el objetivo de darle legalidad a lo que hasta ahora sólo fue
un despojo violento y criminal, definiendo derechos de propiedad y ordenando la
geografía de la misma, delimitando las zonas de reserva campesina, los
territorios indígenas, los espacios de las comunidades afro-descendientes,
formalizando el dominio estatal de los baldíos, para desenvolver con más rigor
y eficacia la acumulación capitalista:
Organiza el mercado de tierras.
-
Favorece la incursión y consolidación de las
trasnacionales en lo que respecta al acaparamiento del espacio para su
depredación.
-
-
Facilita la explotación a fondo, “dando
garantías” al capital, a los inversionistas, para que accedan a las concesiones
sobre los territorios, y a lo que llaman derechos de superficie.
-
-
Proyecta con la legalización, un despojo en
términos legales porque responderá a un ordenamiento que se presentará como
necesidad o prioridad nacional sobre la que no se permitirá obstáculo alguno.
Cuando se requiera que alguien transmita su derecho de propiedad esto tendrá
que hacerse porque así lo define la ley y punto o simplemente, a las buenas o a
las malas, se debe ceder la tierra en renta; algo muy “democrático”
seguramente; la democratización del rentismo, que es una forma más cínica del
despojo.
Así, reiteremos, se le “restituye” la propiedad a los
despojados para luego obligarles al arrendamiento. Se trata de lo que los
especialistas llaman “solución financiarizada de la cuestión agraria”. Pero
como si fuera poco esta reprimarización y desnacionalización de la economía,
cuya base es el despojo de la tierra, se reforzará el procedimiento con las
pretensiones del “Proyecto de Ley General Agraria y de Desarrollo Rural”, que
reordenará el territorio en función de la depredación; en fin, la dictadura de
la entrega del país a las trasnacionales: por ahora, 38 millones de hectáreas
para la exploración petrolera; 11 millones de hectáreas para la exploración y
explotación mineras; 12 millones de hectáreas para la explotación forestal
también extractiva; 39.2 millones de hectáreas para la ganadería extensiva; 3.6
millones de hectáreas de producción agrícola, cuando se tiene un área
cultivable de 21.5 millones de hectáreas, de un total de 114 millones de
hectáreas que tiene nuestro país.
Dibujado este panorama, la
insurgencia, aparece como un factor incómodo para que las transnacionales y sus
lacayos oligarcas criollos continúen el saqueo de la riqueza de los
colombianos. De ahí deriva el sufrimiento de Juan Manuel por la existencia de
la insurgencia, más cuando se había convencido de su propia invención que
hablaba del fin del fin de la guerrilla.
La rendición de nuestras banderas no pasa de ser el delirio
de un servil monigote vende-patria al que nada importa la destrucción del
páramo de Santurbán ni de la gente de la que depende su riqueza hídrica; nada
le importan los destrozos ambientales y sociales que produzca en el Huila la
hidroeléctrica El Quimbo, nada le importa la suerte de las 500 familias que
serán desplazadas de manera obligada sino el lucro que obtendrá la
transnacional EMGESA; nada le importa la suerte de los cuatro millones de
colombianos cuyo abastecimiento de agua depende de las fuentes de La Colosa en
Cajamarca; su interés se centra en las ganancias que puedan generarle a los
capitalistas los 9.000 títulos de explotación y los 20.000 que están en trámite
(4 % y 20 % del territorio nacional respectivamente), dispuestos para alimentar
el hambre de oro de las trasnacionales.
Negocios son negocios, así que para
qué preocuparse por la pauperización creciente de los 12 mil trabajadores
tercerizados en el enclave petrolero de Campo Rubiales. Lo importante es que en
el balance del año 2011 la empresita duplicó sus ganancias netas.
En esta historia lo que impera es
la diseminación de los enclaves extranjeros que nos succionan la sangre, la
precarización laboral para nuestros hermanos trabajadores, la destrucción de
nuestros bosques, la degradación de la tierra con los proyectos que aspiran a
la generación de los agro-combustibles, la entrega desvergonzada de la
Orinoquia y de la Amazonia, del Pacífico, del país entero…, la reprimarización,
la desnacionalización, el favorecimiento al capital financiero, la mentalidad
apátrida contra el bienestar popular.
¿Esta cruda realidad expresa
voluntad de paz de parte del régimen?
Tags: Colombia, ANNCOL, Jesús
Santrich, La tierra en Colombia, reforma agraria, la tenencia de la tierra en
Colombia
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