Por Bertulfo Álvarez, integrante del Secretariado de las FARC-EP
Escribir sobre Alfonso Cano es recordar al
Camarada, al dirigente comunista, al forjador de combatientes farianos; es
recordar al comandante que por varias décadas se enfrentó con coraje y decisión
a las más feroces cruzadas (campañas) ideológicas, sicológicas y militares
contra las FARC-EP, orientadas y financiadas por el imperio norteamericano y
ejecutadas por la oligarquía colombiana.
Desde su llegada a las filas de las FARC-EP, era
palpable su talante del cuadro revolucionario del que en poco tiempo se
destacaría, por su capacidad y Don de Mando, por su inocultable grado de
disciplina comunista y conciencia proletario-militar, en genial estratega y
conductor de la guerra de guerrillas.
Dejó en la ciudad a su familia, a sus amigos, a
sus condiscípulos de la Universidad, para dar el salto de dirigente estudiantil
a líder guerrillero en las montañas.
Al lado de Manuel Marulanda Vélez y de Jacobo Arenas afinó puntería para arrancarle nuevas verdades a la vida. Quizás no lo imaginaría; su firmeza política e ideológica, sus cualidades de constructor de comunistas, sus dotes de Comandante y de luchador incansable hizo que los guerrilleros farianos tuviéramos la certeza que el Camarada Alfonso jamás se doblegaría ante las pretensiones del enemigo. Se entregó en cuerpo y alma a la Universidad de la Revolución, la que años después, lo colocaría en el glorioso lugar de Comandante en Jefe de las FARC-EP.
Al lado de Manuel Marulanda Vélez y de Jacobo Arenas afinó puntería para arrancarle nuevas verdades a la vida. Quizás no lo imaginaría; su firmeza política e ideológica, sus cualidades de constructor de comunistas, sus dotes de Comandante y de luchador incansable hizo que los guerrilleros farianos tuviéramos la certeza que el Camarada Alfonso jamás se doblegaría ante las pretensiones del enemigo. Se entregó en cuerpo y alma a la Universidad de la Revolución, la que años después, lo colocaría en el glorioso lugar de Comandante en Jefe de las FARC-EP.
En ningún momento dudó para saber identificar a
los enemigos del pueblo y a las causas históricas que obligaron al alzamiento
armado por la defensa de la vida.
Fue un gran soñador de la paz; buena parte de su
actividad diaria la dedicó a estudiar propuestas para encontrar salidas
distintas a las de la guerra para parar el conflicto armado que viste de
muertos y de miseria al territorio colombiano. Fueron de gran valor sus aportes
para la búsqueda de la paz durante los diálogos de la Uribe, de Tlaxcala y los
del Caguán.
Más sin embargo, la oligarquía rancia de este país y los enemigos de salidas civilizadas empeñaron todo su capital para asesinarlo. No escatimaron recursos económicos ni humanos. Miles y miles de soldados lo persiguieron apoyados por decenas de aviones y helicópteros durante el día y la noche y provistos de la más alta tecnología para dar con el paradero de un solo hombre cuyo delito fue el de luchar por una vida digna, soberana, con justicia social y en paz para los colombianos.
Al Camarada Alfonso lo asesinaron, si, lo
asesinaron porque le tuvieron miedo. Creyeron que matando a un luchador
Revolucionario podían detener las causas de las luchas de un pueblo que reclama
salud, educación, empleo, vivienda, tierras y pan para sus hijos. Se
equivocaron quienes creyeron que asesinando al Camarada Alfonso podían doblegar
a una guerrilla fogueada en el combate que por cinco décadas ha enfrentado a un
enemigo equipado con el más poderoso aparato de guerra y preparado en las
mejores técnicas de la lucha contrainsurgente conocidas en la historia del
último medio siglo.
Qué tan equivocados están…
Montañas de Colombia, Febrero del 2012.
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