Santos o su diario interpretó mal la voluntad de paz de la insurgencia. |
Comunicado de las FARC-EP rechazan propuestas de Santos e insiste en el diálogo político
FARC-EP: “La solución política al conflicto colombiano es parte inseparable de nuestro acervo ideológico y político”
ANNCOL / 2012-06-21 / En un comunicado llegado a nuestra redacción, las
FARC-EP comentan y rechazan las palabras del presidente Juan Manuel Santos, el 11
de junio, en la Escuela Militar José María Córdoba.
En ese evento, el mandatario de los
colombianos hizo entender que la única solución al conflicto social y armado de
medio siglo es la militar o la capitulación por parte de la insurgencia.
La guerrilla de las FARC-EP rechaza
tal actitud:
“La retórica de Santos pone cada
día más al desnudo su verdadero contenido. El único acuerdo de paz que espera
es un contrato de adhesión, en el que una guerrilla arrepentida y llorosa se
rinde de rodillas ante el gran capital, agradecido de haber sido perdonada como
el hijo pródigo”.
Guerrilleros de las FARC-EP preparándose para el desayuno. |
EL SECRETARIADO DEL ESTADO MAYOR CENTRAL de las FARC-EP además considera “elitista y soberbia” la “actitud
oligárquica, que pretende centrar el debate en si el Comandante de las FARC
puede ser o no congresista, como si se tratara de que la lucha del pueblo
colombiano y la insurgencia apuntara apenas a una simple reinserción a su
podrido régimen político”.
Según los siete comandantes del
Secretariado “la solución política al conflicto colombiano es parte inseparable
de nuestro acervo ideológico y político, no es el producto de ninguna presión militar.
Las FARC-EP somos pueblo colombiano en armas, seguimos combatiendo y seguiremos
combatiendo hasta que desaparezcan las causas que dieron origen y siguen
alimentando el conflicto colombiano. Nuestra voluntad de paz se enmarca en ese
criterio elemental”.
A CONTINUACIÓN EL
COMUNICADO EN SU TOTALIDAD:
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FUERZAS ARMADAS REVOLUCIONARIAS DE COLOMBIA-EJÉRCITO DEL PUEBLO (FARC-EP)
Declaración pública
En torno a la paz y la solución
política al conflicto interno Juan Manuel Santos, en una nueva muestra de
desespero, expresó ante el país el pasado 11 de junio, en la Escuela Militar
José María Córdoba, que si las guerrillas estábamos hablando de paz era gracias
a la contundencia de las Fuerzas Armadas. Y añadió otra manifestación que dice
mucho de su compromiso con la reconciliación y la paz democrática: sólo se producirá
la posibilidad de diálogos cuando se tenga la seguridad de que estos se
realizarán “bajo nuestras condiciones y nuestro dominio".
Tan disparatada
interpretación de la realidad pone de presente la concepción que inspira el
discurso oficial. La vía pacífica, democrática, dialogada, para solucionar el
gravísimo conflicto que aqueja a Colombia, ha sido bandera de las FARC desde su
nacimiento. La levantó el movimiento agrario de Marquetalia al conocerse en1962
la proyectada agresión oficial. La guerra, el aplastamiento violento de la
organización popular y la oposición política, ha sido el histórico mecanismo de
dominación de la oligarquía colombiana y su amo imperialista.
La intolerancia del régimen se
corresponde con los intereses hegemónicos del gran capital transnacional,
expresados para nuestro continente desde el llamado Consenso de Washington.
Libre comercio, privatizaciones, flexibilización laboral, apertura total a la
inversión extranjera directa, es decir, la más pura ortodoxia neoliberal en el
campo de la economía, requiere para su imposición la absoluta dominación
ideológica y cultural en el campo de la política.
El extraordinario esfuerzo de
Santos por entregar en lotes el territorio nacional a las corporaciones mineras
y agroindustriales, su desprecio por las condiciones de vida de las comunidades
y las condiciones laborales de la mano de obra colombiana, sus reiterados
privilegios al gran capital en desmedro del medio ambiente y la producción
nacional han sido convertidos en dogmas sagrados. A nadie se le permite
ponerlos en duda o discutirlos. Se trata ni más ni menos que de los derechos
del capital, mucho más importantes que los derechos de la sociedad, los
derechos humanos o cualquier otra categoría de derechos.
Si hasta hoy,
pese a los sucesivos espacios conquistados por la lucha popular para hablar de
paz en los últimos 30 años de historia, ha sido imposible llegar a un acuerdo
de solución dialogada, ha sido precisamente por la negación de las clases
dominantes a admitir la mínima variante en sus proyectos de dominación
económica y política. Eso vuelve a ponerse de presente con el actual gobierno.
Lo que el régimen pretende a costa
de las FARC y de los derechos de la inmensa mayoría de compatriotas es
relegitimar ante el concierto mundial su modelo terrorista de Estado. Borrar de
un plumazo la horrible y larga noche de crímenes y horror mediante la cual el
gran capital y los terratenientes, representados en los poderes públicos, han
acumulado fortunas y propiedades para adelantar sus gigantescos proyectos de
enriquecimiento. Por ello se escuda hipócritamente en una supuesta intervención
de la justicia internacional en contra de los alzados.
No son los guerrilleros colombianos
quienes deben responder por las prácticas atroces y genocidas que el Estado
colombiano, por mano de sus fuerzas armadas oficiales y paramilitares, bajo la
orientación de las agencias de inteligencia norteamericanas y el Pentágono, se
ha encargado de practicar de modo sistemático contra su población durante muchas
décadas.
No va a ser a costa de acusaciones
infamantes y gratuitas contra la lucha popular, que los gorilas y monstruos que
han ensangrentado y sembrado de tumbas a Colombia van a salvar su
responsabilidad, como de modo cínico se consagra en el llamado marco legal para
la paz. El descaro del Congreso que lo expide se refuerza con la vergonzosa
reforma judicial recién aprobada a instancias del gobierno.
La retórica de
Santos pone cada día más al desnudo su verdadero contenido. El único acuerdo de
paz que espera es un contrato de adhesión, en el que una guerrilla arrepentida
y llorosa se rinde de rodillas ante el gran capital, agradecido de haber sido
perdonada como el hijo pródigo. Un ícono económico, militar, ideológico,
político y cultural para sellar material mente su dominación de clase ante la
sociedad entera, el triunfo hegemónico del capitalismo salvaje.
Tan elitista y soberbia es su
actitud oligárquica, que pretende centrar el debate en si el Comandante de las
FARC puede ser o no congresista, como si se tratara de que la lucha del pueblo
colombiano y la insurgencia apuntara apenas a una simple reinserción a su
podrido régimen político.
Ahora se intenta poner al señor
Uribe a desempeñar el papel que en su tiempo jugara el senador Álvaro Gómez
Hurtado, como una especie de símbolo de la ultraderecha al que había que
manejar con cuidado y complacer, así no se estuviera de acuerdo con él en todo.
El Partido Liberal compartía el poder con el hijo de Laureano, tal y como hace
Santos con su publicitado rival hoy. El pueblo colombiano aprende de la
historia, la oligarquía parece que no, e insiste en repetirla neciamente.
Más claro no podemos hablar. La
solución política al conflicto colombiano es parte inseparable de nuestro
acervo ideológico y político, no es el producto de ninguna presión militar.
Las FARC-EP somos pueblo colombiano
en armas, seguimos combatiendo y seguiremos combatiendo hasta que desaparezcan
las causas que dieron origen y siguen alimentando el conflicto colombiano.
Nuestra voluntad de paz se enmarca en ese criterio elemental. El régimen
político, el manejo económico y social del país requieren profundas reformas
que deben nacer del debate abierto y democrático con todas las fuerzas del
país. No entendemos por qué si Santos desea tanto la paz le tiene tanto temor a
eso.
Ahora habla de drones y otras
locuras, como si lo que Colombia requiriera fuera de más muertes y derroche. Lo
que la nación colombiana está reclamando a gritos en calles y plazas es que se
abran las puertas del diálogo y la reconciliación, que se le dé la real
oportunidad y el derecho a hablar, a exponer, a movilizarse y decidir acerca
del futuro del país.
SECRETARIADO DEL ESTADOMAYOR CENTRAL DE LAS
FARC-EP
Montañas de Colombia, 22 de junio de 2011
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