Roméo Langlois antes de ser
liberado
Viernes 15 de junio de 2012
En medio de la confusión sobre el
paradero del periodista francés, y mientras se creaban comisiones diplomáticas
para liberarlo, dos corresponsales internacionales no tuvieron problema para internarse
en las selvas del Caquetá y entrevistarlo aún cautivo.
Video: http://cromos.com.co/personajes/actualidad/articulo-144365-romeo-langlois-antes-de-ser-liberado
El fotógrafo Carlos Villalón cuenta
la odisea que vivió y destapa la historia detrás de la retención del
comunicador. Imágenes y declaraciones inéditas en www.cromos.com.co
* * *
“La primera noticia que me llegó de
Roméo fue el sábado 28 de abril: se decía que estaba muerto. Con su socio y
amigo Simone Bruno, averiguamos con los militares y supimos que estaba perdido.
Había dos opciones: o estaba muerto o lo tenían los guerrilleros. Cuando se
supo de un extraño comunicado que el Frente 15 hizo llegar a una emisora, en el
que lo declaraban prisionero de guerra, decidimos con mi amigo Karl Penhaul
buscar a las Farc. Queríamos decirles que Roméo era periodista, estábamos
seguros de que así todo se aclararía.
Roméo Langlois antes de ser liberado |
El jueves 3 de mayo partimos a
algún lugar en el Caquetá. Nos fuimos en el carro de Karl, que es bueno para
transitar por trochas. Nos encontramos, después de una década de victorias y
derrotas en el conflicto, con viejos conocidos, altos mandos del Bloque Sur de
las Farc. Les aclaré que Roméo era mi amigo, que era francés y que ya había
hecho trabajos con la guerrilla, que había entrevistado a Raúl Reyes y había
hecho contactos con ellos en el Cauca y en Antioquia. Se mostraron sorprendidos
y dijeron que esa situación cambiaba el estatus de Roméo, que ellos pensaban
que era gringo o israelí y que era de la DEA.
En ese momento, expedieron un
comunicado, que se conoció el domingo 6 de mayo, en el que aceptaron que Roméo
sí era periodista. Le mandamos a él la razón de que queríamos verlo.
YO SABÍA QUE PODÍA TENER interlocución con los comandantes
guerrilleros porque desde que llegué a Colombia en tiempos del proceso de paz
del Caguán, hice contactos con las Farc y ellos conocían mi trabajo. Desde mi
llegada me impresionó mucho que en esa zona la pasta de coca fuera utilizada
como dinero. Así que obtuve permisos de Fabián Ramírez y Sonia para entrar a
esos pueblos y corroborarlo. Publiqué reportajes en The New York Times, Boston
Globe, San Francisco Chronicle y varias revistas en Europa. Al final hice una
historia general que se publicó en julio de 2004 en National Geographic. La
portada llevaba por título Cocaine Country, y en español, Cocaína.
Les pedimos a los comandantes que,
si ya estaba clara la situación de Roméo, lo dejaran libre; nosotros lo
llevaríamos a Florencia. Uno de ellos estuvo de acuerdo, pero advirtió que ya
era tarde. Explicó que cuando los gobiernos francés y colombiano se metieron a
hacer declaraciones, enredaron todo. Estaban molestos porque había
declaraciones en contra de ellos diciendo que habían incumplido su promesa de
no secuestrar. Según él, Roméo nunca estuvo secuestrado. Simplemente, dijo,
estaban investigando a un combatiente que se había entregado a sus tropas en el
campo de batalla; además, estaban obligados a curarle las heridas y ponerlo en
lugar seguro, mientras determinaban quién era. Aclaró que el tema ya estaba en
manos del Secretariado y que cualquier decisión se tomaría muy lentamente.
‘Roméo no se puede ir con ustedes’, concluyó.
Quedamos frustrados. Volvimos a
Caquetá el 15 de mayo. Hicimos una entrevista a Colacho, uno de los comandantes
del Frente 15, uno de los que dirigió el combate en el que cayó retenido Roméo.
Nuestra idea era desentrañar lo que había pasado, porque había mucha confusión.
El general Navas había dicho que eran 15 los policías muertos, luego que eran
cuatro; la guerrilla dijo que fueron 17 y luego que 22. No parecía ser cierto
eso de que en el laboratorio que destruyeron había 400 kilos de cocaína.
Según los pobladores de la zona,
para producir un kilo de base de coca se necesitan 50 arrobas (568 kilos) de
hoja de coca. Para producir esos 400 kilos reportados, se habrían necesitado
más de 227 toneladas de hoja, lo cual dejaba dos conclusiones: o Roméo había
aterrizado en un megacomplejo de cocaína o las cifras oficiales no cuadraban.
SIGUIENDO INDICACIONES DE LOS MANDOS guerrilleros, transitamos
durante dos días por caminos de herradura que conectaban caseríos que no
figuraban en ningún mapa. Un olor particular permeaba las calles. La pobreza
era tal que muchas veces resultaba más fácil conseguir un gramo de coca que un billete
de cinco o diez mil pesos. En los últimos años, los lugareños han intentado
subsistir con el queso fabricado con la leche de vacas raquíticas. La tala de
la selva para alimentar a los cocainómanos del mundo ha producido estragos y
las lluvias torrenciales convierten los caminos en trampas naturales.
Salimos en busca de Roméo. Cuando
se acabaron las trochas, caminamos y luego continuamos en mulas. De fondo, el
ruido ocasional de helicópteros militares. Ya era 25 de mayo. Fue emocionante
verlo. Estaba más flaco de lo que lo vi días antes de su secuestro en un café
de La Macarena. Aseguró que no sabía en calidad de qué estaba allá, porque le
habían pedido disculpas y le habían dicho que era invitado. Hablamos durante
horas sobre el combate y sus apreciaciones sobre la lucha antidrogas. Grabamos
una entrevista y un mensaje en francés para su familia. Mencionó su conversion
religiosa que duró escasos cinco segundos y de los dos eternos instantes en los
que decidió quitarse el chaleco antibalas y rendirse ante un grupo de jóvenes
guerrilleros. La entrevista fue maravillosa, fue una reflexión muy personal.
Acordamos que la publicaríamos cuando él estuviera libre.
Poco antes del anochecer, la
guerrilla nos informó que tenían que irse con nuestro amigo. ‘Macondiano, esto
es loco, muy colombiano’, dijo Roméo sacudiendo su cabeza.
Después de la entrevista, fuimos a
recuperar el carro porque se había quedado enterrado en uno de esos caminos. Yo
nunca en mi vida había visto algo semejante. He viajado mucho por los lugares
más apartados de este continente, pero esos caminos que tuvimos que recorrer no
son carreteras, no son trochas, no son nada, no tienen nombre. Como a las diez
de la noche logramos recuperarlo. En el camino a Florencia nos enterramos otras
cinco veces, teníamos que buscar palos y piedras para hacer palancas. Fue una
odisea increíble.
SUPIMOS QUE LA INTENCIÓN de la guerrilla era liberar a Roméo el 27
de mayo, día del 48 aniversario de las Farc, pero nos informaron que para esa
fecha no alcanzaban a sacrificar las vacas e invitar a las delegaciones. La
nueva fecha era 30 de mayo. Sería en San Isidro, así que resolvimos
devolvernos.
Salimos de Florencia a las cuatro de la tarde y llegamos a la una de la mañana. Entre Unión Peneya y San Isidro hay 17 kilómetros y nos demoramos más de cuatro horas. Fue agotador.
El pueblo tiene una sola calle de
300 metros bordeada por unas 50 casas de madera y se notaba que algo iba a
pasar. Había mucho movimiento, una excitación general. En la escuela estaban
construyendo una tarima, ya habían matado cuatro vacas y venían dos más en
camino; los campesinos decían que llegarían dos mil personas. Ya era 29 de
mayo. Pasadas las seis de la tarde, hora en que oficialmente se suspendían las
operaciones militares, empezó a llegar la guerrilla.
No veíamos esa imagen desde el
Caguán: los guerrilleros caminando por las calles, conviviendo con los civiles,
comiendo helado. No se veía mucha sorpresa en los campesinos. Por el contrario,
aseguraban: ‘El Gobierno solo viene a echarnos veneno (glifosato) y plomo, no
han hecho las carreteras ni las arreglan, nos están matando de hambre. Nuestro
gobierno es la guerrilla’. También es claro que en estos pueblos del Caquetá
viven muchas personas que son familiares de guerrilleros. La gente vive de la
coca, ¿qué más pueden sacar por esos caminos?
Ese fue un tema recurrente. Los
otros periodistas que llegaron a la liberación, de AP, AFP, Telesur, todos
hablaban de la tortura de transitar por esas trochas.
Para la liberación llegaron muchas
camionetas con civiles. Supongo que las Farc invitaron gente de las veredas; lo
cierto es que la carne de las seis vacas no alcanzó para todos. Según ellos,
había más de 2.000 personas. La única panadería del caserío se quedó sin pan,
ya no había comida.
ROMÉO APARECIÓ COMO A LAS TRES de la tarde, con una cámara de video
que le había prestado la guerrilla. Ya llevábamos varias horas de discursos,
después del himno de Colombia y del himno de las Farc. Lo sentaron en una mesa
con Piedad Córdoba y el delegado de la Cruz Roja, y enseguida se puso a filmar.
Roméo Langlois liberado |
Habló la mamá de un guerrillero que
murió en el enfrentamiento donde cayó Roméo. Fue muy emotivo porque ella decía
que sentía lo mismo que la madre de los soldados que mueren en los combates.
También habló el campesino dueño del laboratorio de procesamiento que fue
quemado antes del combate y contó que era una pequeña cocina y que no tenía
cómo procesar 400 kilos de base, y menos cocaína. Fueron casi cinco horas. Todo
terminó cuando Roméo se subió a los carros de la Cruz Roja.
Las Farc aprovecharon la entrega de
Roméo para dar a conocer su postura frente al conflicto. Llevaban más de 10
años metidos en el monte sin dar una declaración. No se sabe qué piensan, el
país no entiende qué pasa con ellos. Querían aprovechar ese acontecimiento para
mandar un mensaje. Hablaron de su aniversario, le pidieron perdón a Roméo y
Jairo Martínez habló de la paz. Cuando hay un conflicto la gente usa los medios
para enviar su mensaje, todos lo hacen, los gobiernos, los políticos. Creo que
la principal crítica para las Farc no es el show que hicieron ese día. Hay
cosas realmente más graves.
ES LA PRIMERA VEZ QUE LA VÍCTIMA es un amigo mío, un colega. Yo me
preguntaba: si uno va a África y le hace fotos a la gente que muere de hambre,
o en un conflicto cualquiera toma fotos después de una bomba o habla del
sufrimiento de la gente, ¿por qué uno no lo puede hacer con un colega? ¿Cuál es
la diferencia? No lo sé. Lo cierto es que este trabajo hizo que me confrontara
mucho sobre lo que debía hacer. Hasta ahora nadie ha visto la entrevista, pero
yo estoy muy satisfecho porque logré mi meta, llegué a la persona que todo el
mundo quería ver”.
El reportero de esta odisea: Carlos Villalón
Es: Fotógrafo
Edad: 46 años
Nacionalidad: Chileno
Lleva 12 años viviendo entre
Colombia y Nueva York. Llegó al país a cubrir los diálogos de paz del Caguán
como corresponsal de Getty Images, pero se interesó en el tema de la coca al
ver que muchos pueblos caqueteños usaban la base como medio de pago. Ha publicado estos trabajos en The
New York Times, Boston Globe, San Francisco Chronicle, National Geographic,
Newsweek, The Guardian, The London Times, entre otros. “Me he dedicado a
la problemática de la coca y la cocaína, y he viajado por América Latina para
comprobar cómo esa planta, sagrada para algunas culturas, ha marcado la
historia de este continente. La leyenda indígena dice que “Dios les quita la hoja a ellos y se la da al hombre blanco y que eso
traerá ríos de sangre”. En los últimos años ha viajado a México, Bolivia,
Perú, Chile. Dentro de sus planes está hacer un libro y abrir la discusión
sobre el narcotráfico y la legalización en América Latina.
Fotos y texto : Carlos Villalón/ Video: Karl Penhaul y Carlos Villalón
| Cromos.com.co
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