lunes, 15 de abril de 2013

Cristian Pérez ¡El cantor insurrecto​!


Cristian Pérez, cantor del pueblo y para el pueblo



Por: Victoria Sandino Palmera, Delegada de Paz de las FARC-EP



Recuerdo la tarde en que su risa retumbó en el campamento como un trueno, al instante se confundió con el arpegio de una guitarra y acompañando la sonatina una voz comenzó diciendo: “convoco… una melodía vallenata en nuestra tierra cantada con la voz ronca de un buen cantor que canta diciendo… levántense, muchachos, vamos pa´ la calle que ya ha comenzado en grande la insurrección…”; uno a uno nos fuimos arrimando cautivados por la magia de la guitarra guerrillera y  esa voz subversiva. Ya estábamos aglomerados, terminó “convoco… una brocha gorda pa´ hacer una pinta pa´ contarle al mundo cuanto te amo, mujer”  cerró su canto, se  puso de pie y con voz fuerte dijo: yo soy Christian Pérez, cantor de las FARC.

Rompimos en aplausos. Estábamos en las afueras de San Vicente del Caguán, vísperas del acto de lanzamiento del Movimiento Bolivariano, teníamos enormes expectativas,  habían llegado muchas delegaciones, personajes, entre esos los artistas farianos; Christian Pérez era uno de ellos. Continuó cantando y contando historias de cada una de las canciones interpretadas: historias de la vida guerrillera, de amores, desamores, de niños, de paisajes, de sus andanzas por el territorio patrio.

Traía de la Sierra Nevada la bendición del mamo kankuamo para contar su historia de lucha y resistencia por siglos; de los campesinos vallenatos sus acordes lastimeros  cuando los paramilitares al servicio del terrorismo de Estado arrasan sus chozas, sus escasos enseres y acaban con sus vidas; tenía en su memoria a los mártires de las plantaciones bananeras del Magdalena, para quienes hoy aún no termina la masacre de 1928. Cargaba de los guerrilleros del caribe sus alegrías, sus risas y optimismo para combatir al opresor.  Del Urabá rebelde, la resistencia de un pueblo que con su morralito encima, no renuncia al retorno, a sus territorios por los vericuetos del Truandó y Pabarandó, con la esperanza de construir un futuro en paz y con dignidad para sus familias. Guardaba de las guerrilleras del José María Córdoba sus perfumes de bananeras y melao de panela impregnados en la piel.

Con su mochila Arhuaca repleta de sueños libertarios, invitó con su voz agitadora a meterle al Brete  a más 30 mil asistentes, llegados de todos los rincones del país al acto de lanzamiento del Movimiento Bolivariano. Así: poeta, cantor, escritor, cuentero, narrador y juglar del pueblo, con la energía que da la tierra guerrera del Caquetá, partió al resistente Cauca Paez. Éste hombre corpulento, cargado de ternura y amor infinito por sus semejantes, se trepó al espinazo de la cordillera occidental y plantó en el Macizo Colombiano su canto libertario como bandera de meta en la mayor cúspide del mundo.

Explicó a los guerrilleros y bolivarianos la epopeya libertadora, mostró la osadía y terquedad de los desposeídos en la búsqueda de su libertad, el carácter febril de El Libertador para conducir al Ejército patriótico y vencer la ignominia del colonialismo español.  Reunió núcleos bolivarianos, enseñó a los estudiantes universitarios la historia de Colombia; conoció la lucha clandestina del indio Avelino Ull  contra los terratenientes payaneses, cantó a la templanza de las milicias de Juan Tama , vivió las  acciones de la Jacobo Arenas: “vi las milicianas lavando ropa en un río y las luces tristes de Popayán por las tardes; y al viejo Caliche recordando sus combates bajo la luna en las pineras de Cajibío, vi los rostros del Movimiento Bolivariano y el hambre en los niños de los caseríos paeces…”. 

El Caminante Bolivariano cruzó la cordillera central para descender por el Atá crecido a la heroica Marquetalia donde desanduvo los pasos de Charro Negro, contuvo en sus pulmones el olor a pólvora que todavía emana de aquella operación del Plan Laso, con 16 mil soldados para exterminar a un puñado de campesinos organizados en el sur del Tolima. Recorrió palmo a palmo cada lucha de los campesinos rebeldes que desde el 48 solo tuvieron como opción el monte para resistir, combatir y defender sus vidas.

Pese a que no le podemos ver caminar, por aquella infamia que hoy aún no comprendemos, por la manera como se destierra lo bello, se arranca la poesía, se asesina la canción, El Caminante, cantor insurrecto, sigue llenando los senderos de notas, de versos revolucionarios, animando nuestra lucha con su voz guerrillera, alegrando el futuro, con una felicidad que no se puede extinguir…  “Soy feliz con lo que soy, soy feliz con lo que siento.  A mí me pueden matar, Pero no a mis sentimientos”.


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Publicado por AFP NOTICIAS para Agencia Fariana de Prensa - Frente Antonio Nariño el 4/15/2013 06:40:00 a.m.

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