Pastrana en San Vicente de Caguan |
Sin Venezuela y su imprescindible
apoyo al proceso, éste jamás habría podido producirse y sería incapaz de
prolongarse siquiera por el término de un día.
Por Gabriel Ángel
Puede pensarse
que el problema generado tras la recepción oficial en el Palacio de Nariño del
ex candidato Henrique Capriles es un asunto superado. Pero tal juicio
obedecería en realidad a una apreciación superficial, puesto que vistas las
cosas desde el punto de vista de su real dimensión y profundidad, resulta fácil
concluir que el incidente representa tan solo la punta del iceberg en cuanto a
las diferencias existentes entre los proyectos de nación de uno y otro lado.
Por la parte
colombiana se esgrime una posición abiertamente sumisa a los mandatos del
Imperialismo, que pregona sin pudor las supuestas virtudes del libre comercio,
las privatizaciones y la flexibilización laboral, al tiempo que reduce el papel
del Estado al de un enorme aparato de guerra y represión, a objeto de emplearlo
no solo contra sus propios nacionales inconformes con el modelo, sino incluso
al parecer contra el vecindario opuesto a esas políticas.
Venezuela
representa un modelo alternativo a los dictados de los grandes centros
mundiales del capital transnacional. Tras la recuperación de su soberanía e
independencia, su gobierno pretende rescatar para las grandes mayorías del país
las riquezas naturales, en un proyecto de redención económica, social y moral,
que contempla la necesaria integración regional en todos los campos del
desarrollo y la paz, así como relaciones de respeto e igualdad con el resto del
mundo.
Si realmente en
el mundo contemporáneo primaran los ánimos de cooperación, las dos visiones de
Estado operarían libremente, en una especie de sana competencia, en la que el
fallo de la historia se encargaría de dar la razón a una de ellas o
descartarlas a ambas por otra distinta. Pero no sucede así, el Imperialismo es
obsesivo y considera una afrenta que no se le obedezca. Es obvio que ha
asignado a Colombia un papel provocador y que su oligarquía lo asume con gusto.
Por eso las
cosas pueden llegar a complicarse todavía más, y es posible que el reciente
incidente apenas sea el comienzo de un rosario de hechos encaminados a sabotear
y minar los avances de la integración regional, así como la estabilidad de
proyectos y gobiernos como el venezolano, al lado del cual marchan Nicaragua,
Ecuador, Bolivia, Uruguay y quizás otras naciones. La oligarquía colombiana,
tradicionalmente violenta e hipócrita, se muestra unida en ese propósito.
Aparte de las
vacilaciones, torpezas y jugadas ambiciosas de Santos, resaltaron en estos días
las declaraciones del ex Presidente Andrés Pastrana Arango, un político más
bien mediocre, cuya carrera ha marchado siempre paralela al más sucio
oportunismo. No se le conoce mérito intelectual o académico alguno, salvo el de
haber firmado un libro sobre el proceso de paz del Caguán, que otros
escribieron por encargo para él a cambio de un buen precio.
Ahora se le ha
dado, en contubernio con Álvaro Uribe, por atacar de modo desenfrenado al
pueblo, al gobierno y al proyecto de nación bolivariana que emprendiera Hugo
Chávez. Pastrana, que muy rápida y convenientemente olvida que su padre,
Misael, ascendió a la Presidencia de la República en el año 1970, montado sobre
el fraude más grande y descarado de la historia electoral colombiana, acusa sin
fundamento a Nicolás Maduro de haber robado las elecciones a Capriles.
Y se atreve
incluso, en una vergonzosa actitud, a criticar ácidamente al Presidente Santos
por haber reconocido pública y formalmente el limpio triunfo electoral del ex
canciller venezolano. En su parecer, lo que quiso Santos al recibir a Capriles,
fue rectificar su error de haber reconocido el triunfo de Maduro, y para
reforzar su dicho se atreve a mentir de modo infame, asegurando que UNASUR
acordó que se recontaran los votos, posición que Santos estaría avalando ahora.
Qué bajo se cae
cuando se asumen sin el menor escozor político y moral las posiciones de
extrema derecha. Que lo haga Uribe no resulta extraño, sus antecedentes
políticos, morales y penales explican por sí solos su discurso. Pero que lo
haga Pastrana, quien siempre posó de caballeroso y decente, sólo puede
explicarse por el grado de descomposición que alcanza la clase política
tradicional colombiana, entregada sin rubores a los intereses del capital
extranjero.
Pretender que
existen diferencias irreconciliables entre él y Santos, significa algo tan
semejante como afirmar que ese mismo tipo de contradicciones existen entre este
último y Uribe. Sus críticas irresponsables y malvadas contra el proceso de paz
que se desarrolla en La Habana con amplísimo respaldo nacional e internacional,
son apenas el pus que le brota por la herida de su fracaso en rendir a las
FARC. No pudo lograrlo nicon la mesa del Caguán, ni con su reingeniería
militar.
De remate da
muestras de verdadera estupidez, al asegurar que si Venezuela se retirara de la
mesa de La Habana, donde cumple su papel de facilitador, no pasaría
absolutamente nada. Ese papel simplemente facilitador, que con tanta soberbia
describe Pastrana para desestimar a Venezuela, ha sido y es la columna
vertebral de la confianza que dio origen y mantiene vivo al proceso, pese a las
diversas manifestaciones de volubilidad de Santos.
Sin Venezuela y
su imprescindible apoyo al proceso, éste jamás habría podido producirse y sería
incapaz de prolongarse siquiera por el término de un día. Desconocer ese hecho,
pretender minimizarlo, es un verdadero absurdo que solo puede ser atribuido a
la más grande ignorancia. A esa que le permite asegurar a Pastrana que la
soberanía de Colombia significa que Santos puede reunirse con quien quiera,
cuando quiera y donde quiera.
Como si la
soberanía nacional perteneciera al Presidente. Como si fuera soberanía nacional
el tolerar la existencia de bases militares extranjeras en el territorio
nacional, entregar la mayor parte del país al saqueo de sus riquezas por cuenta
de grandes compañías multinacionales, autorizar la adquisición de enormes
extensiones de tierra a las transnacionales, haber suscrito como Pastrana el
Plan Colombia impuesto por los Estados Unidos. Qué descaro.
Montañas de Colombia,
3 de junio de 2013.
Publicado por
AFP NOTICIAS para Agencia Fariana de Prensa - Frente Antonio Nariño el
6/07/2013 06:33:00 a.m.
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