Señores:
Autoridades indígenas Consejo Regional Indígena del Cauca CRIC, Asociación de cabildos indígenas del Norte del Cauca ACIN-CXHAB WALA KIWE, Organización Nacional Indígena de Colombia ONIC.
Toribío, Cauca.
Apreciados compatriotas y compañeros:
Reciban el cordial saludo de nuestra organización revolucionaria. Me dirijo a ustedes en mi condición de Comandante del Estado Mayor Central de las FARC-EP con el propósito de dar respuesta a su carta de fecha 29 de abril.
Comenzaré por decirles que nada más lejano a la intención del Secretariado Nacional de las FARC que caer en provocaciones y asumir una actitud conflictiva con las comunidades indígenas del Cauca. En nuestro ánimo pesan muy antiguos y profundos lazos de afecto y solidaridad hacia las comunidades aborígenes del país y el continente, razón por la cual mal podríamos abrigar algún sentimiento de hostilidad o confrontación hacia ellas, menos todavía cuando nuestros principios y banderas de lucha contemplan la cabal reivindicación de sus seculares derechos violentados.
Pese a ello me veo obligado a hacer algunas precisiones, más con el propósito de invitarlos a analizar las cosas con la serenidad y la sensatez que ameritan la situación y el momento. Con previa invocación a su dignidad y responsabilidad, nos acusan ustedes en su nota de tener un cuidadoso plan de guerra elaborado contra los gobiernos autónomos, legítimos y ancestrales de los pueblos indígenas del país. Honradamente, humanamente, políticamente, podemos asegurarles que tal apreciación está rotundamente equivocada, no se corresponde para nada con la realidad y más parece el producto del envenenamiento por parte de terceros interesados. De nuestra parte existe toda la disposición para entendernos positivamente con ustedes, como comunidad, como autoridades indígenas, como hermanos de sueños y de luchas.
Nosotros estamos seguros que del diálogo, de un franco y sano intercambio, sin terceros azuzadores de por medio, brotará un completo entendimiento. Nosotros también hemos sido víctimas del comportamiento individual de algunos dirigentes indígenas, sin que por ello nos atrevamos a sindicar a toda la comunidad o a sus autoridades. Estamos seguros, por ejemplo, de que el trabajo del médico tradicional Benancio Taquinás con los servicios de inteligencia de la Fuerza Aérea y el Ejército, que condujo a que unidades nuestras fueran reiteradamente bombardeadas o asaltadas, con diversas pérdidas humanas y materiales, no era producto de la orden de ninguna de las dignidades indígenas. Por su propia voluntad, él optó por ponerse al servicio directo de las fuerzas militares en el desarrollo de la guerra.
Si ustedes tienen quejas o denuncias contra guerrilleros o milicianos que de algún modo han cometido abusos o conductas delictuosas contra los indígenas o su comunidad, estamos en disposición plena de recibirlas y tramitarlas, aplicando los correctivos que contemplan nuestros estatutos y reglamentos disciplinarios. Poseemos una normatividad y unos principios muy rigurosos, que todo combatiente nuestro conoce porque se le enseñan y exigen. Tenemos el convencimiento de que una relación normal y respetuosa entre nosotros permitiría nuestro conocimiento y debida solución de cualquier atropello contra ustedes. Pensamos que del mismo modo, esa relación propiciaría que ustedes dieran la debida solución a las conductas abiertamente hostiles contra nosotros que provengan de cualquier miembro de sus comunidades.
Lo que en cambio perjudica y abre heridas muy difíciles de reparar, son procedimientos sumarios y desacertados como los que refieren en su carta del 29 de abril. Como Comandante del Estado Mayor Central de las FARC-EP les aseguro que ninguno de los indígenas capturados, juzgados y condenados por ustedes en un día,tiene la menor responsabilidad en los hechos que les imputaron, pese a lo cual varios de ellos fueron sentenciados a 40 años de cárcel. Tales absurdos, cometidos por ustedes mismos contra su propia gente, antes que generar unidad y respeto hacia las autoridades de la comunidad, apuntan a dividir esta y a sembrar futuros y graves enfrentamientos que con sabias y prudentes decisiones hubieran podido evitarse.
Ya le expresaba yo a la ACIN, en carta del 20 de julio del año pasado, nuestros puntos de vista y actitud hacia las comunidades y autoridades indígenas del Cauca. Al tiempo que los invito a repasar entre todos esa misiva, les expreso nuestra voluntad abierta y sincera de dialogar y encontrar entendimientos que nos permitan avanzar satisfactoriamente hacia nuestros mutuos anhelos de paz y justicia social. Les reitero que no somos sus enemigos, incluso la mayoria de sus propias comunidades así lo entiende y asume, hecho que por alguna razón que podríamos definir y aclarar, parece producir algún grado de irritación en cierto sector de sus autoridades.
En esas condiciones nos declaramos a la espera del contacto para reunirnos. Comprenderán que se trata de asuntos que no pueden hacerse públicos por cuanto un enemigo mortal de ustedes y nosotros permanece a la espera de la menor oportunidad para golpearnos, reprimirlos o encarcelarlos a ustedes por relacionarse con nosotros.
Les reitero nuestro abrazo de compañeros y hermanos. Hernán Cortés logró sojuzgar a las comunidades aztecas de México porque sumó a su ejército otras tribus indígenas que engañadas lo apoyaron. Huáscar, el hermano de Atahualpa, se alió con Francisco Pizarro y precipitó el hundimiento de los Incas. Aún nos sangra a todos la herida del terrible drama de los indígenas de Agualongo, ganados por los españoles para luchar a favor de la Corona y en contra del ejército libertador de Bolívar. Esas historias jamás debieron producirse y estamos obligados a impedir que vayan a repetirse algún día. Por Colombia, por todos los perseguidos de este país, por la justa causa indígena de América es indispensable nuestro entendimiento. Estamos dispuestos a todo por conseguirlo.
Atentamente,
Timoleón Jiménez
Montañas de Colombia, 12 de mayo de 2013.
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