“No nos digamos mentiras, Santos”. Comandante de las FARC responde a Santos en Carta abierta
ANNCOL / 2013-02-22 / En un comunicado
llegado a la redacción de ANNCOL hace pocos minutos, Timoleón Jiménez, jefe del
Estado Mayor Central de las FARC-EP, rechaza las declaraciones del presidente
Santos sobre apoderamiento de tierra por parte de las FARC en la región de San
Vicente de Caguán, la antigua zona del proceso de paz 1999-febrero 2002.
El
máximo comandante de la insurgencia habla además por la primera vez que fue el
mismo Santos que buscó a la guerrilla para iniciar el proceso de paz cuando
asumió la presidencia hace más de dos años; “No
puede resultar indiferente para nosotros que el Presidente de la República que
desde el comienzo mismo de su gobierno buscó contactarnos para dialogar de paz”.
Las palabras de desvío de Santos en San Vicente de Caguán. |
Santos
dijo el 19 de febrero en San Vicente del Caguán que la guerrilla se había
apoderado “enormes extensiones de
predios, tanto del Estado como de campesinos”.
Y
responde Timochenko:
“Sus palabras en San Vicente del Caguán nos
han dejado perplejos. Ni una sola vez mencionó la que consideró bandera
fundamental de su gobierno, en cambio pudiéramos decir que pareció el vivo
retrato de su paso por el Ministerio de Defensa en la administración Uribe”.
Las
últimas declaraciones, tanto del ministro de defensa como ahora el mismo
Santos, han causado preocupación en las FARC ya que las delegaciones de ambas
partes en la Habana están entrando en temas concretos sobre la tierra. Hay
millones de campesinos sin tierra que resisten la política de Santos que
entrega millones de hectáreas a las mineras transnacionales.
En
ese sentido hay que ver las declaraciones y acusaciones de Santos en San
Vicente de Caguán contra la guerrilla, como desvíos para quitar la atención del
verdadero problema de la tierra en la agenda de paz.
A continuación la carta de Timochenko:
Salvemos la paz, Santos
Carta abierta del comandante de las FARC-EP al presidente Santos
En nuestro país las cosas siempre han ocurrido así. Las clases
dominantes, ensoberbecidas por una mal disimulada arrogancia, resuelven todos
los asuntos según su particular e interesada visión de la realidad. Despreciando y desconociendo las opiniones
contrarias. Sus facciones, enfrentadas a veces por mezquinos propósitos
económicos y políticos, como sucede hoy con Uribe, se reconcilian hermanadas
cuando se trata de aplastar las mayorías que rechazan sus designios rectores.
Aquí su palabra y sus cañones son la ley, lo único que vale y cuenta. Por eso
existe una previa elaboración de los diálogos de paz y sus resultados, la que
el gobierno concibió de antemano, sin considerar lo que pensemos nosotros ni
mucho menos la inmensa mayoría que puja por tomar parte en el proceso, y a la
que se amenaza con cárcel si llega a conversar con nosotros.
En San Vicente del Caguán, en el
acto de entrega de títulos de tierras a unas cuantas familias campesinas, con
el consabido recurso de acreditar planes y programas de la actual
administración, lo que en buena parte corresponde en verdad a viejas políticas
distintas, el Presidente de la República dio parte de un millón seiscientas mil
hectáreas tituladas por su gobierno y más de ciento cincuenta mil víctimas
reparadas. De ese modo aparece como el gran benefactor que materializa sus
proyectos legislativos de redención social. Ni una sola voz de los millones de
desterrados o víctimas fue consultada por el Estado acerca de las leyes con que
se pretendía favorecerlos. No se trataba de eso, sino de atender otra clase de
conveniencias.
Santos las puso en evidencia al
decirles que ahora podrán acudir a los bancos, para que les presten, en
adelante se llamarán sujetos de crédito. Su intención es convertirlos en
grandes productores de alimentos para el mercado mundial, tal y como lo
recomienda la FAO, la entidad mundial que jamás ha podido solucionar las
hambrunas en África, Asia o Haití, pero que en cambio ha servido para
implementar la globalización del mercado de alimentos en beneficio de grandes
corporaciones. La historia de la lechera es antigua, la pobre soñaba con una
enorme fortuna hasta que el tropiezo la trajo a la triste realidad. Esos
campesinos deberán asociarse con grandes capitales para producir lo requerido,
y endeudarse. Serán los seguros perdedores. Su suerte me recuerda a Las uvas de
la ira, la famosa novela de John Steinbeck.
Arroceros, cañeros, cafeteros,
gremios poderosos que alguna vez lideraron la economía, enfrentan hoy duras
realidades y el gobierno se niega a atenderlos. No son su prioridad. Lo más
indicado para ellos, al decir de los expertos, es buscar nuevas actividades
productivas en las que puedan ser competitivos. Cuestión de las leyes del mercado,
se trata de flexibilizar y tener iniciativa. Ese lenguaje de Santos para los campesinos, de
alejar las diferencias, trabajar juntos, rápido, ir de la mano para lograr los
objetivos de prosperidad y empleo, rememora la cálida palabrería con la que desde
la antigüedad los avarientos han embolatado al pobre infeliz al que se aprestan
a privar de sus centavos. El negocio será para los grandes banqueros y
consorcios, son sus intereses los que representa el gobierno. No nos digamos
mentiras, Santos.
No puede resultar indiferente para
nosotros que el Presidente de la República que desde el comienzo mismo de su
gobierno buscó contactarnos para dialogar de paz, argumentando que reconocía
buena parte de justicia en nuestras reclamaciones, aunque no los métodos que
empleábamos para hacerlas, se presente a San Vicente un 20 de febrero,
rememorando el fin de los diálogos del Caguán, en una acto calificado por él
mismo como doblemente simbólico, para denostar de todos los modos posibles
contra las FARC y sus comandantes más queridos, sin hacer la más mínima mención
al proceso de paz que se cumple con su gobierno en La Habana. ¿Es que acaso al
calificar de experiencia triste y muy lamentable aquel esfuerzo frustrado de
reconciliación, sintió vergüenza y horror de referirse a las actuales
conversaciones?
Creíamos que Santos era sincero al
manifestar que soñaba con pasar a la historia como el Presidente que consiguió
la paz para Colombia. Lo mandó a decir de tantas maneras, dio tantas muestras
de querer en realidad alcanzarlo, que su comportamiento y sus palabras en San
Vicente del Caguán nos han dejado perplejos. Ni una sola vez mencionó la que
consideró bandera fundamental de su gobierno, en cambio pudiéramos decir que
pareció el vivo retrato de su paso por el Ministerio de Defensa en la
administración Uribe, el viejo maestro del Pinzón de hoy. ¿Es esa la forma como
se crea un ambiente propicio para el proceso y los diálogos? ¿Así es como el
gobierno nacional aporta su cuota a la reconciliación, Santos?
Eso de que las FARC hemos
arrebatado no sé cuántas hectáreas a no sé cuántos miles de campesinos, así
como toda la cantaleta con relación a que estamos obligados a darle cara a las
víctimas del conflicto, como si alguna vez hubiéramos manifestado nuestra
negativa a hacerlo, podemos solucionarlo de un modo sencillo y práctico.
Conformemos una comisión de alto nivel, integrada por delegados de las FARC-EP
y el gobierno nacional, con participación de gremios y diversas organizaciones
sociales, con los garantes que sean necesarios, para que en Colombia, en
condiciones de seguridad, se encargue de visitar y verificar la situación real
de los predios que se dicen arrebatados por nosotros. Y que convoque a todas
las posibles víctimas para atender sus casos y precisar responsabilidades.
Pero que se convoquen también las
víctimas del Estado, los desterrados por el Ejército y los grupos
paramilitares. Y se aclare también lo mismo. Y cada quién responda. Podemos
discutir en la Mesa de Conversaciones, con participación del país, la atención
que deben merecer los informes finales. Diversas personalidades
internacionales, Estados y organizaciones regionales han manifestado su apoyo
al proceso de paz en Colombia. Con todos estamos sinceramente agradecidos. Por
eso nos parece oportuno que el Presidente Jimmy Carter, el ALBA, UNASUR, la
CELAC y los que proponga el gobierno, tomen parte en la comisión mencionada. Si
bien es cierto que en la Mesa se han adelantado importantes avances de
acuerdos, las actitudes oficiales que con los pretextos mencionados se repiten,
amenazan con hundirlo en un pantano. Saquémoslo de ahí, ya, Santos. La tan
estrecha y calculada concepción del proceso apunta a ahogarlo. Salvémoslo.
TIMOLEÓN JIMÉNEZ
jefe del estado mayor central de las FARC-EP
Montañas de Colombia, 21 de febrero de 2013
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