La
Habana, febrero 12 de 2013
Monseñor
RUBÉN SALAZAR
Conferencia Episcopal
Bogotá
Apreciado Cardenal
Enterados de la marcha
nacional de oración que proyecta la iglesia en respaldo al proceso de paz,
queremos expresarle, a nombre de la Delegación de Paz que dialoga con el
gobierno en La Habana, nuestro beneplácito frente a esta iniciativa de la
jerarquía católica.
Desde luego valoramos la
persistente prédica de los obispos desde los púlpitos en pro del fin del
conflicto armado y su planteamiento al presidente de la República sobre la
necesidad de humanizar la guerra ante la negativa incomprensible a un acuerdo
en torno a un cese bilateral de fuegos.
De acuerdo, no es una
actitud humana ni cristiana interponer obstáculos como lo hacen ciertos
opositores llenos de odio y sin razón, a un proceso que nos ha llenado de
esperanzas. Como bien lo puntualiza usted “una guerra no se termina con el
exterminio del enemigo, se termina con un tratado. Pretender lo contrario es un
sinsentido, en particular porque todos la hemos sufrido y tenemos heridas
abiertas”.
Queremos reiterarle,
monseñor, que hemos venido a La Habana en busca de la paz para Colombia, sobre
la base, como lo plantearon al presidente Santos los 86 obispos congregados, de
reducir las desigualdades sociales que perviven en el país.
Muy comedidamente, le
extendemos a los obispos, desde La Habana, nuestra invitación a conversar sobre
la guerra y la paz, y las ideas que pudieran llevarnos a una solución menos
cruenta a este largo conflicto social y armado que enfrenta a los colombianos.
Por la paz tenemos que hacer hasta lo imposible.
Cordial saludo
Iván Márquez
Jefe de la Delegación de Paz de las FARC-EP
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